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Otra hazaña mambisa
El cruce de la trocha de Mariel a Majana
Raquel Marrero Yanes
rql@granma.cip.cu
Cuando Antonio Maceo y Máximo Gómez decidieron extender la guerra
contra el colonialismo español al extremo más occidental de la Isla,
tenían conciencia de que se interpondrían disímiles obstáculos que
harían complejo el empeño; entre ellos estaba la trocha militar de
Mariel a Majana, en el occidente del país.
La
columna invasora, con el general Antonio Maceo al frente, había
acampado el 14 de marzo de 1896 en las inmediaciones de Batabanó, en
la provincia de La Habana. Al amanecer salieron en marcha para hacer
alto en el ingenio Peñalver, situado en las cercanías del centro de
operaciones de las columnas españolas.
Luego tomaron rumbo al Oeste, con el resuelto propósito de pasar
a la provincia de Pinar del Río, para activar las operaciones contra
Weyler.
Al iniciar la marcha el día 15, el general Maceo al frente de los
invasores forzó el paso de la trocha militar de Mariel a Majana.
Los españoles supieron —según los partes militares—, "que el 15
de marzo de 1896, Maceo anda por lo límites de las provincias de La
Habana y Pinar del Río, y que allí están no sé cuántas columnas. El
16, que Maceo no pudo entrar en Vuelta Abajo ...
; el 17, que Maceo no podía entrar en Pinar del Río y entró en
efecto...
".
Según los hechos narrados por José Luciano Franco, uno de los más
relevantes biógrafos del Titán de Bronce, el día 15 el grueso de la
columna invasora y, especialmente, los escuadrones flanqueadores,
tuvieron que abrirse paso, a viva fuerza, entre las líneas españolas
establecidas en el potrero Waterloo y las fábricas del ingenio
Neptuno, que intentaron cerrar el paso del Ejército Libertador con
vivo fuego combinado de artillería y fusilería.
El general Maceo, con su genial capacidad táctica, venció el
obstáculo colocado expresamente en Neptuno para hacerle retroceder,
y una vez más penetraba en Pinar del Río, sin grandes quebrantos,
con apenas cinco muertos y 28 heridos. Solamente no pudo cruzar la
línea un escuadrón que cubría la retaguardia, pero, al día
siguiente, al amanecer, pasó la línea divisoria, y dando un rodeo,
se reunió al cuerpo principal.
En un mes, Maceo había dado 20 combates a las tropas de Weyler,
en las provincias de La Habana y Matanzas, tomando cuatro pueblos, y
atacando por órdenes suyas todos los caseríos y villorrios de los
alrededores de la capital de la Isla, interrumpiendo seriamente sus
comunicaciones e infligiendo un rudo golpe a los alardes y planes
weylerianos, que se desmoronaban como frágiles castillos de naipes.
Una vez más, las fuerzas cubanas resultaban indetenibles. No
habían barreras capaces de impedir el logro de su máxima aspiración:
la independencia. |