En parte de ese largo periodo, la pertenencia se "justificaba"
con la aislada presencia de algún que otro cultivo de pobre
rendimiento y mal atendido. Después el desamparo devino "dueño y
señor", y al final las malezas llenaron todo el espacio sin que nada
lo impidiera.
Los viejos agricultores de la zona recuerdan que pese a las
reiteradas gestiones para transformar el negativo panorama, la
respuesta solo llegó al promulgarse por el Consejo de Estado el
Decreto-Ley 259 y pasar ese patrimonio, cumplidos los trámites de
rigor, a quienes lo solicitaron. Estos son ahora socios activos, con
derechos y deberes, de la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS)
Primero de Mayo, fundada en 1979, que tiene incorporadas 241
hectáreas en 36 fincas y alto grado de diversificación.
Entre los beneficiados está Orlando Hernández Leal, quien retornó
a sus orígenes para ser una de las columnas principales de los
cambios operados en las antes abandonadas tierras.
Hasta el 2005 laboró como profesor de Educación Física en un
centro de su natal Güira de Melena y hoy, en cambio, lidera el
reducido grupo que hace de La Prosperidad una finca regida por el
sistema de siembra escalonada y en rotación, el cual abarca todos
los espacios.
Expresa que su familia siempre vivió de labrar la tierra y
"aunque en la escuela estaba más cómodo, mi deber era ocupar el
lugar de mi padre el cual, por su edad, no está apto para
determinadas tareas".
Afirma que la tarea es más dura y agotadora, pero el estímulo
social es superior, también los ingresos al aumentarse el precio de
lo que producimos.
Este joven, ahora campesino, menciona como lo más significativo
el que los resultados puedan cuantificarse y "eso deja una
satisfacción espiritual tremenda".
Aunque en la escuela era respetado por alumnos y colegas, "el
bichito de la agricultura me picaba por dentro y aproveché la
oportunidad que da el Decreto-Ley 259 para retornar al campo y
sacarle a la tierra lo máximo que pueda".
Opina que todavía el sistema tiene sus lagunas; hay limitaciones
en la organización, especialmente en el acopio y distribución y la
llegada de los insumos para determinados renglones, pero los avances
son innegables y todos esperan que este 2011 sea mucho mejor.
Orlando elogia las fincas y lo que representan en el uso racional
de las fuerzas y el ahorro de los suministros, especialmente los
fitosanitarios, que cuidan la salud de las siembras.
El plátano vianda, malanga y yuca son los cultivos de ciclo largo
que predominan. Otros que necesitan menos tiempo entre el fomento y
la cosecha, forman un verdadero abanico cuyo objetivo es tener
siempre algo en cosecha y garantizar las toneladas pactadas.
Defienden el principio, ahora que padecen una prolongada sequía,
de vencer las adversidades climáticas y asegurarle a su CCS el
volumen que le corresponde.
Al elaborar el esquema para cada cultivo y los vaivenes del
clima, toman en cuenta las variantes capaces de lograr que su
Cooperativa desmonte el tono justificativo. El análisis diario, así
se demostró en enero y febrero, es el mejor aliado de la prevención.
Como el resto de los integrantes del pequeño colectivo,
contribuye con sus rendimientos en los diferentes cultivos a que su
CCS —el 80 % de lo que producen es viandas— cumpla los convenios
suscritos.
El personal que allí labora es mínimo, casi familiar, y solo se
acude a fuerza no cooperativista por tres o cuatro días cuando hay
"picos" de cosecha u otros beneficios que exigen premura.
El mejor testimonio de lo que representa el Decreto-Ley 259 es
que de esas tierras entregadas en usufructo, aunque no están al tope
de sus posibilidades, sale el 50 % de la producción de la Primero de
Mayo. Las solicitudes mayores se hicieron para cultivos varios y
todas tienen la condición de rentables.