Falta
todavía la última fecha, en la que Cuba, por cierto, tendrá hoy a
tres exponentes, pero el Grand Slam de Tokio evidencia dos
cuestiones antes de cerrar el año: 1) Japón sigue siendo
inobjetablemente la Meca del judo y 2) Brasil se plantea muy en
serio desbancarnos de la cima continental en los Juegos de
Guadalajara.
En el Gimnasio Metropolitano de la capital nipona, los
anfitriones han barrido literalmente con sus rivales. No solo
acapararon 19 de las 36 medallas puestas en liza, sino que encima
conquistaron ocho de los nueve títulos disputados, dejando escapar
apenas el de los 63 kg, en cuya final Clarisse Aghegnenou y Geurise
Emane se rifaron el oro para catapultar a Francia al subliderato.
A continuación, en el escalafón por países aparece Brasil, el
único aparte de los locales que ha conquistado hasta ahora más de
dos medallas, con la plata de Tiago Camilo (90 kg) y los bronces de
Sarah Menezes (48) y Leandro Guilheiro (81), aunque también suman un
quinto puesto. Justo lo mejor que ha podido alcanzar Cuba de
momento, por intermedio de la cienfueguera Yanet Bermoy el sábado,
pues Yaritza Abel (63) cayó por yuko ayer ante la sudcoreana Da-Woon
Joung en su primer combate.
Quizá eso pudiera cambiar hoy, cuando salgan al tatami Idalis
Ortiz (+78), Oreidis Despaigne (100) y Oscar Brayson (+100), pero
mejor no nos engañemos. A la lid japonesa, que cada año congrega a
los judocas más destacados, solo fueron invitados esta vez cinco
cubanos por 14 representantes del gigante sudamericano.
Curioso, pero cierto. El judo brasileño no ha dejado de prosperar
en los últimos 15 años: cuarto en los Panamericanos de Mar del
Plata’95, tercero en los de Winnipeg’99, y segundo en los de Santo
Domingo’03 y Río de Janeiro’07; en esta última edición le hizo un
pulso formidable a Cuba. Y aunque en el Mundial de Rotterdam’09 se
marchó de vacío, en el de este año, en Tokio, volvió por sus fueros
al ocupar la vanguardia de Latinoamérica, con tres subtítulos, un
tercer lugar y dos escuadras en las que ya se aprecian varias
"segundas" figuras.
En fin, que no se trata de ser alarmistas rumbo a la cita
mexicana del 2011, pero lo cierto es que frente al progresivo
declive de Cuba en los tatamis internacionales tras Beijing’08, el
empuje brasileño comienza a ser, cuando menos, sintomático.