El gobierno estadounidense aumentó sus presiones contra Siria en
la forma de un paquete de sanciones y la petición del presidente
Barack Obama a su homólogo Bachar el Assad que abandone el poder de
inmediato.
Obama hizo sus declaraciones poco antes de partir para disfrutar
vacaciones en el lujoso retiro presidencial de Martha s Vineyard,
seguido de críticas de los medios y sectores sociales por su salida
de esta capital cuando la economía está en vilo y el desempleo
aumenta, reporta Prensa Latina.
Las formulaciones del mandatario fueron seguidas de una
declaración leída por su secretaria de Estado, Hillary Clinton,
según la cual Estados Unidos reforzará el círculo de aislamiento
contra el presidente sirio y su gobierno con el propósito declarado
de derrocarlo.
De inmediato, las autoridades norteamericanas decretaron una
restricción de movimientos a los diplomáticos sirios destacados en
Washington.
Congelación de activos, prohibición a las firmas estadounidenses
de hacer negocios en Siria y la veda de compra y venta de productos
petroleros, figuran entre las nuevas restricciones.
Sin embargo, tanto Obama como la señora Clinton dejaron entrever
que la estrategia inmediata no incluye medidas de carácter militar
como las empleadas contra Libia.
Desde Damasco se supo de fuente oficial que el presidente el
Assad se reunió la víspera con el Comité Central de su Partido BAAS
del Renacimiento Arabe Socialista y aclaró que las reformas por él
anunciadas a fines de junio pasado dimanan de la voluntad nacional y
en modo alguno de presiones foráneas.
En las últimas semanas los medios oficiales sirios dieron cuenta
de disturbios en varias provincias de ese país árabe, protagonizadas
por los que las autoridades califican de "grupos de terroristas
armados que cumplen una agenda extranjera".
Los desórdenes fueron controlados por fuerzas del orden siria
que, acorde con versiones oficiales, retornaron a sus cuarteles
después de cumplir la misión que se les asignó.