Según Kurt Burneo, economista del equipo técnico que asesora a
Ollanta Humala, no existe ningún fundamento macroeconómico que
explique la abrupta caída experimentada por la Bolsa de Lima el
lunes pasado.
En relación a este tema se manifestó también la calificadora de
riesgo Moody’s, asegurando que no existen razones que autoricen a
cambiar sus pronósticos sobre el desempeño futuro de la economía
peruana o a disminuir el grado de inversión del Perú, lo que fue
confirmado por otra calificadora, Fitch Rating y por los bancos
internacionales de inversión que operan en ese país.
Impávido ante estos argumentos, el sol continuó su moderada
depreciación frente al dólar. Burneo destacó una vez más que la
seguridad de los depósitos bancarios no será alterada y que los
grandes lineamientos de la política económica seguirán en vigor.
Dijo también que las empresas que cotizan en Bolsa muestran elevados
grados de rentabilidad: "las utilidades de las empresas con respecto
a sus ventas están por encima del 24 %, y en el caso de las empresas
mineras, ese ratio es de 60 %."
¡Nótese la fenomenal rentabilidad empresarial, que contrasta con
la no menos fenomenal deuda social del tan exitoso "modelo" en el
Perú! Si según se dice, los fundamentos son sólidos y se descarta
cualquier cambio, ¿cuál es la razón por la que cayó la Bolsa?
La respuesta es bien simple: porque ante el nuevo cuadro político
abierto por la elección de Humala los especuladores que se dan cita
en todas las bolsas del mundo (y la de Lima no es una excepción)
decidieron enviarle un mensaje mafioso al presidente electo haciendo
una pequeña demostración de su poderío y su musculatura financiera.
En suma, una especie de "golpe de mercado" preventivo, una
advertencia y un recordatorio de lo que podría llegar a pasarle en
caso de que optara por abandonar el camino trazado por sus
predecesores. El capital no descansa y vota todos los días, y sus
estratagemas pueden maniatar a cualquier gobierno.
Humala declaró que será respetuoso de la economía de mercado; al
mismo tiempo dijo que quiere acabar con la pobreza y la exclusión
social. Pero si mantiene la economía de mercado, tal cual hoy existe
en el Perú, lo seguro será que la pobreza y la exclusión social
crezcan al ritmo desmesurado en que lo hace la tasa de ganancia de
las empresas. Tendrá que optar, y en la pulseada con los mercados su
arma principal, tal vez la única, será su capacidad para promover la
organización y concientización del campo popular.
A escasas 24 horas de las elecciones el mercado le arrojó el
guante a Humala y se constituyó como su enemigo. Habrá que ver como
este reacciona ante la inveterada afición de aquel por las prácticas
extorsivas a las que apela para defender los intereses del capital.
(Tomado de Rebelión)