¡No más Hiroshimas y Nagasakis!
En 1945 Estados Unidos lanzó toda su prepotencia sobre los civiles
de Japón, en forma de bombas nucleares. Primero fue en Hiroshima, el
6 de agosto. En Nagasaki, tres días después. Dos ciudades
virtualmente desintegradas en pocos minutos¼
y en pocos minutos condenados sus pobladores al futuro deforme y al
sufrimiento perpetuo de quien nace en territorio minado por la
radiación atómica.
En
marzo del 2003, el Comandante en Jefe Fidel Castro rindió tributo a
las víctimas de Hiroshima, y allí expresó: “Que jamás vuelva a
ocurrir semejante barbarie”.
Sesenta y seis años después, pese a la advertencia de que cien
ojivas nucleares pueden hacer desaparecer nuestra especie, las
grandes potencias pregonan, "para los otros", la no proliferación;
mientras, agazapadas en los depósitos, más de 25 000 de ellas
esperan el momento de generar su propio invierno.
La Humanidad merece la eliminación absoluta de las armas
nucleares, única y definitiva garantía de que el horror de Hiroshima
y Nagasaki no habrá de repetirse. |