Representantes árabes, africanos, europeos y de organismos
internacionales iniciaron este jueves en El Cairo otro debate
dirigido a resolver la crisis en Libia, aunque sin vislumbrarse
solución, tomando en cuenta la agenda y los oradores.
Auspiciado por la Liga Árabe (LA), el encuentro de este jueves se
volcó a explorar vías para una salida al conflicto armado del Estado
norafricano desde posiciones contrapuestas de la Unión Africana (UA)
y otros bloques favorables a presionar militarmente a Muamar el
Gadafi.
Seguida del fracaso de una gestión mediadora emprendida por cinco
presidentes africanos y de la reunión del llamado Grupo
Internacional de Contacto sobre Libia (GICL), la cita se propuso la
difícil tarea de trabajar juntos con una sola voz, un equipo por un
arreglo viable.
Así lo expresó en la apertura el secretario general de la ONU,
Ban Ki-moon, quien encabezó los debates junto con sus similares de
la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), Ekmeleddin
Ihsanoglu, y de la LA, Amr Moussa, este último optimista en
soluciones políticas.
Moussa abogó por discusiones constructivas en aras de salidas
según dijo- acorde con el espíritu de la reunión del GICL realizada
ayer en Doha, aunque se mostró partidario de un cese del fuego y
afirmó que la crisis libia es humanitaria.
Igualmente, asisten el presidente de la Comisión Africana, Jean
Ping, y la alta representante de Política Exterior de la Unión
Europea (UE), Catherine Ashton, todos interesados en definir pasos
para frenar la violencia de las tropas leales a El Gadafi y de la
oposición armada.
Diplomáticos árabes vaticinaron a Prensa Latina un alcance muy
estrecho a la reunión, dado que se desarrolla apenas 24 horas
después de que el GICL aprobó suministrar material no letal a los
rebeldes y financiarlos a partir de fondos congelados a El Gadafi.
Ese grupo insistió también en que el líder libio tiene que
renunciar al poder y abandonar su país junto con sus hijos,
decisiones que el Gobierno de Trípoli calificó, en ese orden, de
piratería y de cruzada imperial e injerencia.
Ashton, que llegó anoche a El Cairo, y Ban, quien viajó desde
Doha tras asistir a la cita del GICL, mantienen el discurso
favorable a una solución del contencioso, pero al igual que los
árabes ven necesarios los bombardeos de la OTAN y la ayuda material
a los alzados.
De acuerdo con las fuentes diplomáticas, la reunión podría, sin
embargo, resultar significativa en términos de ampliar y consolidar
el respaldo político de países vecinos (árabes y africanos) al
Consejo Nacional de Transición (CNT), que tiene su sede en Benghazi.
Hasta ahora Catar es el único de los restantes 21 países árabes
que reconoció a los opositores del CNT como representantes legítimos
del pueblo libio, después de que lo hicieron Francia e Italia.
Durante una reunión urgente realizada en marzo, el ente panárabe
acordó, supuestamente por unanimidad, proponer al Consejo de
Seguridad de la ONU la imposición de una zona de exclusión aérea
sobre Libia para proteger a los civiles de los ataques del Ejército
de Trípoli.