Un informe de la propia Oficina para el Control del Alcohol,
Tabaco y Armas de Fuego de Estados Unidos (ATF) reconoció que un 70
% del armamento incautado por las autoridades mexicanas a los
narcotraficantes procede de Estados Unidos.
Wayne LaPierre, vicepresidente de la estadounidense Asociación
Nacional del Rifle, dijo a The Wall Street Journal que dudaba de la
autenticidad de esa información de la ATF.
Sin embargo, diversos estudios de fuentes más imparciales
aseveran que la cifra realmente alcanza un 85 % de esas armas.
El presidente mexicano, Felipe Calderón, reiteró este fin de
semana la responsabilidad de la industria armamentista de Estados
Unidos por las miles de muertes ocurridas en México a causa de la
violencia desatada por el crimen organizado.
Durante un encuentro sostenido con la comunidad mexicana
residente en California, Estados Unidos, el mandatario comentó que
esa venta de armas constituye un lucrativo negocio que genera
millonarias ganancias.
El Presidente recordó que su país se encuentra al lado del mayor
consumidor de drogas en el mundo, lo cual es otro gran aliciente
para el desarrollo del crimen organizado.
Paradójicamente, coinciden comentaristas, el país más afectado
por el consumo de estupefacientes es a la vez el principal proveedor
de armas a los narcotraficantes.
Un fallido operativo de autoridades estadounidenses, conocido
como Rápido y Furioso, que permitió la entrada de numerosas armas a
territorio mexicano, adquiere igualmente renovada expectativa por
las próximas audiencias al respecto en el Capitolio de Washington.
Por otra parte, la Caravana por la Paz, que recorrió 3 000
kilómetros desde el centro de México hasta la frontera con Estados
Unidos, exigió al gobierno estadounidense que suspenda el Plan
Mérida.
El poeta mexicano Javier Sicilia, durante el acto de conclusión
de esa marcha, en El Paso, Texas, Estados Unidos, afirmó que ese
país debe admitir que su política antidroga tiene un efecto
devastador en Latinoamérica.
El Plan Mérida fue lanzado en el 2008 por el entonces presidente
estadounidense George W. Bush, y continuado por su sucesor, Barack
Obama, supuestamente como apoyo a México y países de Centroamérica
en el combate contra el narcotráfico.
En su largo recorrido la marcha se detuvo en Ciudad Juárez, la
urbe mexicana con mayor violencia, con un balance de 3 100
homicidios en el año pasado, atribuidos en su mayoría a las bandas
de narcotraficantes.
En esa ciudad se firmó un Pacto Ciudadano, suscrito por unas 200
organizaciones y personalidades, que igualmente exigió al Gobierno
mexicano que se replantee su estrategia antidroga, la cual considera
fallida.
El crimen organizado dejó más de 10 000 muertos solamente en el
2010, el año más sangriento, según un recuento publicado por el
diario Reforma.
Como es cotidiano en el país, fundamentalmente en los estados
fronterizos del norte, prosiguen los enfrentamientos y asesinatos de
las bandas de narcotraficantes.
Un impresionante video, que muestra a una maestra y sus alumnos
de cinco y seis años que cantan acostados en el suelo, mientras
también se escuchan ráfagas disparadas por sicarios a pocos metros
de esa guardería, conmocionó a México.
Esa escena fue acogida como un símbolo de la hasta hoy
indetenible violencia en el país y la disposición ciudadana a no
dejarse vencer por ella.