Historia de un largo y duro camino

De la Sierra Maestra a Santiago de Cuba: La contraofensiva estratégica

LETICIA MARTÍNEZ HERNÁNDEZ

Haciendo gala de esa puntualidad de siempre, llegaba Fidel al aula Magna, justo a las 10 y 30 de la mañana. De nuevo con uniforme verde olivo, de nuevo con aquellos espejuelos ahora habituales. Venía a presentar su libro De la Sierra Maestra a Santiago de Cuba: La contraofensiva estratégica. Volvía a escoger la Universidad de La Habana para hacer historia, para contarla, o más bien recordarla, con aquellos buenos combatientes que le secundaron en cada empeño, cada peligro, cada pesar, cada jarana…

Así, mientras La victoria estratégica camina el país, llena librerías, deleita a quienes lo escudriñan, el Comandante en Jefe, trabajando sin percatarse a qué hora se esconde el Sol, pone a punto un nuevo libro que desentraña los sucesos que antecedieron al triunfo, con la peculiaridad de descubrir sus recuerdos personales a los lectores, quienes encontrarán allí a un Fidel inmenso, pero de carne y hueso, que devela cartas, sentimientos, opiniones, tácticas, estrategias. El líder de siempre, el protagonista excepcional de una historia épica, narra a modo de diario la contraofensiva estratégica del Ejército Rebelde, desde la Sierra Maestra hasta la entrada victoriosa a Santiago de Cuba.

Es que "hay mucha historia por contar", reconocería luego. Hasta la omisión en esta nueva entrega del nombre de un pequeño poblado lo obliga a "revisar más, a conversar más". Y cuenta con pesadumbre como no pudo hablar con Calixto García, el general de brigada que moría con tanta historia en sus recuerdos. Sobre la batalla de Guisa quiso comentarle: "traté de conversar con él, pero estaba grave".

Katiuska Blanco, la muchacha noble que había tenido a su cargo la edición de La victoria estratégica, y que escribiera además la historia de la familia Castro Ruz en Todo el tiempo de los cedros, fue quien puso voz a las primeras palabras del encuentro de Fidel con sus compañeros de lucha. Dijo entonces Katiuska que a través de este libro conocemos más de cerca al hombre honesto y revolucionario tenaz, al jefe exigente que conocía cada detalle, desde el último fusil, la última bala, hasta del compañero que había sido castigado, se le levantó el castigo y tenía por premio cumplir una misión.

En estas páginas, comentó la investigadora, puede leerse sobre la conducta intachable de los guerrilleros. "Se puede seguir el decálogo de conducta, de respeto a la dignidad humana". Y recordó aquella frase donde Fidel sentencia que la victoria en la guerra depende de un mínimo de armas y de un máximo de moral. "Es un libro que nos descubre a un hombre que, aún en plena guerra, reconoce que le está haciendo mucha falta el abrazo de la madre".

Y si es este un libro hermoso por lo que narra, lo es también por su diseño, su encuadernación, sus imágenes, sus mapas…Explicó Alberto Alvariño Atiénzar, vicejefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido, que esta nueva entrega da continuidad al anterior, no solo en el contenido sino también en el diseño. Vuelve a usarse esta vez la tecnología más moderna en la reproducción de 90 000 ejemplares. Es un libro cosido a máquina, que cuenta de 608 páginas, de ellas 163 con elementos gráficos. Habló Alvariño del empeño de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, del Grupo Creativo del Comité Central del Partido, de la Imprenta Federico Engels y la Alejo Carpentier, de las empresas gráficas Osvaldo Sánchez y Durero Caribe, para lograr ambos libros que varias editoras han pedido publicar en inglés, francés, alemán, chino, árabe, vietnamita y checo.

Luego Fidel pidió a Alvariño que leyera la introducción de La contraofensiva estratégica. Mientras, él escucha. Y como si repasara tantos años a la velocidad de la luz, asiente con la cabeza. Después se sucedieron fragmentos leídos por Fidel, y las preguntas escudriñadoras del Comandante a sus compañeros de la Sierra. ¡Parecía increíble cómo recordaba todo! Le pregunta a Guillermo dónde estuvo con Braulio Coroneaux, qué se hicieron de aquellas armas calibre 50, cuántas tenía... Enseguida apunta que eran dos, y a una se le había roto una pieza. Pregunta por Pastorita Núñez, y ella está en primera fila, también con su uniforme verde: "Ah, estas ahí, pues para ti traigo noticias". Entonces lee de cuando se autorizó a Pastorita a visitar a los propietarios de ingenios y comunicarles que debían contribuir con el producto de la zafra azucarera de 1958. Comenzamos a tener recursos, y hasta enviábamos dinero a nuestros compañeros en la Isla de la Juventud, rememora Fidel. "¿Te acuerdas de eso, Armando?", pregunta cariñosamente a Hart, que también está allí para escucharle.

Lee Fidel mensajes, llamamientos al pueblo, órdenes militares... Cada uno va reconstruyendo una historia hecha a base de mucha valentía contra un Ejército muy superior en número. Y Fidel ríe con las cartas a Camilo, al Che… con las "malas palabras" dichas entonces, con las ocurrencias que sabían aleccionar, como aquella en la que dice a Camilo: "apriétateme los tornillos, y no dejes de tener en cuenta que la fama, la jerarquía, los éxitos echan a perder… Si llegas a Pinar del Río tendrás un pelo de la gloria de Maceo".

Cuando casi sumaban dos horas del encuentro en el Aula Magna, Fidel concluye su presentación, "porque son muchas las batallas que se están librando". Entonces aprovecha el momento para abordar algunos temas de actualidad y librar otra escaramuza contra la manipulación mediática.

Al concluir su mensaje de alerta, el Comandante no quiere marcharse sin estrechar la mano o besar la mejilla de sus compañeros de tantos años. Así va hasta el lugar que cada uno ocupó. Les conversa, quizás buscando esa historia que tan necesaria es contar. Hasta los periodistas de la Mesa Redonda también llega Fidel, y les habla de esta civilización tan convulsa, de paso los incita a seguir analizando "que bastante material tienen".

Casi a la salida del Aula Magna un grupo de estudiantes universitarios espera. Les toca el saludo de Fidel. El Comandante no los defrauda. Hasta ellos llega con una alegría inmensa. Les pregunta por las condiciones de la legendaria Aula, les habla de las atrocidades que se suceden en el mundo, de la matanza de palestinos, de los niños que mueren, del holocausto. Los envidia sanamente por el entusiasmo, por la juventud.

Y se marcha Fidel con esa alegría que producen los encuentros con amigos, hermanos, con los buenos cubanos de siempre, con los de ahora. Ciertamente ha sido largo y duro el camino, pero ha valido la pena.

 

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