Elizabeth Taylor, adiós a una leyenda

LOS ÁNGELES.— La legendaria actriz estadounidense Elizabeth Taylor, famosa por sus deslumbrantes ojos violeta, sus ocho matrimonios y su brillante carrera cinematográfica, murió el miércoles a los 79 años dejando atrás una carrera de más de medio siglo.

La Taylor en sus días de Cleopatra.

Taylor llevaba seis semanas ingresada en el hospital Cedars-Sinai de Los Ángeles por una insuficiencia cardíaca, que ya padecía desde hace tiempo y que se complicó recientemente, informó un comunicado de la familia.

Ganó dos premios Oscar como mejor actriz: el primero por su retrato de una joven de la alta burguesía en Butterfield 8 (Una mujer marcada, 1960), película que se dice la Taylor odiaba. El segundo, por ¿Quién le teme a Virginia Woolf? (1966), considerada su mejor obra y uno de los numerosos filmes que interpretó junto a Richard Burton.

Burton fue uno de los grandes amores de Taylor —se casó y se divorció de él dos veces—, en una vida en la que sus tormentosas relaciones fuera de la pantalla a menudo eclipsaban su brillante carrera cinematográfica.

Se alejó de la mirada de los focos en los últimos años, cuando su salud comenzó a fallar, pero hizo una notoria aparición pública cuando asistió en el 2009 al funeral de su viejo amigo Michael Jackson.

Nacida en Londres el 27 de febrero de 1932, se trasladó a California con sus padres estadounidenses en 1939, cuando comenzaba la Segunda Guerra Mundial. No pasó mucho tiempo hasta que fue descubierta por la novia del presidente de Universal Studios en la galería de arte de su padre.

Debutó en 1942 en Alguien nace cada minuto y en 1944 ya se había convertido en una estrella infantil con National Velvet, la historia de una niña que se disfraza de varón para montar su caballo en un importante concurso nacional.

En 1956 se había estrenado una de las películas clave de su filmografía, Gigante, dirigida por George Stevens y en la que coincidió con James Dean y Rock Hudson, que se convertiría en uno de sus mejores amigos.

También se le recuerda por Cleopatra (1962), "seguramente la pieza más estrafalaria que haya perpetrado la industria del entretenimiento", como dijo ella misma sobre la producción. En el set de filmación conoció a Burton.

A mediados de la década de los sesenta su participación en el cine va perdiendo pujanza, aunque aún tiene ocasión de intervenir en varias películas de relieve, como La fierecilla domada, dirigida por Franco Zeffirelli; Reflejos de un ojo dorado, con Marlon Brando, y la ya citada ¿Quién le teme a Virginia Wolf? (S.E.)

 

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