Decir ¡Felicidades! no es suficiente para expresar la mezcla de
tristeza, satisfacción y orgullo que sienten los estudiantes al
llegar a una meta y tener que decir ADIÓS o BIENVENIDA a esa gran
familia que es el círculo, la escuela, el tecnológico... ,o la
universidad.
En
ella ríen, lloran, cantan... y aprenden mucho, sobre todo, el
verdadero significado de la amistad, la solidaridad y la confianza;
por eso las experiencias vividas en cada etapa las guardarán como
eternos recuerdos.
Hace poco vimos a muchos, reunidos en plazas, teatros o en los
propios centros docentes, despidiendo una etapa de sus vidas, ahora
hay quienes se alistan para comenzar una nueva.
Quizás unos más lejanos que otros en el tiempo, todos sentimos
nostalgia de cada acto de graduación o inicio de un curso escolar y
de ellos conservamos gratos recuerdos: el uniforme, los amigos, los
libros de texto, la beca, el profesor nuevo... o las travesuras de
un compañero especial.
Los maestros y profesores, por su parte, también sienten la
satisfacción de verlos partir después de transmitirles conocimientos
o de llegar para recibirlos. Mientras, a niños o jóvenes les
embargan memorias y esperanzas de sus primeras lecturas, de su
primera palabra escrita o de sus primeros pasos en la vida
laboral... que los acompañarán el resto de la vida. Por eso les
resulta difícil olvidar las instituciones en las que se formaron y
los maestros que les enseñaron.
Entonces, ¿por qué no dejar en cada estudiante un bonito recuerdo
también del día de su graduación o inicio del curso?
Para eso solo se necesita echar mano a la sensibilidad y
condimentar con alegría, aunque claro está, sin olvidar la
solemnidad. Ocasión propicia para reafirmar sentimientos de amistad,
solidaridad y respeto entre todos.
Asimismo, reconocer a quienes han estado y estarán junto a ellos
guiando sus enseñanzas: a los padres, que durante años siguen sus
pasos; a los maestros y profesores, quienes les ofrecen
conocimientos y comparten sus experiencias; a los directivos,
trabajadores y amigos, quienes tienen siempre a mano una palabra de
aliento; incluso hasta a los vecinos por permitirles compartir su
espacio.
Recordemos que, con muchos o pocos recursos, del acto de
graduación o inicio de un curso en cualquier nivel de enseñanza, nos
queda como recuerdo el título recibido, las palabras de bienvenida,
el primer saludo a un desconocido que luego puede ser un gran amigo,
las instantáneas, como testimonio gráfico... Solo eso perdurará en
el tiempo si no logramos exaltar y reconocer lo que el momento debe
significar para cada uno.
Evitemos entonces que cuando se enfrenten a una nueva etapa,
pierdan aquellas valías que con tanto amor y por tantos años
sembraron en ellos.