De
esos fuegos que nos queman resulta ser para la poeta y periodista
argentina Stella Calloni la última de las novelas de Ana María
Radaelli, A veces el viento. Pero no solo se ajusta ese
calificativo a la obra en cuestión, sino también a lo acontecido en
la tertulia Fe de Vida, del capitalino Centro Dulce María Loynaz,
donde fue presentada.
Conducido por la poeta Aitana Alberti el espacio, que combina
bajo el rubro imagen y palabras, propuestas audiovisuales y
coloquiales, reservó para la ocasión, a propósito de concertarlo con
la novela seleccionada para la velada, el capítulo de la serie La
vida según Galeano: Amares, del narrador y ensayista uruguayo
Eduardo Galeano, y la actuación de Alberto Faya, quien con voz y
guitarra propinó la música a los temas que quedaron sobre el tapete
a partir de la exhibición del documental y de los comentarios
suscitados en torno al libro.
Haroldo Conti, escritor argentino "absolutamente entrañable" para
Radaelli, y desaparecido por la dictadura militar en ese país, fue
la inspiración que a partir de una frase tomada de uno de sus
cuentos, La balada del álamo Carolina, ("A veces el viento
trae algunas voces") puso en función de escribir "la novela de las
voces" a Radaelli, quien al decir de Calloni ha escrito un "libro
atrevido, que muestra y esconde caras y desgarra máscaras. Y por
eso, revelador".
"Me conmovió esta frase porque me doy cuenta de que la memoria
nos guarda gustos, colores... , musican la memoria cuando nos
devuelven momentos únicos y sin saberlo tenemos también atesorados
un montón de voces", explica la autora que ha escogido para contar
la historia, en un tiempo verbal apenas utilizado para conducir el
género, un viejo recurso, el de la novela dentro de la novela, pero
renovado en el decir, en el modo de encarar el discurso, y una
primera persona empleada que —asegura— no es su voz, ni la
narración, por tanto, una secuencia de revelaciones propias.
También de un calor ardiente resultaron las resonancias emitidas
por el audiovisual La vida... , rodado en este ambiente de
afectos propios del encuentro. En él, el mismísimo Galeano esgrime
varios de sus textos (El diagnóstico y la terapéutica,
Fundación de los abrazos, Teología 2, Los siete
pecados capitales, Las hormigas y Un arma peligrosa,
entre otros), en los que el amor muestra su carta triunfal como el
más grande de los sentimientos, bien por medio de la definición, el
comentario o la extrapolación, que alcanzan a manos del autor de
El libro de los abrazos la necesaria y acuciosa mirada a que nos
tiene acostumbrados sin que escape a su pluma la censura a las
injusticias del mundo contemporáneo.