Si
de un espectáculo musical han estado pendientes los madrileños
durante las últimas semanas, ese es Bésame mucho. En medio de
una cartelera donde se multiplican las opciones en las artes
escénicas, la crítica de la prensa general y la especializada
coinciden en ponderar los atributos de la puesta. El público no ha
dejado de copar las capacidades de Teatros del Canal para asistir a
la representación, aún cuando el bolsillo del español de a pie no se
ha recuperado de los impactos de la crisis.
A nadie escapa un detalle esencial: Bésame mucho es una
obra cubana, concebida e interpretada por Yoldance, una compañía
integrada por jóvenes artistas cubanos que viven y sienten orgullo
de vivir en la Isla. No se trata de una agrupación circunstancial,
sino de un proyecto que a lo largo de una década ha madurado y
salido airoso en sus confrontaciones con el público habanero y de
varias ciudades europeas. Su directora y máxima responsable de la
puesta en escena es Yolena Alonso, quien tiene muy claro cuánto
puede interesar a la sensibilidad del espectador del siglo XXI la
tradición de las músicas y bailes de su país. De ahí que haya
encontrado su nicho dentro del abanico de posibilidades expresivas
que ofrece el teatro musical de nuestros días.
El diario El País situó las coordenadas conceptuales sobre las
cuales la Alonso trabaja, al recordar cómo Bésame mucho se
inscribe en la línea de El solar, memorable realización de
Alberto Alonso, a partir de un guión de Lisandro Otero, que marcó
pautas en los años sesenta. Ahora, escribe el crítico, "esa
representación de lo vernáculo y callejero se estiliza y actualiza
atendiendo siempre a los ritmos más tradicionales como la rumba y el
bolero, pero vistos a través del empaque contemporáneo del latin-pop
o funky-cha".
En esta oportunidad Yolena sumó a dos jóvenes actores, Lieter
Ledesma y Rachel Pastor, para interpretar los papeles protagónicos
en la relación sentimental que sirve de pretexto para desatar el
canto y el baile. Una treintena de bailarines, todos de sólida
formación académica y entrenados en la escena, dan vida a la
sugerente manera con que Yolena recrea las danzas cubanas. Los
boleros vienen y van del centro a la periferia de la acción, sin
restricciones aduanales, puesto que autores clásicos de Puerto Rico
y México entran en una trama sonora, bien acompañada por una pequeña
banda y las explosivas contribuciones de Cristian y Rey Alonso.
A la hora de dar la cara a la prensa, Yolena no muestra
pretensiones que no tiene: "Esto es un musical para un público que
desee disfrutar de un ratito desenfadado, estimulante y pasional".
Pero no faltan quienes tratan de arrancar una declaración política.
A veces la táctica es oblicua: ¿por qué con tanto éxito en Europa no
se aleja? Respuesta: "Necesito la energía de Cuba. Su atmósfera, su
química, su vibración. Un cubano demasiado tiempo alejado de Cuba
pierde energía y creatividad". Otro intento: ¿qué quieren los
jóvenes en Cuba? "Lo que todos en el mundo: un futuro mejor". De
pronto, todo va en directo: ¿cómo imagina a Cuba dentro de diez
años?, ¿habrá elecciones? Respuesta: "Ya las hay; yo voto". Pero no
puede elegir entre partidos: solo hay uno. La muchacha ríe: "¡Claro,
es socialismo puro! Yo elijo personas".