La escuela especial en Cuba administra hoy la alegría de niños y
adolescentes con discapacidades ante el propósito de devolverlos a
la enseñanza general en el menor tiempo posible.
Si algo administramos es alegría y solidaridad, expresó en
diálogo con Prensa Latina Esther María La O, directora de la escuela
Solidaridad con Panamá, la única del país especializada en la
atención de limitados físico-motores.
"No nos consideramos personas sufridas. Los que estamos en la
escuela nos consideramos mejores seres humanos por nuestra capacidad
de amar, sentir y ser solidarios", señaló La O, con 48 años en esa
enseñanza, 39 de ellos como directora de centros.
Sufrimos con los alumnos muchas veces, pero sentimos también sus
alegrías, sus triunfos y adelantos por muy pequeños que sean, añadió
la académica al frente del centro desde su fundación en diciembre de
1989.
Nuestra intención es devolver a los discapacitados a la enseñanza
general, explicó la directora tras manifestar que primero deben
superar dos objetivos principales: la rehabilitación física al
máximo posible y la estabilización sicológica.
Cuando llegó al tope lo reenviamos a la escuela común, con
excepción de los retrasados mentales que permanecen en la escuela
hasta los 18 años si están preparados en un oficio o hasta los 21 si
no lo están, aclaró.
En Cuba hay unos tres mil niños y adolescentes en edad escolar
con limitaciones físico-motoras y en la escuela solo hay 106,
significó la profesora al argumentar que la presencia o no depende
de la voluntad de los padres.
Tenemos capacidad para 210, pero lo principal es que respetamos
la voluntariedad de la familia, aseguró La O, para quien el
estudiante debe mantenerse en la escuela común después de un
tránsito por la enseñanza especial.
Aquí pueden ir a la escuela común mejor preparados, para
enfrentarse a la vida dura y difícil de un discapacitado, abundó la
funcionaria defensora convencida de esa enseñanza, que cumplirá
medio siglo en enero de 2012.
Preguntada por momentos felices de la escuela, situada en el
suroeste de La Habana, La O mencionó las veces que el fundador y
líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, ha tenido presente el
centro que ya graduó unos 800 discapacitados.
Nos erizamos, lloramos cuando un niño deja el sillón y empieza a
caminar, o cuando uno con problemas severos en el habla comienza a
pronunciar las primeras palabras, afirmó.
Sin dudas, los instantes tristes están relacionados con la muerte
de algún menor. Este año perdimos dos, incluido uno de cinco años,
expuso con ojos llorosos la directora para reponer que en 21 años
han tenido más felicidad que tristeza.