Un enigma frente al mar

Ventura de Jesús

Cuando uno piensa en la variedad de lugares con que cuentan los turistas para pasar sus vacaciones, resulta curioso comprobar que cada año unos 1 500 viajeros repiten su visita a Kawama, un hotel sin lujos y desprovisto de las exquisitas facilidades de otros más modernos.

Foto: Juanita Perdomo Kawama es el más antiguo de los hoteles que prestan servicio hoy en el balneario de Varadero.

Son paseantes que sucumben a las bondades sencillas de esta pequeña instalación, ubicada en las cercanías del Canal de Paso Malo, en el balneario de Varadero, con la gracia de hacer feliz a vacacionistas pertenecientes, sobre todo, a la llamada tercera edad.

"Este es nuestro refugio ideal, el lugar donde nos sentimos a gusto", admite James Roddick, un canadiense que ha estado aquí en más de 50 ocasiones.

"No es tan elegante, ni dispone de innumerables comodidades como otros hoteles, pero para mi esposa Dianne y para mí, es como nuestra segunda casa. Nos consideramos amigos de Cuba y fieles clientes de Kawama."

James y Dianne no son la excepción. Ellos integran el club de visitantes repitentes, fundado en 1999, y que actualmente cuenta con más de 600 miembros. Leida Fernández, relacionista pública, dijo a Granma que se trata de uno de los hoteles de Varadero con mayor índice de repitentes.

"En los primeros meses del actual año unos 700 turistas optaron nuevamente por este hospedaje, y existe una razón adicional: el hotel, considerado el más antiguo de los que prestan servicio hoy en este polo turístico, arribó este mes a los 80 años de fundado."

Kawama es operado por la cadena hotelera nacional Gran Caribe, cuenta con 336 habitaciones y muestra niveles de ocupación superior al 70%, con predominio en su clientela de vacacionistas canadienses, alemanes y cubanos.

Entre los hechos más distinguidos vinculados a él, figura la visita que en junio de 1960 realizara el líder de la Revolución cubana Fidel Castro, acompañado del novelista francés Jean Paul Sartre, ocasión en la cual comprobó que los trabajadores de dicha instalación no recibían salario desde el mes de febrero. Cuatro meses después el hotel fue nacionalizado.

Elba Rodríguez Sánchez, capitana de salón con 41 años de servicio, considera que uno de los mayores atributos de Kawama es el elevado interés y sentido de pertenencia de su colectivo laboral y la constante preocupación por satisfacer al cliente. "Muchos forasteros no ven a Kawama como un hotel, sino como su propia casa, y creo que ese es el secreto por el que tantos repiten".

Comenta que también existe conciencia del mejor uso y ahorro de los portadores energéticos y sobre todo del tema de la calidad, que hoy es priorizado y se materializa en la excelencia de los servicios.

Pero para los canadienses Max Kapsch y Fortunato Paralovo, asiduos visitantes, no hay secretos. A la pregunta de por qué vienen a menudo a este lugar, ambos coinciden en que aprecian sus valores arquitectónicos, con edificaciones de estilo de cantería, pero que valoran especialmente el cariño de la gente. Al decir de Max, "este es un lugar con vida. Aquí nos sentimos más a gusto que en cualquier otro sitio".

 

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