Sorprende a cada paso su manera peculiar de desplazarse
constantemente de un lugar a otro, ya sea en el congestionado y
caótico tráfico en Puerto Príncipe o por inaccesibles caminos de
laderas y empinadas montañas, al borde de profundos abismos.
Todo es válido, desde motocicletas (llevan a veces a cuatro
pasajeros, incluidos voluminosos paquetes), rastras, camiones,
camionetas y automóviles en extremo sobrecargados. Complica el
asunto el pésimo estado de la mayoría de las vías.
¡Pero que los tap-taps son únicos en este planeta, nadie lo
discute!
Y es que los temerarios choferes haitianos se esmeran pintando
cada centímetro de este particular medio de transporte, en el cual
transmiten su pasión por el arte y la vida mediante el uso del
violeta, azul, amarillo y el rojo principalmente, reflejando a sus
ídolos religiosos, de la política, el deporte o la música.
Pero sorprende aún más saber que la Brigada Médica cubana, que
sana de enfermedades al pueblo de esta hermana nación caribeña desde
hace 12 años, se ha apropiado de la pasión haitiana y también tiene
su propio tap-tap.
La historia la relata uno de sus protagonistas, el chofer Rogelio
Planas Gutiérrez, un campechano y bromista tunero devenido, por esos
azares de la vida, hijo adoptivo del capitalino municipio de
Guanabacoa.
Conductor de una rastra en la Unidad Nacional de Transporte del
MINSAP, en La Habana, desde hace justamente un año Planas recorre la
montañosa geografía haitiana en una camioneta china Fotón Forland
B3200, de tres toneladas, que sobresale por su exterior pintado con
nuestros atributos patrios: la gloriosa bandera de la estrella
solitaria, nuestras altivas y verdes palmas reales, el Escudo
Nacional y un retrato del inolvidable Comandante Guerrillero Ernesto
Che Guevara.
Deviene un pedazo de cubanía en esta parte del Caribe, ya
reconocida por los propios haitianos "que me saludan, mientras
muchos periodistas extranjeros me paran para tirarle fotos y
grabarla en video", afirma mi interlocutor, quien en casi 20 años
como chofer profesional no ha tenido un accidente de tránsito.
Explica que la idea partió del reconocido artista plástico cubano
Kcho y su brigada artística Marta Machado cuando vinieron a Haití el
pasado año. "Estuve transportando sus equipos hacia las posiciones
en las cuales brindaron funciones, surgió la idea de pintarlo y lo
hicieron", narra.
Explica que llegó a la Patria de Jean Jacques Dessalines el 29 de
enero del 2010, como integrante del Contingente Internacional de
Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves
Epidemias Henry Reeve, para enfrentar la emergencia creada por el
devastador terremoto de hace un año, y que ahora junta su hombro a
este pueblo para ayudarlo a vencer la grave epidemia de cólera.
En su tap-tap cubano, el ingenioso Planas ha recorrido nueve de
los 10 departamentos haitianos trasladando equipos médicos,
medicamentos para los hospitales de campaña y de referencia
comunitaria, grupos electrógenos, agua potable y alimentos para los
colaboradores. También ha dado su granito de arena en los grupos de
pesquisa activa contra el cólera "subiendo y bajando" lomas,
repartiendo tabletas de cloro para el agua y dando charlas
educativas de cómo controlar ese terrible mal.
Con una misión internacionalista anteriormente en Angola, de 1985
a 1987, en donde participó en 21 caravanas militares, comenta que
solo le falta por recorrer la Grand’Anse haitiana, una zona
extremadamente montañosa, en la que no ha podido penetrar su querido
tap-tap.