La necesidad de reformar los organismos multilaterales de
crédito, y en particular el Fondo Monetario Internacional, fue
expuesta este miércoles en Naciones Unidas por la presidenta
argentina, Cristina Fernández.
Es necesario formular reglas claras en materia de transferencia
de capitales y especulación financiera, afirmó la jefa de Estado al
dirigirse a la 66 Asamblea General de la Organización de Naciones
Unidas (ONU), reporta Prensa Latina.
La mandataria señaló que cuando se observa el crecimiento del
stock financiero en relación con el Producto Interno Bruto (PIB)
global se puede advertir claramente por qué estamos en un mundo
donde la especulación parece no tener frenos.
Mientras en la década de los 80 del pasado siglo el stock de
activos financieros era 1.1 vez igual a la producción de bienes y
servicios en el mundo, al cierre de 2008 esa relación era ya de 3.6,
lo cual provoca una volatilidad nunca antes vista, sino también
recurrentes crisis en los mercados, manifestó.
En ese sentido, advirtió que si los organismos multilaterales de
crédito no trabajan fuerte en la regulación de los flujos de
capitales, hoy sin control, será imposible ordenar los mercados.
Hasta el momento, los cambios han sido sólo cosméticos, opinó la
dignataria argentina, quien criticó también con dureza a las
calificadoras de riesgo que dijo han tenido una gran responsabilidad
en la actual crisis.
Recordó que desde hace ocho años, cuando asumió la presidencia de
la nación Néstor Kirchner, su país ha venido apelando por la reforma
de los organismos multilaterales de crédito.
El mundo ha cambiado sustancialmente desde el 2003 y también
Argentina, subrayó y enumeró entre los principales logros alcanzados
desde entonces la reducción a un dígito de los índices de pobreza e
indigencia; el notorio descenso de la tasa de desempleo y el más
importante ciclo de crecimiento económico.
Argentina, que cayó en default en el 2001, fue entonces acusada
por los organismos de crédito de incumplidor serial, cuando en
realidad fuimos conejillo de indias de las políticas neoliberales de
los años 90, sentenció.
Elogió por otra parte la capacidad del Estado argentino para
reestructurar en los últimos años su deuda externa y cumplir
regularmente con los pagos sin acudir a los mercados de capitales.
En 2003, ejemplificó, un cinco por ciento del PIB se destinaba a
pagar la deuda y un dos por ciento al sector educativo. Hoy la
proporción se invirtió y a la educación está destinado un 6,4 por
ciento del PIB contra un dos por ciento al pago de los débitos.