En
la tarde del 23 de marzo, el mismo día que cumplía 78 años de una
vida ejemplar, dejó de latir el corazón de Leonard Weinglass.
Padecía una terrible enfermedad que desde enero había entrado en
una fase crítica y especialmente penosa que, sin embargo, no lo
apartó un instante del trabajo. Durante sus últimos meses,
arrostrando heroicamente la enfermedad y los dolores físicos, se
dedicó en cuerpo y alma a la preparación y presentación del habeas
Corpus a favor de Gerardo Hernández Nordelo y el de Antonio
Guerrero, sin dejar de ocuparse de los otros compañeros.
Poco antes de ingresar al hospital donde debía ser operado con
suma urgencia, dio los últimos pasos para la apelación de Gerardo y
de Antonio y encomendó a otros colegas lo que debían hacer mientras
él estuviera recluido. Sólo entonces aceptó ocuparse de sí mismo.
Así fue siempre. Siendo muy joven se incorporó al bufete que,
bajo la dirección de Victor Rabinowitz y Leonard Boudin, libró
incontables batallas legales por los sindicatos, las libertades
civiles y la justicia en Estados Unidos. Con su brillante defensa en
1968 de los Ocho de Chicago, Lenny inició una ininterrumpida y
admirable carrera que incluyó los casos de Jane Fonda, Daniel
Ellsberg y los papeles del Pentágono, Angela Davis, Mumia Abu Jamal,
Amy Carter, Kathy Boudin y muchos otros hasta los Cinco
antiterroristas cubanos y su más reciente colaboración con los
defensores de Julian Assange, el fundador de Wikileaks. No se puede
escribir la historia de las luchas del pueblo norteamericano sin
destacar, en cada página, el nombre de Leonard Weinglass.
Vaya para él, ahora y siempre, nuestro homenaje y nuestra
gratitud.
La pérdida de Lenny es un duro golpe para Gerardo, Ramón,
Antonio, Fernando y René. Él fue su mejor y más incansable defensor,
a su causa dedicó toda su energía y su talento, por ellos luchó
hasta el final, en medio del sufrimiento y la agonía, hasta el
último aliento.
La lucha por la liberación de nuestros compañeros debe continuar,
ahora en condiciones aún más difíciles, sin Lenny. Renovemos nuestro
compromiso de seguir adelante hasta lograr que todos ellos recuperen
la libertad. Hagámoslo sin tregua ni descanso. Es lo menos que
debemos prometerle al luchador infatigable, al combatiente abnegado
y lúcido que fue siempre el querido compañero Leonard Weinglass.