Desde Haití

Los sueños realizados de la panameña Ada Berchi

JUAN DIEGO NUSA PEÑALVER, envido especial
jdn@granma.cip.cu

La médico panameña Ada Berchi Aguilar, graduada en el 2009 de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) de La Habana, llegó hace casi un año a Haití para unirse a la Brigada Médica cubana y tratar de salvar la sonrisa de parte de los niños desprotegidos de esta sufrida nación.

Foto del autorLa doctora panameña Ada Berchi Aguilar atiende a esta niñita haitiana por malaria. Comparte la consulta con el doctor tunero Alexander Guerrero.

Destacada en el Hospital Comunitario de Referencia (HCR) de Cayes Jacmel, del Proyecto Cuba-Venezuela, a unos 100 kilómetros de Puerto Príncipe, la doctora Ada Berchi se conmueve al relatar a Granma la historia del niño Woody Pierre, de cuatro años, a quien rescató de una muerte segura.

"El diagnóstico reveló que padecía de una malaria cerebral, muy frecuente en los niños de este país, junto a una fiebre tifoidea asociada y una desnutrición severa. Los exámenes de laboratorio descubrieron que su menudo cuerpo contaba con una hemoglobina de solo 3,8 gramos, lo cual es prácticamente incompatible con la vida".

Añade que todo el personal médico del hospital se movilizó, se buscó la sangre para practicarle transfusiones, y que se recuperó muy bien tras el tratamiento.

"A Woody Pierre lo atendí hasta el final, me tocó muy de cerca y me conmovió porque es un niño de escasos recursos, de padres analfabetos. Y si hoy vive y asiste a mi consulta es gracias a la Revolución cubana, cuyos doctores y enfermeras están aquí en Haití desde hace 12 años sanando y aliviando dolores sin recibir más que agradecimiento", manifiesta esta hermosa mujer oriunda de la provincia de Bocas del Toro (oeste de la nación istmeña).

Cuando Granma llegó al HCR de Cayes Jacmel, la galena panameña, quien ya se desenvuelve muy bien en el creole, atendía a Severa Foreska Lim, de tres años y medio, por malaria. Compartía la consulta con el recién llegado doctor tunero Alexander Guerrero, quien a su vez examinaba a la niñita Welsen Celestin, de cuatro años, por un cuadro febril.

La consulta de pediatría del hospital estaba abarrotada. Diariamente atienden entre 35 y 40 infantes, cuyas madres llegan con cierto desasosiego y se van calmadas tras ser atendidas por los médicos de nuestra brigada.

Tras señalar que esta es su primera misión internacionalista y que estará en la Brigada Médica cubana hasta que se lo permitan, añade que agradece mucho las enseñanzas en Haití de su profesora, la doctora guantanamera Silda Bárbara del Toro Frómeta, quien la ayudó a perderle el miedo a la Pediatría, a tener confianza en ella misma, a no lamentarse con los tropiezos, sino levantarse y seguir adelante.

Expresa que si no fuera por Cuba, ella y su hermano, Luis Alexis, también en el hospital de Cayes Jacmel, no hubieran podido hacer realidad sus sueños de graduarse de la carrera de Medicina, algo imposible para ella en su país natal por los elevados costos de la matrícula de los estudios universitarios.

 

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