Destacada en el Hospital Comunitario de Referencia (HCR) de Cayes
Jacmel, del Proyecto Cuba-Venezuela, a unos 100 kilómetros de Puerto
Príncipe, la doctora Ada Berchi se conmueve al relatar a Granma
la historia del niño Woody Pierre, de cuatro años, a quien
rescató de una muerte segura.
"El diagnóstico reveló que padecía de una malaria cerebral, muy
frecuente en los niños de este país, junto a una fiebre tifoidea
asociada y una desnutrición severa. Los exámenes de laboratorio
descubrieron que su menudo cuerpo contaba con una hemoglobina de
solo 3,8 gramos, lo cual es prácticamente incompatible con la vida".
Añade que todo el personal médico del hospital se movilizó, se
buscó la sangre para practicarle transfusiones, y que se recuperó
muy bien tras el tratamiento.
"A Woody Pierre lo atendí hasta el final, me tocó muy de cerca y
me conmovió porque es un niño de escasos recursos, de padres
analfabetos. Y si hoy vive y asiste a mi consulta es gracias a la
Revolución cubana, cuyos doctores y enfermeras están aquí en Haití
desde hace 12 años sanando y aliviando dolores sin recibir más que
agradecimiento", manifiesta esta hermosa mujer oriunda de la
provincia de Bocas del Toro (oeste de la nación istmeña).
Cuando Granma llegó al HCR de Cayes Jacmel, la galena
panameña, quien ya se desenvuelve muy bien en el creole, atendía a
Severa Foreska Lim, de tres años y medio, por malaria. Compartía la
consulta con el recién llegado doctor tunero Alexander Guerrero,
quien a su vez examinaba a la niñita Welsen Celestin, de cuatro
años, por un cuadro febril.
La consulta de pediatría del hospital estaba abarrotada.
Diariamente atienden entre 35 y 40 infantes, cuyas madres llegan con
cierto desasosiego y se van calmadas tras ser atendidas por los
médicos de nuestra brigada.
Tras señalar que esta es su primera misión internacionalista y
que estará en la Brigada Médica cubana hasta que se lo permitan,
añade que agradece mucho las enseñanzas en Haití de su profesora, la
doctora guantanamera Silda Bárbara del Toro Frómeta, quien la ayudó
a perderle el miedo a la Pediatría, a tener confianza en ella misma,
a no lamentarse con los tropiezos, sino levantarse y seguir
adelante.
Expresa que si no fuera por Cuba, ella y su hermano, Luis Alexis,
también en el hospital de Cayes Jacmel, no hubieran podido hacer
realidad sus sueños de graduarse de la carrera de Medicina, algo
imposible para ella en su país natal por los elevados costos de la
matrícula de los estudios universitarios.