Era el partido soñado por todos para la discusión del título, en
poder de las naranjas desde la cita universal de Madrid’06, pues
ambos conjuntos presumen de ser los mejores del planeta: Holanda,
campeona olímpica de Beijing’08 y seis veces titular del orbe, y
Argentina, entre las cuatro punteras en competencias efectuadas
desde 1998.
Llegaron a tal instancia con recorrido perfecto: las muchachas de
la tierra de los tulipanes se adjudicaron el Grupo A, con victorias
sobre India (7-1), Nueva Zelanda (7-3), Australia (4-1), Alemania
(2-1) y Japón (5-2), y en semifinales eliminaron a Inglaterra 4-3
por penales luego de empatar 1-1; mientras, sus rivales ganaron la
Zona B, por éxitos en forma sucesiva a costa de Sudáfrica (5-2),
Sudcorea (1-0), España (4-0), China (2-0) e Inglaterra (2-0), y en
semifinales sobre Alemania (2-0).
El choque del adiós —en el estadio Mundialista de Rosario ante 12
000 espectadores— tuvo un ritmo despiadado, a una velocidad
impresionante, acorde con los estilos de los dos elencos, por lo que
el aspecto físico fue vital y ahí las gauchas resultaron superiores.
Además, las holandesas no estuvieron tan finas al moverse en el área
y conectar de primera los centros cruzados, como tampoco explotaron
las múltiples variantes que habitualmente ejecutan a la salida de
los córners, amén de padecer la ausencia en la zaga de Minke Booij,
pieza clave en recientes conquistas.
Así, las sudamericanas conquistaron su segunda corona mundial,
con el aporte decisivo de Luciana Aymar, mejor jugadora del torneo,
galardón que bien pudieron merecer la holandesa Maartje Paumen,
líder goleadora (12), la india Rani Rampal, joven más destacada del
certamen, o la inglesa Beth Storry, la más segura bajo los tres
palos.