El embajador de Cuba en Ginebra, Rodolfo Reyes, leyó este jueves
durante una intervención ante del Consejo de Derechos Humanos (CDH)
de Naciones Unidas un mensaje de los
cinco antiterroristas cubanos presos en cárceles
estadounidenses.
Al aprovechar su espacio en el tema tres de la agencia del 16
período de sesiones del CDH, Reyes señaló que Cuba tiene importantes
preocupaciones que compartir y propuestas a realizar en torno a las
graves amenazas a la existencia misma de la humanidad, reporta
Prensa Latina.
Antes de dar paso a una nota enviada por
Antonio Guerrero,
Fernando González,
Gerardo Hernández,
Ramón Labañino y
René González,
Los Cinco, el diplomático hizo algunas precisiones
respecto al asunto abordado en el CDH.
El hambre crece a ritmo exponencial, al ser convertidos los
alimentos en bienes de especulación financiera y destinarse un
volumen exorbitante de cereales a la producción de biocombustibles
en países del Norte opulento, argumentó.
Asimismo, refirió que el derecho de los pueblos a la paz es
cuestionado por las apetencias hegemónicas de unas pocas potencias,
que recurren cada vez con mayor frecuencia a la amenaza del uso de
la fuerza militar y acumulan arsenales nucleares (...).
Acto seguido, el embajador resaltó que por su dimensión humana y
extraordinario significado, Cuba destinaría su intervención a
trasladar al Consejo un mensaje enviado por cinco cubanos
injustamente encarcelados en Estados Unidos.
Su única responsabilidad fue buscar información de interés a la
desarticulación de las actividades terroristas contra el pueblo
cubano de grupos que actúan con impunidad en Miami, anotó.
Sus detenciones fueron declaradas arbitrarias en la Opinión 19
2005 del Grupo de Trabajo pertinente de este Consejo, añadió.
Luego, Reyes dio paso al mensaje escrito por Ramón, René,
Gerardo, Antonio y Fernando, los Cinco, dirigido al CDH:
Vigente se mantiene aún el fallo del Grupo sobre Detención
Arbitraria de este Consejo, al que el Gobierno norteamericano ha
respondido de forma hipócrita y con argumentos manipulados. El eco
de nuestras repetidas apelaciones se pierde año tras año en este
plenario, y continúan sin respuesta las mismas preguntas.
¿Por qué lo que es terrorismo cuando se practica contra los
poderosos no lo es cuando los poderosos lo aplican? ¿Por qué unos
pueden agredir, masacrar y destruir a mansalva la vida humana, a
nombre de la supuesta lucha contra el terrorismo, mientras las
víctimas de sus actos terroristas no pueden ejercer el más simple
derecho a la defensa?
¿Por qué valoramos la vida humana según el armamento, o la
capacidad de coacción económica, o de chantaje de algunos gobiernos?
¿No es loable defender a un pueblo del terrorismo más allá de
consideraciones políticas?
¿Tiene la humanidad que aceptar que el Gobierno norteamericano,
mientras se autodesigna juez planetario, albergue terroristas en la
Florida y utilice impunemente su corrupto sistema judicial para
protegerlos?
Mientras el valor de la vida humana siga siendo tan relativo, la
más elemental decencia seguirá siendo una utopía, y no alcanzarán
mil consejos como este para que el mundo tome en serio la lucha por
los derechos humanos.
Nosotros, entre tanto, seguiremos apelando a la decencia.