Cerro Pelado, con la misma proa y la misma brújula

Oscar Sánchez Serra

"Barco Cerro Pelado, su entrada en aguas territoriales de los Estados Unidos o dentro de San Juan, o cualquier puerto de Puerto Rico, es prohibida, repito, prohibida. Se le hace saber que la entrada resultará en confiscación del barco. Las aguas territoriales se extienden a 3 millas náuticas de la costa."

El barco Cerro Pelado fue advertido por aviones imperiales de que no podía entrar a Puerto Rico y si lo hacía la nave sería confiscada.

Junio de 1966. El deporte cubano escribía una de sus páginas más gloriosas hace hoy 45 años. De aquella heroica gesta, el Comandante en Jefe Fidel Castro dijo: "Posiblemente a ninguna delegación, nuestra Patria tenga que agradecerle tanto como a esta por la batalla que libraron, por los triunfos que obtuvieron en los momentos más difíciles, por la dignidad que ostentaron"

Pero ¿qué pasó en el sexto mes de aquel año?

El deporte no escapó a las agresiones de la superpotencia, que no se resistía a ver cómo la sociedad cubana en todas sus esferas se alzaba en manos de una Revolución socialista. Esa fue la razón por la que los aviones del imperio transmitieron el mensaje al buque, encontrando como respuesta la Declaración del Cerro Pelado, en la que se podía leer: "Los atletas cubanos sabemos cómo actuar, no solamente por defender un derecho nuestro; sino un derecho de todos los pueblos y por el prestigio del deporte que debe existir como vínculo entre los pueblos". El texto quedó grabado en la cubierta de la nave.

Desde un año antes Estados Unidos había estado tratando de evitar la presencia de Cuba en la cita centrocaribeña y llegó a insinuar a los organizadores que no debían incluirla en los Juegos. Pero ante la valiente actitud de los deportistas y las numerosas protestas en todos los continentes, el gobierno yanki se vio obligado a entregar las visas para que los cubanos desembarcaran, lo que hicieron casi simultáneamente al comienzo del acto inaugural del certamen.

Esa fue la primera medalla de oro de la Mayor de las Antillas en aquellos Juegos, porque fue la medalla en defensa de los principios, la que hizo acreedora a aquel grupo de atletas de que se le conociera a partir de ese momento como la Delegación de la Dignidad.

Y es que esa misma cualidad ha preñado la historia de las luchas revolucionarias cubanas. Los aviones imperiales que sobrevolaban al buque para que no entrará en aguas estadounidenses (o debiera decirse colonizadas), porque sería confiscada la embarcación, se estrellaron contra ese atributo, que sobraba en aquel barco lleno de peloteros, voleibolistas, esgrimistas, futbolistas, atletas¼ y de historia patria, pues aquella carga de fuertes músculos no estaba capitaneada por un marinero cualquiera. Onelio Pino tenía fe en esa nueva victoria, volvía a estar en el mar como capitán de una nave cargada de Revolución, como lo hizo con el Granma al salir de Tuxpan aquella noche del 25 de noviembre de 1956.

Pino, los atletas y su tripulación estuvieron a la altura de aquel combate del 27 de septiembre en lo que hoy es el municipio de Bartolomé Maso, cuando en el sitio conocido como Cerro Pelado, el Ejército Rebelde asestaba otro golpe a la dictadura batistiana en aras de la victoria. Aquellas lomas son testigos de las proezas de las muchachas del batallón Mariana Grajales, de los entonces capitanes Braulio Coroneaux y Pedro Miret, y el comandante Elías Lalo Sardiñas, especialmente reconocidos por el Comandante en Jefe Fidel Castro.

En nombre de tanta historia, el barco continuó la ruta, aun cuando fue obligado a anclar a cinco millas de San Juan. En pequeñas lanchas, los atletas fueron a competir y vencieron. El segundo lugar por naciones era el embrión de una potencia deportiva mundial.

Desde entonces, comenzó a crecer el deporte. Cinco años después, hace hoy 40, Cuba logró la hazaña de encaramarse por primera vez como segunda de América en los Juegos Panamericanos, en Cali, Colombia, y allí, el actual médico Pedro Pérez Dueñas fijó el primero de los 31 récords mundiales impuestos por esta isla caribeña, que no incluyen los cuatro que igualaron los topes universales.

Diez años más y en Montreal-1976, hace hoy 35, la Cuba revolucionaria entraba entre las diez primeras naciones en unos Juegos Olímpicos y allí Alberto Juantorena se levantaba con rércod mundial en los 800 metros planos y oro en los 400.

Y hace hoy 20 años, los 39 países del continente, con 4 519 atletas, sin excluir a ninguno, disputaron 349 medallas de oro, en una verdadera fiesta deportiva. Los Juegos Panamericanos de La Habana-1991, pese a encontrarse Cuba ya enfrentada a un doble bloqueo económico de la potencia imperial, por entonces por casi 30 años, y al provocado por el desmoronamiento del campo socialista, fueron calificados como los mejores de la historia por la Organización Deportiva Panamericana¼ Y en ellos, la Mayor de las Antillas brilló como anfitriona y comandante de la tabla de medallas, por primera vez sobre Estados Unidos.

La proa del Cerro Pelado abrió esta ruta de victorias, la misma que hoy el movimiento deportivo está comprometido a seguir, ya no solo en los Panamericanos de Guadalajara, en octubre próximo, sino en la materialización del deporte en cada barrio y en cada escuela, tomando la misma brújula de aquel barco, que fue la del pensamiento del Comandante en Jefe, expresado en momentos tan tempranos como el 1ro. de abril de 1959. "Cuando cada muchacho encuentre en la ciudad, en el pueblo, en el barrio, un lugar apropiado para desarrollar sus condiciones físicas y dedicarse por entero a la práctica del deporte de su preferencia, habremos visto satisfecho el deseo de todos los que hemos hecho esta Revolución".

 

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