Luego de la reunión con los mandatarios africanos en Bengasi, la
dirección de los sublevados dijo rechazar tajantemente el alto el
fuego inmediato, incluido en la hoja de ruta propuesta por la
delegación panafricana.
Por su parte, la OTAN acogió la idea con escepticismo y
condicionando su puesta en práctica a lo que llamó "una verificación
creíble".
El secretario general de la Organización, Anders Fogh Rasmussen,
consideró que un alto el fuego en Libia es solo posible si se
cumplen una serie de requisitos, poniendo así en duda la disposición
del líder Muammar al Gaddafi a un cese de las hostilidades, según
DPA.
Mientras, los ministros de Exteriores italiano y británico,
Franco Frattini y William Hague, respectivamente, se mostraron
igualmente escépticos.
Hague sostuvo que un cese del fuego solo funcionará si se cumple
la total retirada de Gaddafi.
Sin embargo, la organización panafricana se niega hasta ahora a
aceptar las demandas de los insurgentes y de Occidente de que
Gaddafi deje el poder y que abandone el país junto con su familia.
Paralelamente, el secretario general de la OTAN comunicó que los
miembros europeos de la Alianza militar prometieron aumentar el
número de cazabombarderos aportados para la intervención militar en
Libia.
Entre tanto, los rebeldes aseguraron que reconquistaron, tras
enconados combates, la ciudad de Ajdabiya, en el este del país, y
que lograron repeler una incursión de las tropas gubernamentales en
la ciudad occidental de Misurata.
Reuters señala que ayudados por ataques aéreos de la OTAN, los
insurgentes tomaron el control de la ciudad a unos 150 kilómetros de
su bastión costero de Bengasi, tras enfrentar el sábado y domingo a
las tropas de Gaddafi con cohetes y ametralladoras.