Desde Haití

A casi un año la enfermedad de cólera en fase de endemia

JUAN DIEGO NUSA PEÑALVER, enviado especial

PUERTO PRÍNCIPE. — A pesar de que el poderoso huracán Irene, el primero de la actual temporada ciclónica, azotó fuerte la región norte de Haití, provocando dos muertos, cuatro heridos y 1000 evacuados, entre otras afectaciones, no se reporta un brote ni foco activo de cólera; como tampoco un aumento brusco de las enfermedades diarreicas agudas asociadas a las intensas lluvias del fenómeno atmosférico.

Foto del autorEl doctor Rolando, asistido por la enfermera Elena, atiende a la pequeña Eliane Seliko por una enfermedad diarreica aguda.

Tras el paso de Irene, los grupos de pesquisa activa (GPA) de nuestra brigada médica intensificaron las acciones educativas y preventivas contra la enfermedad en ese pedazo haitiano pobre, seco y árido, y que comprende los departamentos (provincias) Norte, Nordeste y Noroeste.

Los GPA en Haití han pesquisado hasta el presente 2 920 420 personas, entre quienes han detectado 5 512 enfermos del mal, que hubieran muerto de no haber recibido tratamiento oportuno.

Entre los integrantes de esos pequeños grupos, que mochila al hombro recorren la geografía montañosa de la patria del gran Louverture, figura Rolando Altalluz Estrada, un joven médico peruano formado en la Escuela Latinoamericana de Medicina de La Habana, que en el adolorido Haití de hoy hace pesquisa en la comuna de Ouanaminthe (Nordeste), fronterizo con República Dominicana, junto a la enfermera holguinera Elena Cardeso Batista.

"Este aprendizaje me ha permitido crecer profesionalmente, ayudar a un pueblo hermano y conocer su cultura e idioma", expresa el doctor Altalluz.

En el barrio marginal de City Plante, donde la miseria pareciera rebrotar de la tierra, atendió el centro de tratamiento de cólera de Ouanaminthe, en cuya consulta se afana en despejar los temores del padre de la pequeña Eliane Seliko, de cinco años de edad, a la que diagnostica una enfermedad diarreica aguda y no cólera. En 20 días solo han atendido allí dos casos contagiados con el vibrión colérico.

Atrás quedaron los días críticos de la epidemia como cuando diagnosticaron en enero pasado a 1 464 enfermos. Esa cifra disminuyó a menos de 20 en junio y julio, dijo a Granma la doctora Maritza Hernández Valdés, la artemiseña jefa de nuestra brigada en el Nordeste.

Tras el paso del huracán Irene se determinó cerrar el centro de tratamiento de Ouanaminthe, uno de los tres últimos de los 23 que llegó a tener en Haití nuestro personal sanitario, debido a la baja tasa de morbilidad del padecimiento.

Ahora la estrategia pasa por mantener la pesquisa y atender a los contagiados en las 33 unidades de tratamiento de la enfermedad atendidas por nuestros colaboradores de la salud en este país.

Además, está próximo el regreso a Cuba del último grupo de refuerzo del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve.

A casi un año del reporte de los primeros casos, el 15 de octubre del 2010, el cólera ha afectado ya a 428 785 personas, de las que han fallecido 6 194 con una tasa de letalidad a nivel nacional de 1,44 %.

El doctor Lorenzo Somarriba López, jefe de la Misión Médica cubana en Haití, confirmó a Granma la fase de endemia del mal en este atribulado país desde la última semana de abril y señala que la cantidad de contagiados se ha comportado dentro de los vaticinios, no así la letalidad, manifestada por encima, debido a que los otros actores involucrados en este esfuerzo no cumplieron con todas las medidas de prevención, diagnóstico y tratamiento oportuno.

Explica que la brigada médica cubana, que ya ha atendido a más de 75 600 pacientes con cólera, tiene una bajísima tasa de letalidad acumulada de 0,36%, cuatro veces inferior al indicador nacional.

Tras ratificar que en estos momentos los brotes aislados están controlados, recuerda que la epidemia de 1991 en Perú se extendió por 16 países de América y tuvo reportes de enfermos en los siguientes diez años. De ahí que nuestra brigada insista en la labor de los grupos de pesquisa activa, las acciones educativas, atención inmediata a los casos que lleguen a nuestras unidades, el tratamiento a sus contactos y el control de foco para cortar la cadena de transmisión. Con ello se evita la propagación de una enfermedad que mata anualmente en el planeta a más de 100 000 personas.

 

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