Una obra que no se llevó el agua

LIVIA RODRÍGUEZ DELIS

Por su vasta trayectoria profesional, fundamentalmente en la esfera hidráulica, el Doctor ingeniero Marcial Méndez Fernández, de 73 años de edad, fue galardonado con el premio Ingeniería 2011. Sus conocimientos, estudios de desarrollo y proyectos de investigaciones científicas se han materializado en construcciones contra inundaciones y para el uso eficiente del agua en la actividad de riego en nuestro país y otras naciones como Venezuela y México.

Foto: Ismael BatistaMarcial lleva más de cuatro décadas haciendo correr el agua por buen camino.

"Este triunfo es también el resultado del esfuerzo y la dedicación de mis compañeros del Instituto de Investigaciones de Ingeniería Agrícola y del apoyo de mi familia", reflexionó el experto, quien celebró ayer el Día del Ingeniero Cubano con el reconocimiento a sus méritos en la labor profesional.

Ostenta en su aval una amplia gama de premios y distinciones, pero con especial gozo escoge de sus remembranzas una experiencia que desea resaltar.

"Hay un trabajo que al recordarlo me llena siempre de satisfacción, y fue el establecimiento de una nueva tecnología en el central Héctor Molina, de la antigua provincia de La Habana. Los resultados fueron reconocidos por los especialistas cañeros, pues permitió el despegue de la atención del drenaje y el riego de la caña de azúcar" recordó el especialista, que lleva la mayor parte de sus 45 años de labor entre cultivos.

A partir de esa experiencia se montó una tecnología similar, pero mayor, en el central Urbano Noris, de la provincia de Holguín, cuyo éxito abrió las puertas al desarrollo del drenaje parcelario con riego en todo el país y lo avaló para el premio de la Academia de Ciencias de Cuba.

UNA FAMILIA HECHA A LA MEDIDA

Bromeando con su esposa Gladys y sus hijos, les dice que han sido siempre compañeros de victorias.

"Tengo tres hijos: Misael, quien combatió en Cuito Cuanavale; Magdelín, funcionaria de la Contraloría General de la República, y Mirla, segunda jefa del hospital neurológico; de los cuales me siento muy orgulloso. Junto con mis tres nietos son mi fuerza y apoyo. Al verlos me lleno de regocijo, pues se encuentran encaminados gracias a la Revolución."

Para Marcial es obligado mencionar los desmanes que sufrió en la sociedad capitalista que existía en el pasado, donde ni él ni muchos de los jóvenes de la época eran prioridad para los gobernantes de entonces.

"Yo viví netamente el capitalismo y pasé todas las desventajas de un negro en esa sociedad: hambre, desasosiego, frío. En medio de todo ese marasmo, mi madre, que era analfabeta, trabajó mucho para que yo estudiara."

Con gran esfuerzo se ganó una beca para ir a la Universidad, pero las "marañas" de los que dominaban el sistema educacional amenazaban con arrebatársela. "Suerte que llegó el primero de enero de 1959. Con el proceso revolucionario entré a la Universidad, sin tener que vender pomos o limpiar zapatos".

Tras el azote en 1963 del ciclón Flora, cuyas inundaciones ocasionaron aproximadamente 2 000 muertos, el Comandante en Jefe Fidel Castro visitó el recinto universitario y pidió a los jóvenes que cursaban el tercer año de la carrera de ingeniería civil que se especializaran en la esfera hidráulica. "Al momento accedí, por mi convicción de revolucionario dejé a un lado mis proyectos de construir puentes, carreteras y caminos".

Hoy, su acervo científico, además de encontrarse en numerosas publicaciones, es recibido por los jóvenes profesionales que se adentran en el mundo del agua, las tuberías y las botas. Para ellos siempre tiene muchas enseñanzas técnicas pero solo una doctrina: amar su trabajo, que tiene la belleza increíble de garantizar ese preciado recurso para la subsistencia del ser humano.

 

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