La
esclavitud no es algo que las "democracias" modernas hayan
desterrado demasiado lejos. En realidad es algo que está más cerca
de lo que pensamos. No solamente porque cada vez es más habitual
aquello de que el trabajo asalariado es una esclavitud a cambio de
dinero, sino porque la pobreza y la necesidad son fecundas canteras
para que el sistema sin escrúpulos que es el capitalismo se
aproveche para conseguir beneficio a costa de la vida, la dignidad,
y la libertad de las personas.
Los países del Este europeo son, quizás, el mayor ejemplo de cómo
el capitalismo transformó a la población en mercancías competitivas
en el mercado de la mano de obra, la droga o la prostitución,
obligando a millones de personas a huir de sus países para poder
sobrevivir, algo que los mafiosos (tan abundantes en el capitalismo,
algunos más "legalmente" que otros) han sabido aprovechar bien.
Estos días ha sido desmantelada en España, concretamente en
Vinaroz, una red que literalmente "compraba" mujeres rumanas para
obligarlas a prostituirse en la carretera N-340, en la provincia de
Tarragona. En el momento de los arrestos, el grupo se estaba
lucrando de la explotación sexual de 11 mujeres de entre 19 y 38
años, todas rumanas, que habían llegado a España bajo una falsa
apariencia de relación sentimental, con promesas de una vida mejor
en Cataluña.
Cuando las mujeres llegaban a Tarragona eran "vendidas" a un
grupo violento de proxenetas y se veían obligadas a ejercer la
prostitución a pie de carretera. Si ellas se resistían a
prostituirse, recibían amenazas de muerte, agresiones físicas y
sexuales y vejaciones, siendo uno de los casos más graves el de una
mujer que permaneció encerrada en un domicilio durante cinco días,
siendo agredida y violada constantemente para, finalmente, volver a
la carretera a continuar con la prostitución.
Las mujeres debían realizar cualquier tipo de servicio demandado
por el cliente, incluso sin protección ni precaución, para después
entregar todo el dinero de la jornada a los proxenetas. En caso de
embarazo, las obligaban a continuar con la prostitución hasta un
avanzado estado de gestación y, posteriormente, las hacían abortar
de forma temeraria llegando a poner en peligro su vida.
Por supuesto que la red no ha sido desarticulada por completo,
puesto que se trata de un negocio con muchos tentáculos, con
diferentes fases: en primer lugar, están los que engañan a las
mujeres para luego venderlas a los proxenetas, que son el segundo
paso; y después, están los que usan los servicios sexuales de las
"esclavas" sin importarles nada su estado de esclavitud.
En todo caso, y tal y como funciona un mundo globalizado
económicamente como el que vivimos, y que algunos tanto defienden,
el engranaje del negocio es largo, y mientras algunos facilitan la
destrucción de la riqueza nacional, otros llegan como
"inversionistas" para saquear los recursos, después los países ricos
se aprovechan de la pobreza ajena para atraer mano de obra barata,
y, la perversión intrínseca del sistema hace que, irremediablemente,
acaben por surgir las mafias (las políticas, las laborales, las de
la droga o la prostitución), y que el sacrosanto "mercado libre", el
sagrado y todopoderoso derecho al enriquecimiento por encima de
todas las cosas, termine haciendo que la esclavitud, como hemos
empezado diciendo en la entrada, no sea algo superado en el siglo
XXI, ni siquiera en la moderna y "civilizada" Unión Europea (uno de
los grandes bastiones del capitalismo mundial, y por lo tanto, de la
consideración de todo, incluso de los seres humanos, como mercancías
de compra y venta, de usar y tirar).
Lo cierto es que Rumania y Bulgaria son los principales
exportadores de carne barata al resto de los países de la Unión
Europea, y están seguidas de otros países extracomunitarios
Lo peor es que la noticia que ha dado lugar a esta entrada no es,
aunque algunos quieran pensarlo o venderlo como tal, un caso
aislado.