Mas los pequeños también tienen derecho y los Juegos finalmente
se realizan legando una formidable estela de beneficios para el
deporte local que de ninguna otra forma podría conseguirse otorgando
siempre las sedes a las candidatas acaudaladas.
Dicha cita transcurrió del 1 al 17 de agosto del 2003 en la
capital Santo Domingo, con récord de 39 especialidades en
competencia. Las medallas de oro aumentaron ligeramente a 338, once
más que cuatro años antes. Por tercera ocasión tomaron parte los 42
países miembros de la ODEPA y Estados Unidos (117 de oro) lideró con
al menos una medalla en 37 deportes, menos fútbol y pelota vasca.
La delegación de Cuba, concentrada en solamente 22, confirmó su
habitual segundo lugar con 72 títulos, tres sobre Winnipeg, pero
desafinando con los 80 de Caracas’83 y hasta los 75 de
Indianápolis’87, sin olvidar el récord fuera de casa de 112 en Mar
del Plata’95; y la proeza de 140 en La Habana’91.
Sus principales éxitos acontecieron en seis deportes dominados.
La lucha, aun sin estar presente en cuatro categorías femeninas,
recuperó con diez cetros de 14 la hegemonía perdida desde La Habana
al lograr tres en la libre y barrer con los siete de la greco,
destacándose en superlativo el pluma Juan Luis Marén, tetracampeón
consecutivo, Filiberto Azcuy monarca por segunda vez y la aparición
del extraclase Mijaín López.
En remo fueron nueve éxitos de 14, participando Yoennis Hernández
en tres de ellos, mientras que en judo se conquistaron ocho con
protagonismo para las muchachas, seis de siete, encabezadas por
estrellas mundiales del rango de Amarilis Savón, Daima Beltrán y
Driulis González, coronadas por tercera vez y la última todavía sin
concluir su gloriosa estela continental.
El tapiz de la gimnasia artística despidió al linaje de Erick
López, quien a los 34 años mostró la frescura del mozalbete
debutante en 1991 junto a la maestría de la madurez con su cuarto
All around seguido, coronado seis veces: por equipos, salto,
anillas, paralelas y arzones, y estableciendo en 22 (18-3-1) los
premios capturados, líder absoluto de los Juegos hasta el presente.
Otra dorada (en salto) de Leyanet González redondeó en siete la
cosecha ganadora.
Las seis de oro del triunfante boxeo significaron sin embargo la
siega más baja sobre el cuadrilátero desde San Juan’79.
El canotaje fue el sexto deporte con dominio cubano de cinco
oros, dos de ellos por el binomio Ibrahim Rojas y Ledy Frank
Balceiro, mientras que el atletismo lo duplicó en éxitos pero sin
remontar los 13 de Estados Unidos. Resultaron invencibles Iván
Pedroso (8.23 en longitud) y Emeterio González (récord de 81.72 en
jabalina), ambos por tercera ocasión a hilo, sumándose Adriana
Muñoz, en 800 —tras dopaje de Letitia Vriesdre—, y 1 500 m, además
de Yumileidi Cumbá y Yipsi Moreno, estrellas también olímpicas en
bala y martillo.
Cuba reiteró el éxito de Winnipeg en básquet gracias a repitentes
de excelencia como Yamilet Martínez y Yakelín Plutín y adicionó el
impecable noveno eslabón a la cadena de éxitos en béisbol con nueva
hornada de peloteros: Ariel Pestano, Eduardo Paret, Norge L. Vera y
Pedro L. Lazo, bicampeones sucesores de tetramonarcas legendarios:
Vinent, Pacheco, Víctor Mesa, Lourdes Gourriel, Linares, Kindelán y
Luis Ulacia.
En voleibol todavía se recuerdan como increíbles las victorias de
República Dominicana —a costa de las cubanas—, y de Venezuela, sobre
los favoritos sextetos varoniles de Brasil y Cuba, aunque el voli de
playa sacó la cara con las parejas Francisco Álvarez/Juan Rosell y
Dalixia Fernández/Tamara Larrea.
Esos fueron los principales acontecimientos en síntesis. Hasta
Río de Janeiro 2007 no habrían nuevas sorpresas.