Por eso hubo alegría en todas las fincas y unidades cuando en los
días finales de agosto comenzó la siembra de las primeras 30
hectáreas, plan que seguirá hasta devolverle a la entidad el
esplendor de ciclos anteriores bajo el cuidado de especialistas
cubanos que se han adiestrado en el manejo de las nuevas
plantaciones.
Esta empresa debe cerrar el 2010 con 60 hectáreas, sumar otras
300 en el 2011 y alcanzar las 3000 en el 2015. La experiencia y los
conocimientos adquiridos por dirigentes y trabajadores sobre la
devastadora enfermedad, los pone en mejores condiciones para
enfrentar esta bacteria oriunda del continente asiático, que ataca
progresivamente las plantas.
La estrategia, explica el ingeniero Oscar Mesa Cruz, director de
la empresa, es realizar las nuevas siembras en bloques lo más
distante posible del macizo enfermo.
Una vez infectado, el cítrico no tiene cura, ni variedad, ni
patrón resistente. Por eso en Ceiba aplican lo orientado para las
áreas en fomento: tras la demolición de las plantas enfermas los
suelos estuvieron un año de reposo, recibieron la preparación
adecuada y las posturas proceden de viveros de alta tecnología.
Las tierras fueron ocupadas por cultivos temporales que mediante
el movimiento, el sol y la humedad, contribuyen a liberar a los
cítricos de hongos y de las plantas hospedantes.
Apuntó el Director que seleccionar las semillas y yemas y crear
la postura antes de ser llevada al campo, exige un proceso muy
riguroso, que certifica y avala el Instituto Nacional del Cítrico.
Este trámite es inviolable, al determinar en pruebas y
comprobaciones que la semilla se encuentra sana y apta para un
desarrollo productivo de calidad.
Por ser el cítrico un cultivo que necesita entre tres y cinco
años para comenzar su explotación, lo ideal es intercalarle frutales
de producción rápida, capaces de contribuir en corto tiempo a
financiar la inversión. Con la tecnología empleada, el riego y la
fertilización, lo que ahora se planta debe obtener en los primeros
años un rendimiento cercano a las 15 toneladas por hectárea.
Los estudiosos del tema han demostrado en muchos países, entre
ellos Estados Unidos y Brasil, atacados igualmente por el
Huanglongbing, que la guayaba actúa como repelente ante el vector
transmisor de la enfermedad. Por eso, en la empresa de Ceiba la
guayaba es la mayor acompañante del cítrico, aunque no será el único
frutal que alterne.
Junto a las demandas del mercado interno, Ceiba debe suministrar
cítricos para fines industriales y otros destinos. De nuevo la
naranja, con el 70% del área, será la predominante y el resto se lo
distribuyen a partes iguales la toronja y el limón.
Jorge Márquez, administrador de la UBPC 24 de Febrero, ratifica
que para él y sus compañeros el día más feliz será cuando vean
florecer de nuevo los campos de cítricos de Ceiba. Explicó que ellos
están en capacidad de sembrar diariamente dos o tres hectáreas, en
campos como el de toronja que llevan 357 posturas.
En las fincas que la integran rige la autodisciplina, y mientras
haya cosas por hacer nadie abandona el campo. Las misiones
individuales están claras y no es necesario que los jefes pierdan
tiempo en comprobar si las orientaciones se cumplen.
Los "finqueros" cuidan sus propias cosechas, velan por la calidad
y porque los aseguramientos lleguen a tiempo para aprovechar al
máximo la jornada. En este caso tierra preparada, y posturas
suficientes para cumplir el plan diario, son responsabilidades que
asume el jefe.
Como en el resto de las unidades de la empresa cuando en el 2005
vino la decadencia del cítrico los salvó la diversificación que,
incluso, mantendrán aunque este vuelva a ocupar un lugar prominente.
Hoy disponen de más de 150 hectáreas de aguacate, guayaba, mango,
fruta bomba, mamey y otros frutales, lo cual estimula al "finquero",
que recibe ingresos por el nivel de comercialización de las ventas.
Esto garantiza la estabilidad del personal y enfrenta los gastos de
la UBPC en la reposición del cítrico, que demanda no menos de 10 000
pesos por hectárea.