La comunidad urbana Marcial Jiménez es, sin duda, el mejor balcón
del municipio granmense de Campechuela.
Ubicada
en la parte alta del poblado cabecera, cualquier frente de casa
ofrece la sombra de un árbol o un exquisito jardín donde detenerse a
admirar solazados la inmensidad del Golfo de Guacanayabo.
Hace años, el ajetreo incesante del delegado Félix Pedro Guillén
y la voluntad unánime de los vecinos, convirtieron el entorno en un
vergel de flores, frutas y maderas, en el cual ni el más estrecho
palmo entre la acera y un portal, es tierra sin plantas.
"Hoy resulta difícil imaginarse que hace unos cuantos años esto
era pura laja, tierra blanca, zarzas, malvas y casi ningún árbol.
Sin embargo, ya no queda una casa sin jardín, ni un solar sin
sembrar, ni una cerca natural descuidada. En varios patios hay
viveros de posturas y materia orgánica", dijo orgulloso Guillén.
Así fue como merecieron el Premio Nacional de Medio Ambiente en
el 2007, tras demostrar que mientras la protección ecológica es un
problema global, la gran solución parte, en primer lugar, de la
individualidad y la acción comunitaria.
Después del suceso del premio, cuando parecía que solo restaba
mantener lo logrado, el reto aumentó en nuevos proyectos, y el
pasado 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente y precisamente en
el Año Internacional de los Bosques, quedó inaugurado allí el mayor
sueño de Guillén y sus vecinos: el parque ecológico Rosa Elena
Simeón Negrín.
En casi dos hectáreas, 345 árboles en crecimiento saludan al
visitante y rodean la tarja monumentaria en homenaje a quien fuera
ministra del CITMA y paradigma cubano de la conservación ambiental.
Varios de ellos sembrados por personalidades nacionales, y
cuidados por las manos de los residentes en la comunidad urbana de
Marcial Jiménez, los árboles se reparten en 87 especies, maderables
(67) y frutales (20), de las cuales una veintena se considera
escasa, y algunas están incluidas en distintas categorías como
amenazadas.
Allí están, por ejemplo, la ayúa, el bagá, el almácigo, la caoba,
el cupey, el cedro, la cigua, el dagame, la jatía, la majagua, el
jubabán, la palma real, el roble, la yamagua, la yagruma, y frutales
como la guanábana, el caimito, el mango, el níspero, el mamey, la
naranja, el coco, el canistel, el aguacate y muchos otros.
Singulares dentro de la muestra forestal son el campeche y el
caguairán; el primero, origen del nombre del municipio, según la
tradición oral, y el segundo plantado en homenaje al máximo líder de
la Revolución cubana.
"El área está limitada a las casi dos hectáreas, es cierto, pero
más allá de la cerca ya fomentamos verdaderas fincas que se irán
expandiendo rápidamente, como un ejemplo de respuesta urgente a la
necesidad de multiplicar a gran escala estas iniciativas, si
queremos realmente salvar al medio ambiente", volvió Guillén.
El otro gran impacto del auténtico parque Rosa Elena Simeón, lo
constituye la Escuela de Educación Ambiental, la cual, habilitada
con equipos de computación, audiovisuales, bibliografía
especializada y un claustro de profesores avezados en la materia,
ofrecerá cursos a centros educacionales, de trabajo o cualquier
grupo de personas con intereses en temas ecológicos.
Distinguida por un premio de alto vuelo, otra vez la comunidad
Marcial Jiménez, de Campechuela, vuelve a ser referencia nacional
desde una obra humana, y ahora en cualquier sombra natural del
flamante parque; Félix Pedro Guillén puede repetir para sí y en
nombre de su gente: "cumplimos", mientras relee la hermosa carta de
felicitación que Rosa Elena Simeón le escribiera en cierta ocasión,
agradeciendo la bella obra de bien universal realizada en ese
rinconcito verde de Cuba.