PRETORIA,
Sudáfrica.— Como siguiendo los pasos de Martí en aquella noche
venezolana cuando sin quitarse el polvo del camino fue a doblar
rodilla frente a la estatua de Bolívar, así los jóvenes cubanos
rindieron honores a los combatientes muertos en tierras de África,
en lo que devino la primera actividad oficial de la delegación de la
mayor de las Antillas al XVII Festival Mundial de la Juventud y los
Estudiantes. No podía ser de otra manera. No era posible dar un paso
más en Pretoria sin antes reverenciar a tantos héroes.
Fue
en el Freedom Park (Parque de la Libertad), especie de santuario que
rotuló en sus paredes los nombres de 75 000 combatientes de las
guerras africanas, entre ellos los 2 061 cubanos que perdieron sus
vidas cuando decidieron vivir del lado del deber. El día había
amanecido triste, frío, borrascoso, a pesar de las altas
temperaturas de la víspera, como presintiendo que las horas por
venir serían de una tristeza sosegada, digna, de años... Hasta allí
subimos todos, rompiendo con nuestros pasos el silencio sepulcral,
dando alegrías al sitio porque como clama el poema de Fayad Jamís
que alguien recordó allí, "por esta libertad tan bella como la vida
habrá que darlo todo". Y si entonces este suelo es libre, las penas
son remediables.
Es que rendir tributo a nuestros mártires es el más alto honor,
comentara luego Liudmila Álamo, primera secretaria de la Unión de
Jóvenes Comunistas, aunque como ella misma confesara, las palabras
no logran atrapar la emoción que despierta un sitio como el Freedom
Park, donde laten el corazón de Cuba, las enseñanzas de Fidel...
Recordó Álamo que estos buenos hombres dejaron sus vidas en África
sin pedir nada a cambio, dando todo de sí.
Allí estaban, para corroborar tamaña entrega, los combatientes
invitados a la cita juvenil, quienes buscaron con sus dedos entre
las piedras de la muralla los nombres de muchos de sus compañeros de
lucha como volviéndolos a abrazar, como haciéndoles saber que siguen
juntos a pesar de los años, de la vida truncada, del destino
indescifrable. También algunos de los muchachos hallaron en la pared
el aliento de algún familiar, de algún vecino, de algún cubano
querido de cerca. Es que las guerras de África entraron en las casas
de Cuba por siempre. Y este pueblo, el de Nelson Mandela, bien sabe
agradecerlo, no solo por lo hecho hasta ahora, sino porque como
dijera Jorge Risquet, miembro del Comité Central del Partido, a los
pueblos de África nunca les faltará la mano de Cuba.
Y hasta el muro de los nombres llegaron las flores. Esta vez de
manos de Natasha Díaz, la hija de Raúl Díaz Argüelles, primer jefe
de la misión militar cubana en Angola. Esta mujer, orgullosa de su
padre, pero dolida a pesar del tiempo, nos confió que aquel hombre
audaz era su ídolo en casa. "Ayer se cumplieron 35 años de la
muerte, pero es como si me hubieran dado la noticia ahora". Sin
embargo, este domingo Natasha podía sentirse feliz: los jóvenes de
su Patria estaban en el Freedom Park.
Cantarle a Cuba querida la tierra de nuestros amores, fue el
momento más sentido de la mañana, cuando David Blanco y Yasek
Manzano estremecieron los corazones, apretados desde antes, con el
Punto Cubano, ese que se siente más nuestro cuando más lejos de la
Isla estamos. Entonces este domingo, a pesar de la pertinaz lluvia,
fue luminoso para los jóvenes que están de Festival.