La temperatura en el lugar es alta y provoca copiosas gotas de
sudor, capaces de empapar su ropa y la del resto de los
trabajadores. El humo y el olor emanados del horno crean un ambiente
extraño.
Luis Jover Hernández tiene 60 años de edad y, dada su
experiencia, pudiera ganar mucho más dinero en otro tipo de
fundiciones, pero no, él permanece allí, apegado a su puesto, porque
comprende la trascendencia de la labor realizada en el objetivo de
fomentar la producción de alimentos.
Luis
Jover Hernández no escatima esfuerzos para apoyar la producción de
implementos destinados a la agricultura.
Este oficio no lo quiere mucha gente por lo difícil que resulta,
pero a mí me gusta. Fui criado al lado de una fragua, y de mi papá
aprendí el oficio de herrero. De ahí viene el apego a esta labor,
que es muy dura y debe desempeñarse con gran precaución para lograr
que los metales queden bien fundidos y evitar un accidente, asegura
el obrero.
De sus manos, y las del resto del colectivo al cual pertenece,
sale gran parte de las piezas que hoy son distribuidas a todo el
país por la Empresa de Logística Agropecuaria en Villa Clara, con el
fin de apoyar el programa campesino, y otros, encargados de
incentivar la producción en el campo.
Inicialmente, esta entidad pertenecía al MINAZ y producía
válvulas industriales para centrales, chumaceras, zapatas de freno
para locomotoras y carros de caña. Con el paso del tiempo, fue
transformándose hasta lo que es hoy, un centro vital para el
desarrollo de la agricultura.
Según Guillermo Fernández Suárez, el director del taller
placeteño, en estos momentos producen, además de las tradicionales
válvulas de cuatro, seis y ocho pulgadas, las llamadas tetinas, a
través de las cuales se suministra el agua a los cerdos. La
elaboración de ese aditamento aquí ha permitido ahorrar al país
importantes sumas de dinero.
La
producción de tetinas en Villa Clara, para el programa porcino,
reduce a la mitad su costo en divisas, con igual o superior calidad.
Explica que este año se proponen entregar 6 000, y el pedido, a
más largo plazo, es de 50 000, meta que estamos en condiciones de
cumplir, asegura el directivo, por contar con la materia prima
necesaria, la chatarra de bronce.
Otras producciones son el émbolo para los molinos de viento y las
bombas usadas por los campesinos para extraer el agua de los pozos,
explica Fernández, quien significa que ya el pasado año
confeccionaron 110 y en lo que va del 2011 han entregado otros 40,
reduciendo a la mitad su costo en divisas.
De acuerdo con los criterios del ingeniero Elio Hernández
Mendiola, Comercial de la Empresa de Logística Agropecuaria en la
provincia, una de las elaboraciones más demandadas resultan los
donker o succionadores de agua, una solución económica al bombeo de
agua en programas de la agricultura urbana, porcino u otros lugares,
implemento que, contrario a las turbinas, preserva el manto freático
y es capaz de elevar el agua hasta un tanque ubicado a 32 metros, a
razón de 12 a 20 litros por minuto.
De ese aparato estamos en condiciones de producir los que nos
solicite la dirección de la Agricultura, asegura Elio, quien detalla
las características del artilugio, construido a base de hierro
fundido y aluminio, mucho más resistente que el anterior (fabricado
solo de aluminio), más caro y menos duradero.
Lo ideal sería poder entregar el donker junto a su motor, que
debe ser pequeño y eficiente, de lo contrario quienes compran la
máquina pueden ponerle uno de mayor potencia, más derrochador de
energía, situación que requiere de la importación del equipo, lo que
valdría la pena analizar porque la demanda es muy grande en todo el
país, afirma el ingeniero.
De especial interés ha resultado la producción de las balanzas
con el fin de facilitar el pesaje de los productos del agro, de las
cuales han fabricado 300, según el director general de la Empresa de
Logística Agropecuaria Villa Clara, ingeniero José Manuel González.
Aunque no resuelve las necesidades del país, el ingeniero explicó
que en estos momentos esa producción está en fase de certificación,
a partir de las sugerencias de la Oficina Territorial de
Normalización, proceso que debe concluir en abril, tras el cual
reiniciarán la producción a gran escala, a razón de 240 mensuales,
aunque pudieran llegar a las 500, lo cual significa un punto de
partida.
La diversificación de las producciones y el buen momento por el
que atraviesa el taller del Benito Juárez, llenan de orgullo a sus
trabajadores. Hombres como Luis Rodríguez, el secretario del
Partido, quien labora allí desde hace más de tres décadas, no
recuerda momento igual en los últimos años.
Estamos pensando acometer otras obras, explica Luis, quien
menciona los comederos de pienso para los puercos, los cheques
destinados a los molinos de viento y las bombas de agua sencillas
para los campesinos, además de las argollas de bueyes y el aspersor
utilizado en los sistemas de riego.
Con las materias primas fundamentales en la mano, pueden confiar
en el ingenio de este colectivo para contribuir a la producción de
alimentos. No creo que debamos seguir buscando fuera lo que nosotros
podemos producir aquí, asegura el recio trabajador.