El primer ministro polaco, Donald Tusk, asumió la presidencia
semestral del Consejo de la Unión Europea (UE), en un clima de
incertidumbre en torno al euro, la economía regional y problemas de
integración plena.
Una ceremonia y una gala acompañaron el traspaso del poder
rotativo y temporal en presencia del presidente permanente del
Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.
Al despedir a su predecesor húngaro, Víktor Orban, Tusk
comprometió a Varsovia en la labor de reforzar la credibilidad y el
respeto por las naciones de Europa central.
Polonia, que ingresó en 2004 a la UE, apostó durante su
presidencia en los próximos seis meses por un programa que estimule
el crecimiento económico y la generación de empleos, uno de los
problemas agravados en los últimos tiempos con las políticas
neoliberales de recortes.
Van Rompuy valoró, por su parte, como significativas las otras
prioridades de la presidencia polaca para promover la ampliación del
bloque de los 27 hacia el Este y la colaboración con los estados
vecinos.
El primer ministro polaco llamó a los socios comunitarios a
solucionar la crisis actual presupuestaria con espíritu de
solidaridad y un fuerte liderazgo político, cuando persisten
divisiones en cómo reaccionar ante la posible bancarrota de Grecia y
el contagio.
Polonia se convirtió así en el cuarto país del antiguo bloque
socialista que ostenta la presidencia semestral de la UE, después de
Eslovenia (2008), República Checa (2009) y Hungría.
La nación de 38 millones de habitantes afronta también las
secuelas de la recesión económica y el colapso financiero desde
2008, de ahí que los trabajadores reclamen insistentemente al
gobierno de Tusk un salario mínimo digno y otros beneficios
sociales, señaló Prensa Latina.