El sistema vomita hombres
Alejandro Giuffrida
Mil millones de pobres. La inflación de alimentos y la creciente
franja mundial de habitantes en situación de desnutrición llevaron a
la agenda internacional la necesidad de regular los mercados
financieros de commodities, para evitar que una burbuja
especulativa complique todavía más el panorama. En 10 años, el mundo
deberá producir un 70 % más de alimentos que hoy.
"El sistema vomita hombres", denunciaba Eduardo Galeano en su
valiente Venas abiertas de América Latina a comienzos de la álgida
década del setenta. La sentencia tristemente actualizada al mundo
financiero de este primer decenio del siglo XXI, lejos de perder
vigencia, se magnifica de cara a la profunda problemática
alimenticia que atraviesa buena parte del globo.
Las crudas estimaciones indican que actualmente son más de 930
millones las personas que sufren de hambre en el mundo. El número
viene creciendo desde 1995, paradójicamente el año en que se
cerraban los acuerdos del 1er. Objetivo de Desarrollo del Milenio:
"Reducir a la mitad para el 2015 el porcentaje de personas cuyos
ingresos sean inferiores a 1 dólar por día". Según el Banco Mundial,
en estos últimos 15 años entre 100 y 150 millones de personas
pasaron a ser consideradas "población con nutrición insuficiente".
La sostenida inflación de los alimentos complica severamente el
panorama, en el que sobrevuela una resignación mundial ante la
dificultad por controlarla. Sucede que, además de la fuerte y
creciente demanda internacional, se suman las presiones que los
capitales especulativos generan, inflando burbujas financieras con
los commodities alimenticios y llevando los precios a niveles
históricos.
Para la próxima década, se estima que el mundo deberá producir un
70 % más de alimentos para corresponder al crecimiento de la
demanda. Solo en China, de sus 1 300 millones de habitantes, unos
300 millones son de sectores medios que ingresaron al mercado
demandante y que hasta hace unos 15 años no figuraban siquiera en
los estudios de perspectivas.
Inflar
los precios
Desde el 2005 hasta el 2008 los precios mundiales de los
alimentos subieron un 80 %. La tendencia no se detuvo: según datos
de la FAO, en el segundo semestre del 2010, crecieron un 30 %. Si se
pone la lupa sobre el trigo, el precio casi se duplicó, mientras que
el maíz creció en los últimos meses del año pasado más del 60 %.
Buena parte de este incremento se explica gracias al fuerte
componente especulativo que los mercados financieros de
commodities comenzaron a registrar, luego de que estallara la
crisis económica internacional y se debilitara el dólar, perdiendo
su carácter de refugio de inversión.
Frederick Kaufman, un especialista norteamericano en temas
alimenticios, sostiene directamente que fue la "codicia" de Wall
Street la que infló los precios con tanta vertiginosidad. En el 2003
el mercado de futuros de materias primas estaba en el orden de unos
13 000 millones de dólares; para julio del 2008, ya había unos 318
000 millones; en abril del 2011 las transacciones en las bolsas del
mundo en materias primas rondaron los 412 000 millones de dólares.
Es decir que en 8 años el dinero volcado en este segmento de
commodities creció más de 30 veces. Se constituyó —dice Kaufman,
y difícilmente se pueda desmentir— "una autentica burbuja
alimentaria".
Actualmente, hay cerca de 2 000 millones de personas que gastan
más del 50 % de sus ingresos en alimentos. Según los últimos datos
mundiales, durante el 2008 unos 250 millones de habitantes pasaron a
engrosar las caudalosas corrientes de hambrientos que circulan por
el globo. Como información actual se puede aportar los últimos
informes que difundió el Banco Mundial, donde se asegura que entre
octubre del 2010 y enero del 2011, los precios de los alimentos
crecieron un 15 % y, automáticamente, 44 millones de personas
ingresaron en la categoría de "pobres". (Tomado de Rebelión) |