Sin pretender que el recién electo presidente Ollanta Humala
repita en Perú lo que hizo Chávez en Venezuela, hay que decir que lo
que sucedió aquí es un espejo.
1º.) La política es un permanente dilema que obliga a definirse.
Es hacer o no hacer. Ser lo que se es o renunciar a lo que se es. De
poco valen los consejos.
Advertir a un político acerca de lo que debe hacer en determinada
circunstancia, equivale a escribir en el agua. Cada quien, en ese
impredecible ambiente que caracteriza a la actividad política,
termina adoptando decisiones de acuerdo a sus propias convicciones e
intenciones, abiertas o veladas, o presionado por los hechos y los
llamados poderes fácticos.
2º.) Mi impresión sobre el presidente electo de Perú, Ollanta
Humala, es que se halla ante una situación parecida a las de otros
políticos que hicieron promesas programáticas para arribar al
gobierno y, luego, al triunfar, tuvieron que definirse ante la
exigente cita con la realidad. Como a los politólogos y
comentaristas de la región, con intención o sin ella, les encanta
meter a Hugo Chávez en sus análisis, me voy a permitir hacer lo
mismo. Porque lo que ocurrió en diciembre de 1998 cuando Chávez
derrotó al puntofijismo, se parece a lo de Humala con su triunfo
sobre la derecha peruana. (Tomado de Panorama, Venezuela)