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Fiestas del tambor yuka, ecos africanos en Cuba

PINAR DEL RÍO. — Los toques del tambor yuka, fruto cultural de origen bantú, traído a Cuba por inmigrantes africanos, retumban aún en esta occidental provincia, donde músicos y bailadores intentan perpetuar la tradición.

Desde hace más de dos siglos, los golpes sobre cueros y troncos amenizan festividades en la región, jolgorios que tienen su génesis en los ritos realizados por esclavos de origen congo.

En El Guayabo, poblado cercano a esta ciudad, perviven aún las fiestas del tambor yuka, distinguidas por los prolongados toques ejecutados con tres instrumentos de diverso tamaño, atados con una soga a la cintura de sus practicantes.

Acompañado de cantos, el trío de maderos ahuecados, abre la celebración cada diciembre, suerte de abrazo o reencuentro entre familiares y amigos en el que no faltan historias narradas por los ancianos, en su mayoría vinculadas a leyendas.

Con pantalones cortos, los hombres, y trajes largos, las mujeres, los bailadores se toman del brazo para realizar un movimiento llamado campanero, mientras una integrante del grupo dialoga con la percusión.

El árbol del aguacate, fácil de perforar y moldear, es el preferido para confeccionar los tambores (llamador, tumbador y caja), alrededor de los cuales los danzantes se desplazan con pasos cortos en forma de círculos.

Por los apuntes históricos, se estima que la práctica estuvo ligada a algún tipo de secta secreta a la cual rendían culto los negros esclavos, aunque en la actualidad perdió esa esencia y se transformó en convite, donde confluyen expresiones musicales y danzarias.

A pesar del tiempo transcurrido desde su aparición en Cuba, el jolgorio está a salvo, aseguró a Prensa Latina Enrique Machín, gestor de un proyecto cultural que salvaguarda y revitaliza la huella africana.

Enseñar a los más jóvenes a fabricar los tambores a la usanza de los ancestros congos, es uno de los retos para preservar la tradición.

Hay personas en El Guayabo que pueden continuar la obra de Santiago Rivera y su hijo Clemente, quienes fueron sus artífices por excelencia, añadió el investigador.

De 1920, afirma, data el más antiguo de los instrumentos yuka conservados en Pinar del Río, a unos 140 kilómetros al oeste de La Habana.

Se trata de una caja cilíndrica hecha por Santiago, actualmente en proceso de restauración, explicó Machín.

Con la peculiar sonoridad de los troncos de aguacate, la fiesta del tambor yuka (sinónimo de batir o percutir) reverencia aún los cantos, leyendas, bailes y vocablos de origen africano, cuyos ecos resuenan en el extremo occidental cubano. (PL)

 

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