En efecto, ahí está la Riverside, una de las orquestas de mayor
calado en la memoria de la música popular cubana a lo largo del
siglo XX, fundada en 1938, lista para volver al ruedo. Junto a la
del Beny, la jazz band por excelencia. El milagro se debe a la
perseverancia y el sentido de pertenencia del maestro Raúl
Nacianceno, saxofonista, orquestador y director, quien dedicó 15
años esenciales de su vida a una orquesta en la que halla raíces
familiares —su tío Alfonso Nacianceno fue por largo tiempo
saxofonista y administrador del colectivo— y que se propuso cumplir
el sueño de la reanimación.
"Yo estuve hasta 1993 con la Riverside —cuenta Raúl—, el año en
que colapsó. La situación económica extremadamente difícil por la
que atravesaba el país, más el auge de la timba, influyeron en la
dispersión del colectivo. Cada uno tomó un camino diferente y hasta
el archivo de las partituras desapareció. En lo personal, a mí no me
fue mal. Llegué incluso a formar parte de la banda acompañante de
Omara Portuondo y del formato grande de Buena Vista Social Club.
Pero tenía una deuda moral, sentimental y artística conmigo mismo:
rescatar la Riverside."
¿Capricho, obcecación, nostalgia? ¿Acaso una operación de
arqueología musical?
"Puede haber algo de nostalgia en el orden personal, pero hay,
pienso yo, buenas razones para que la Riverside regrese a la escena.
La historia, el repertorio, el estilo y la proyección de la orquesta
constituyen valores patrimoniales de permanente actualidad. ¿Por qué
la Aragón sigue siendo la Aragón, con su repertorio de siempre? ¿Qué
explica que Los Muñequitos de Matanzas mantengan la rumba como un
fenómeno vivo? ¿Por qué el Septeto Nacional, el Habanero, el
Cuarteto Patria y Buena Vista siguen gustando? Lo mismo puede
ocurrir con la Riverside. Fíjense que cuando se escuchan grabaciones
de diferentes épocas de la orquesta, la Riverside continúa siendo un
referente para el oído y el bailador. Y ese oyente y ese bailador,
dentro y fuera de Cuba, es un público que estoy seguro nos
aceptará."
Nada, sin embargo, ha sido miel sobre hojuelas. Tres grandes
obstáculos se interponían para cumplir el sueño de Nacianceno: la
recuperación del repertorio, el alistamiento de los músicos y la
reinserción en los circuitos promocionales.
"Ante la pérdida de las partituras —narra el maestro—, me di a la
paciente tarea de repasar discos y cintas y transcribir una a una
las piezas fundamentales de la orquesta. Algunos decían que estaba
loco, que perdía tiempo y dinero. Creo que valió la pena. Ya tenemos
30 temas montados y pronto pensamos doblar la cifra."
"Los músicos en su inmensa mayoría son jóvenes, egresados de
nuestros conservatorios. Tienen los oídos frescos. Lo más difícil ha
sido hacerlos entrar en estilo, pero lo han conseguido. Hubo quienes
pensaron que eso no era posible, bajo el supuesto de que a los
jóvenes les interesan otras músicas y otros estilos. Si así fuera,
en el mundo no habría jóvenes de 20 a 30 años empeñados en tocar
bien a Mozart, Beethoven, Ravel. Salvando las distancias, mis
muchachos cobran conciencia de que están interpretando clásicos de
la música popular cubana. ¿Cantantes? Tito Gómez es irrepetible.
Sería un suicidio artístico tratar de imitarlo. Contamos con tres
voces excelentes. Tanto para los cantantes como para los
instrumentistas, la cuestión no pasa por clonar a la Riverside, sino
en ser fiel a su espíritu."
El maestro Nacianceno sabe que de golpe y porrazo no se accede a
la radio, la TV y las casas discográficas. Pero reclama atención. Ya
grabaron cuatro temas en Radio Progreso, la promotora Beny Moré los
representa y aspira a entenderse más temprano que tarde con un sello
fonográfico preferentemente cubano.
La mejor carta de presentación está en la plena restauración del
sonido Riverside. Quienes escuchen temas como Naricita fría,
Dulce habanera, Amapola, Ahora seremos felices,
Almendra, Alguien como tú y hasta la mismísima Vereda
tropical, podrán acreditar la calidad de un nuevo despegue. Y
sentirán las sombras tutelares del fundador Enrique González Mántici
—sí, el célebre director sinfónico— y de los pianistas Juan Bruno
Tarraza, Adolfo Guzmán, Peruchín y Joseíto González, de los
trompetistas Marcos Urbay y Eddy Martínez, del contrabajista Orlando
Cachaíto López, cuando los músicos de ahora acometan el mambo y
digan a coro: "River, River... ¡Riverside!"