Aniversario 45 de su asesinato por marines yankis

Luis Ramírez López, símbolo de la juventud cubana

Jorge Luis Merencio Cautín

El 21 de mayo de 1966, apenas dos días después de haber cumplido 22 años, Luis Ramírez López, soldado de la Brigada de la Frontera, se convierte en otro símbolo de la juventud cubana.

A las 19:00 horas de ese día, una de las balas disparadas por marines de la ilegal Base Naval yanki en Guantánamo atraviesa la aspillera de la casamata en que Luis cubría su servicio de guardia, penetra en su pecho y le ocasiona la muerte.

Ramírez López había nacido el 19 de mayo de 1944 en la barriada de Horno de Mojará, en el municipio de Guisa, provincia de Granma. Se desempeñaba como obrero de la construcción a mediados de 1965, cuando acude al llamado del Servicio Militar y por su condición de vanguardia lo destinan a la Brigada de la Frontera.

En esa unidad, ejemplar entre ejemplares, prestó servicios en la Compañía 5, en la cual se destacó por el cumplimiento de las disposiciones del mando y por ayudar en todo cuanto le era posible.

Su carácter alegre le agenció la simpatía de los bisoños combatientes (en su mayoría no arribaban a los 20 años), quienes cariñosamente lo apodaban "papá" y querían cubrir la posta con él.

Sobre su crimen el gobierno norteamericano propagó groseras y provocadoras mentiras, entre ellas que el joven cubano "traspasó la cerca que limita la base y luego huyó, por lo que un centinela de la Infantería de Marina le dio muerte".

Todas las falsedades imperiales fueron desmentidas con pruebas contundentes por el Gobierno cubano, y comprobadas por 30 periodistas de 16 países, quienes pudieron ver la sangre derramada por Luis Ramírez López en la casamata donde fue mortalmente herido, prueba irrefutable de que lo habían asesinado mientras cumplía el servicio de guardia.

La prensa extranjera constató in situ, además, la imposibilidad de que alguien pudiese traspasar las tres cercas de entre 15 y 18 pelos de alambre de púas, que separaban a ambas fuerzas en el perímetro fronterizo.

Cuba también denunció la ridícula y burda versión yanki ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, a través del canciller Raúl Roa García, quien calificó de desvergonzada la desfiguración del hecho y de inventada la irrupción de soldados cubanos en dicha base para encubrir el crimen cometido, como indicios de agresiones fraguadas por la administración yanki.

Cuando Luis Ramírez López cayó, todavía ningún cubano había olvidado que dos años antes, el 19 de julio de 1964, se había producido el asesinato del soldado Ramón López Peña, igualmente mientras cumplía con su guardia.

Pero ambos crímenes tendrían sus antecedentes. Ya en la temprana fecha del 17 de diciembre de 1940 marines de la Base Naval ultiman a palos al joven negro Lino Rodríguez Grenot (Chicle), por el simple hecho de buscar trabajo en el enclave.

En 1961 torturan y matan a golpes al obrero Rubén López Sabariego y un año después secuestran, atormentan y asesinan al pescador Rodolfo Rosell Salas.

Otros mártires de la Brigada de la Frontera son el guantanamero José Rafael Pérez Cutiño y Maximiliano Domínguez Domínguez (Holguín), caídos en mayo de 1969 durante la Operación Yarey, mediante la cual las autoridades cubanas eliminaron una banda contrarrevolucionaria financiada por Estados Unidos y apoyada desde el enclave yanki.

La ilegal Base Naval de Guantánamo, convertida en prisión y centro de tortura, en afrenta a los más elementales derechos humanos, obedece a la prepotencia del imperio y a su errada política de humillación y chantaje contra Cuba.

 

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