Las Tunas.— La
integración de diversos organismos, entidades y organizaciones a
favor del cuidado en las 253 áreas protegidas que hoy se asientan
sobre la geografía nacional, confirman el propósito de Cuba de
preservar cada vez mejor su entorno.
La adecuada administración de unas 105 áreas por parte de la
Empresa Nacional de Flora y Fauna, el Ministerio de Ciencia,
Tecnología y Medio ambiente (CITMA) o por juntas de administración,
así como el aval otorgado al grueso de ellas sobre bases científicas
de alto nivel, indican que es posible y necesario sumar nuevas
acciones.
En función de ese objetivo, Cuba tiene en marcha un sistema
integral que incluye 13 programas, según declaraciones de Ismenia
Abreu Santovenia, especialista del Centro Nacional de Áreas
Protegidas.
Pero junto a la labor del CITMA, en estrecho nexo con otras ramas
y sectores, es preciso acentuar también el conocimiento, la
educación y la cultura de la población, con respecto a la
preservación de la flora, la fauna, la atmósfera, los mares, el
suelo y otros recursos naturales como el agua, algunos sumamente
escasos, en peligro de extinción o bajo la agresividad de agentes
contaminantes.
Las áreas protegidas cubanas abarcan el 19,93 % de la superficie
del país, y entre las más importantes están 14 parques nacionales,
25 reservas ecológicas, los paisajes culturales de la humanidad
Viñales y Desembarco del Granma, así como reservas de la biosfera en
Guanahacabibes, Sierra del Rosario, Ciénaga de Zapata, Baconao,
Cuchillas del Toa y Buenavista (que cubre parte de las provincias de
Villa Clara, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila).
Aunque la primera área protegida en Cuba fue declarada en 1930
(Sierra de Cristal, en Holguín), solo después de 1959 cobraron forma
concreta y organizada esos propósitos, mediante la voluntad del
Gobierno Revolucionario.