¼ Creemos en los jóvenes, creemos en los
jóvenes. Y lo repito porque creer en los jóvenes es una actitud,
creer en los jóvenes significa un pensamiento.
Creer en los jóvenes determina una conducta, y nuestra conducta
de dirigentes revolucionarios no sería la misma si no tuviésemos fe
en los jóvenes. Si no creyésemos en los jóvenes, nuestra conducta y
nuestra actitud serían distintas, nuestro trabajo con los jóvenes
sería distinto y los resultados, de no creer o de creer, serían
también muy distintos.
Es necesario que creamos en los jóvenes. Creer en los jóvenes no
es ver en los jóvenes a la parte del pueblo simplemente entusiasta,
no es ver en los jóvenes a aquella parte del pueblo entusiasta pero
irreflexiva, llena de energía pero incapaz, sin experiencia. Creer
en los jóvenes no es ver a los jóvenes simplemente con ese desdén
con que muchas veces las personas adultas miran a la juventud.
Creer en los jóvenes es ver en ellos, además de entusiasmo,
capacidad; además de energía, responsabilidad; además de juventud,
¡pureza, heroísmo, carácter, voluntad, amor a la Patria, fe en la
Patria! ¡Amor a la Revolución, fe en la Revolución, confianza en sí
mismos, convicción profunda de que la juventud puede, de que la
juventud es capaz, convicción profunda de que sobre los hombros de
la juventud se pueden depositar grandes tareas!