A seis meses de la lucha contra la peligrosa epidemia, Granma
conversa con el doctor Lorenzo Somarriba López, jefe de la Misión
Médica cubana aquí, para develar los "secretos" que permitieron al
personal sanitario de nuestro país, salvar hasta el sábado 7 de mayo
la vida de más 73 800 infectados por el vibrión colérico, y no
reportar muertes en sus unidades por tal motivo durante los últimos
109 días consecutivos.
"Muchos se han preguntado dónde están los ‘secretos’ de la
eficiencia de nuestra Brigada Médica (con una tasa de letalidad de
0,37 %)¼ El primero es que los
profesionales de la salud están aquí desde diciembre de 1998, tras
el paso del huracán George, con el Programa Integral de Salud.
"Cuando se desata la epidemia, nuestros colaboradores sanitarios
estaban ubicados en 78 de las 140 comunas (municipios) haitianas.
Además está la creación de un sistema de vigilancia
epidemiológico, que Cuba comenzó a montar después del terremoto, y
que cuenta en la actualidad con 28 sitios-centinelas.
Aquí estuvo la capacidad de Fidel de adelantarse a los
acontecimientos, alertarnos de que detrás de la gran catástrofe
podía ocurrir una epidemia, apunta.
Tras significar que la Brigada Médica cubana tiene bajo su cargo
69 unidades de salud, por el Proyecto Cuba-Venezuela, puntualiza que
se hizo un alerta a nuestras posiciones. Es entonces cuando surgen
las Unidades de Tratamiento de Cólera (UTC), y posteriormente los
centros de tratamiento de cólera, con el establecimiento de áreas de
aislamiento en el caso de las primeras, y la creación de facilidades
temporales en tiendas de campaña para cuidar exclusivamente a los
contagiados, en los segundos, al agravarse la epidemia tras el paso
del ciclón Tomás.
Desempeñó un papel decisivo la previa y rápida capacitación de
nuestro personal en el diagnóstico clínico y manejo terapéutico de
la enfermedad, al decidirse trasladar urgentemente a los brigadistas
cubanos situados en los cinco departamentos de la península
haitiana, más al nordeste, hacia las unidades de Centro y Artibonite,
los más castigados por el vibrión.
Después regresaron a sus departamentos de origen, pero ya
preparados en cómo montar un centro de tratamiento o una UTC,
asevera el doctor Somarriba López, quien puntualiza que solo una
persona en la Brigada tenía experiencia práctica con el cólera.
Menciona, entre otras novedades aplicadas, la proyección
preventiva y de educación para la salud hacia la comunidad
—escuelas, iglesias, marché (mercados informales), y el uso de la
radio local—, en las regiones más recónditas, "donde explicábamos
qué cosa es el cólera, cómo se contraía y cómo acceder a los
servicios de salud, pues muchos nunca habían oído hablar de ese mal
y pensaban que era un castigo divino".
Destaca el suministro estable de medicamentos, la calidad de los
servicios prestados las 24 horas del día, el protocolo cubano para
el manejo de la enfermedad, que incluye antibióticos y entrega de
tratamiento profiláctico para contactos, mientras la estadía
hospitalaria se limita a las horas o días necesarios. "Más del 90 %
de nuestros pacientes se recuperaban en las primeras 24 horas",
destacó.
Asegura que contribuyó a este empeño el trabajo conjunto con
organismos internacionales como la Organización Panamericana de la
Salud, la UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos.
Sin embargo, el doctor Somarriba López señala la creación de los
50 grupos de pesquisa activa Subcomuna adentro, integrado por el
refuerzo de 510 miembros del Contingente Internacional Henry Reeve,
como la herramienta que más aportó en esta lucha contra la epidemia.
Estos grupos han visitado ya a más de dos millones de personas y
han atendido más de 5 000 casos de cólera en el terreno, subraya.
También explica que Cuba no ha retirado su Brigada Médica de
Haití, sino que ha comenzado la reducción de su personal en la
medida de la disminución de la epidemia, aunque el riesgo sigue
latente, mientras permanezca sin solución el problema de los
residuales en el país y la falta de acceso al agua potable.