TAGUASCO,
Sancti Spíritus.— En correspondencia con el propósito de
diversificar sus surtidos y al mismo tiempo responder a necesidades
concretas del país, la fábrica Siguaney, de esta provincia, viene
incursionando en los últimos tiempos en la producción de los
llamados cementos especiales, necesarios para varios frentes
económicos de la vida nacional.
Además de producciones tradicionales como el PP-250, el P-350 y
el blanco, la industria espirituana ha incorporado variedades
específicas como la destinada a encamisar los pozos de petróleo, que
al decir de los especialistas resulta altamente resistente a la
compresión y a la agresión química, minimiza el tiempo de fraguado,
requiere bajo consumo de aditivos y consigue un buen sellado
hidráulico entre las capas del subsuelo.
A ello se suma el cemento puzolánico tipo IVA P 42,5 R (Norma
UNE), empleado en construcciones marítimas, específicamente de
muelles flotantes, material caracterizado por una gran resistencia y
producido en muy pocos países del mundo.
El cemento hidrófugo, obtenido aquí a finales de la década del 80
y perfeccionado posteriormente, ahora ha sido retomado para la
impermeabilización de cubiertas y la obtención de hormigones
aligerados, en lo que constituye una evidente área de oportunidades
para la entidad espirituana.
"Hasta ahora estos cementos especiales los fabricamos en
dependencia de los pedidos —declaró Gustavo Suárez, director de
Siguaney—, pero queremos afianzarnos en ellos de cara al futuro e
incluso buscar vías para su exportación por sus altos precios en
mercados internacionales."
Como parte de su estrategia de diversificación productiva, los
especialistas espirituanos también obtuvieron hace algunos años el
cemento P-450, de elevada resistencia, y actualmente, de conjunto
con la Universidad Central de Las Villas, desarrollan un proyecto
para la posible producción de aglomerantes con adición de metacaolín.