No es culpa del diablo

AMELIA DUARTE DE LA ROSA
amelia@granma.cip.cu

Foto: Otmaro RodríguezUna comedia del dramaturgo Abelardo Estorino estrena este mes el grupo Teatro Pálpito, dirigido por Ariel Bouza, en la sala Adolfo Llauradó, de la Casona de Línea. La refrescante puesta, que rinde homenaje al legendario Teatro Estudio, sube a escena temas recurrentes de la realidad cotidiana como el machismo, el adulterio, la traición y el orgullo.

Con una concepción lúdica opera Bouza esta obra. La ubicación de los diez actores de Que el diablo te acompañe encima del escenario permite sacarle partido a todas las posibilidades que ofrece su presencia a telón abierto. Las dinámicas entradas y salidas de los personajes matizan las distintas peculiaridades que dan personalidad a sus caracteres.

Sobre el tabloncillo solo una tarima y dos sillas de madera convierten la sala Llauradó en un rincón arrabalero entre el infierno y la tierra. Toques de humor, ironías, pequeños delirios, enredos y chismes de barrio, conflictos domésticos, contrastes de violencia y ternura son los momentos que van integrando la pieza del reconocido teatrista. También la maldad y las mentiras del Diablo —omnipresente, interventor y ambiguo— figuran en cada pasaje de la trama.

El espacio abierto del texto, eficazmente utilizado para entretener al público, permite la adaptación del montaje a nuestra circunstancia actual y sitúa al espectador en un medio conocido donde aparecen referencias al cine mudo, las novelas mexicanas, el mítico Don Juan y hasta el Lennon del céntrico Parque de 17, en el Vedado.

Sin embargo, algo sucede con esta sátira que no llega a cuajar del todo. Los desniveles de las actuaciones crean un alto contraste en la puesta. Solo cuatro personajes, Elvira, Juan, Inés y el Diablo masculino interpretado por Maikel Chávez —un actor que siempre disfruto ver en escena por la organicidad y la veracidad con las que se desenvuelve en cualquier tipo de obra— logran sostener el ritmo. El elenco debería ser más certero porque de momentos el tono resulta bastante impreciso, flaquea la química y, por desdicha, algunos parlamentos e intervenciones parecen un tanto forzados.

Con seguridad los muchachos de Pálpito podrán salvar las deficiencias si echan mano a sus mejores recursos. Hay que tener en cuenta que este grupo, con 18 años de fundado y un nutrido repertorio, posee un desarrollo escénico de múltiples aciertos y sabe triunfar tanto en el teatro de títeres para niños como en el teatro para jóvenes y adultos.

 

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