La Operación Cóndor se institucionalizó a propuesta de la
Dirección de Inteligencia Nacional de Chile entre el 25 de noviembre
y el 1ro. de diciembre de 1975, con el consentimiento de la Agencia
Central de Inteligencia y la participación de representantes de
varios países del Cono Sur, donde imperaban dictaduras militares.
Mucho antes, sus cuerpos represivos habían actuado de común acuerdo
contra los movimientos opositores a los regímenes fascistas que
desgobernaban la región. Fue una internacionalización del terrorismo
de estado.
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Crescencio Galañena Hernández.
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Jesús Cejas Arias. |
Los terroristas de origen cubano, actuando bajo la protección del
gobierno de Estados Unidos, ofrecieron a los fascistas chilenos sus
habilidades criminales adquiridas al servicio de la CIA. Orlando
Bosch Ávila, cabecilla de Acción Cubana, y Guillermo Novo Sampoll,
del Movimiento Nacionalista Cubano, presentaron a los golpistas sus
imponentes currículos, brindando su destreza y su voluntad para
operar como sicarios al servicio del fascismo. Inmediatamente
comenzaron a ejecutar numerosos actos de terror por encargo en
territorios de Argentina, Perú, Costa Rica, México, Italia, Francia,
Alemania y Estados Unidos. Incorporaron a sus métodos el atentado y
el secuestro de funcionarios y empleados de las representaciones
diplomáticas y comerciales cubanas en varios países, un modus
operandi extraído de las experiencias de sus coyunturales patronos
sudamericanos.
Un hecho típico tuvo lugar el 13 de agosto de 1975, cuando un
comando terrorista procedente de Miami disparó contra el embajador
de Cuba en Argentina, contando con el apoyo de organizaciones
fascistas en ese país.
Con el surgimiento de la Coordinación de Organizaciones
Revolucionarias Unidas (CORU), un engendro de los mismos terroristas
de Miami reunidos en República Dominicana el 15 de junio de 1976,
acordaron incrementar la escalada criminal contra los intereses de
Cuba en América Latina y Europa.
El 23 de julio, otro grupo terrorista trató de secuestrar al
Cónsul de Cuba en Mérida, Yucatán. En el intento fue asesinado el
técnico Artaigñán Díaz Díaz. Una segunda etapa de este plan
consistía en hacer estallar cargas explosivas en la embajada cubana
en la capital mexicana con el propósito de destruirla.
El 9 de agosto los funcionarios cubanos Jesús Cejas Arias (Pinar
del Río, 1953) y Crescencio Galañena Hernández (Sancti Spíritus,
1949), acreditados en la embajada cubana en Buenos Aires, fueron
emboscados por un grupo de tarea de los golpistas argentinos a pocas
cuadras de la sede diplomática, en la esquina de las calles
Arribeños y La Pampa, en el barrio de Barrancas de Belgrano. A pesar
de que nuestros compañeros ofrecieron una férrea resistencia, fueron
introducidos por la fuerza en autos sin matrícula y trasladados al
Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio denominado
Automotores Orletti, un taller de mecánica convertido en prisión
secreta.
Algunos documentos y actores históricos aseguran que en los
interrogatorios participaron oficiales de la llamada DINA Exterior
de Chile, el estadounidense Michael Townley y Guillermo Novo Sampoll.
También que la CIA tuvo conocimiento del secuestro y recibió
informes sobre el paso de los dos funcionarios cubanos por ese
lugar. El terrorista Orlando Bosch Ávila se adjudicó el crimen como
una "acción" de su organización.
Como resultado de las investigaciones realizadas posteriormente,
se ha podido establecer que los dos jóvenes fueron torturados con
extrema violencia, sin que sus captores lograran obtener las
informaciones pretendidas. Soportaron con dignidad el suplicio a que
fueron sometidos, hasta ser asesinados. Sus cuerpos fueron
introducidos en depósitos de lubricantes, mezclados con cemento y
cal, y lanzados en un lugar aún desconocido.
Entre agosto de 1976 y marzo de 1978, en poco menos de dos años,
otros diecisiete argentinos —nueve hombres y ocho mujeres—
vinculados a las representaciones diplomáticas y comerciales de Cuba
en Buenos Aires, fueron secuestrados, torturados y desaparecidos.
Estos empleados y sus familiares fueron sustraídos a la fuerza de
sus viviendas y centros de trabajo. Ninguno de sus restos ha podido
ser encontrado. Una empleada y dos de sus familiares sobrevivieron
al secuestro y fueron liberados. La mayoría militaban en
organizaciones opuestas a la dictadura militar.
En marzo de 1977 urdieron un plan de exterminio contra la sede
diplomática cubana en Buenos Aires. Una fuerza de tarea de la
Escuela de Mecánica de la Armada estudió durante varias semanas la
instalación y concibió atacarla por sorpresa para secuestrar a un
grupo de adolescentes y niños, familiares de Mario Roberto Santucho,
líder de la organización Ejército Revolucionario del Pueblo, quien
había sido asesinado el 19 de julio del año anterior. Tras su
muerte, sus familiares habían recibido refugio diplomático en dicha
sede.
Un hermano y una hermana de Santucho, que estuvieron también
recluidos en Automotores Orletti, fueron asesinados y desaparecidos.
Solo los restos del primero fueron recuperados en el año 2009. El
tenebroso plan, debido a pugnas internas de los represores, no llegó
a su fase ejecutiva, que concebía ocasionar la mayor cantidad de
bajas entre los diplomáticos cubanos. En marzo del año 1977 otros
tres funcionarios cubanos fueron interceptados en plena vía pública
y conducidos a un centro de detención de la Policía Federal en
Buenos Aires. Una enérgica indagación de la embajada de Cuba malogró
las intenciones de los represores.
Fue el fascismo en la región, impuesto y protegido por el
gobierno de Estados Unidos, lo que propició tan brutales hechos, que
dejaron más de treinta mil desaparecidos en Argentina y en otros
países del área. También generó cientos de miles de refugiados,
quienes escaparon hacia otras latitudes ante la represión que
durante años enlutó a sus pueblos. Las secuelas del impacto de ese
aciago periodo perduran hasta el presente .
Jesús y Crescencio constituyen un digno ejemplo de combatividad y
resistencia para las presentes y futuras generaciones.