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El gobierno de Francia analizó hoy la cuestión de los gitanos
irregulares en su territorio con altos funcionarios de Rumania, en
un esfuerzo por dar mayor coherencia al trato a los inmigrantes en
medio de fuertes críticas.
Luego de una reunión la víspera del primer ministro francés,
Francois Fillon, con varios integrantes del gabinete claves en este
asunto, la administración recibió a los secretarios de Estado
rumanos Valentin Mocanu y Valentín Fatuloiu.
Mocanu es el responsable de la Reinserción de Gitanos mientras
Fatuloiu atiende la cartera del Interior en Bucarest. De momento
sólo trascendió la voluntad de ambos Gobiernos de estrechar la
cooperación para resolver el entuerto.
Los ministros del Interior, Brice Hortefeux, y de Inmigración,
Eric Besson, así como el secretario de Estado de Asuntos Europeos,
Pierre Lellouche, cerraron filas con Fillon en la necesidad de
actuar con firmeza, continuidad y justicia.
Fillon recalcó, a pesar de los aires en su contra de la oposición
y la iglesia católica, que las acciones iniciadas para acabar con la
ocupación ilegal de terrenos y reconducir a los gitanos irregulares
a sus países de origen son razonables.
De acuerdo con el primer ministro la mayoría de las deportaciones
son voluntarias, sin mencionar que se entrega a cada persona que
decida regresar a su territorio 300 euros por adulto y 100 por niño,
cifras que muchas veces aceptan por necesidad.
Las imágenes de aplanadoras que destruyen los campamentos de los
gitanos contrastaron con el supuesto clima armónico que pretende
mostrar el Gobierno del presidente conservador Nicolás Sarkozy.
Francia prometió de todas formas estrechar nexos con sus pares de
Rumania y Bulgaria con el fin de adoptar medidas que permitan
mejorar la situación de los gitanos.
De cualquier modo, la decisión de expulsar a 700 rumanos y
búlgaros residentes de forma ilegal en el país, así como el
desmantelamiento de 300 campamentos de gitanos, mantuvo tenso el
clima político galo.
Dominique de Villepin, ex primer ministro y actual líder del
nuevo partido República Solidaria, no escatimó epítetos para
desbarrar de su enemigo político y antiguo compañero de la
centroderecha gobernante, es decir Nicolás Sarkozy.
Es una mancha de vergüenza sobre la bandera nacional, reiteró
Villepin, a quien se sumaron integrantes del Partido Socialista y la
izquierda en general, además del centrista MoDem y el Cristiano
Demócrata de la ex ministra Christine Boutin.