Sin tener autorización legal, y utilizando tarjetas satelitales
DIRECTV que recibía de Estados Unidos mediante mecanismos
violatorios de las disposiciones aduanales, se dedicó a
comercializarlas en el capitalino municipio de Centro Habana.
Contactó con personas poseedoras de los medios necesarios para
recepcionar las señales satelitales, y les propuso la venta de
dichas tarjetas en sumas que oscilaban entre 30 y 40 CUC. Por la
recarga de las mismas cobraba hasta 30 CUC mensuales.
El negocio prosperaba y decidió expandirlo. Así entregó un grupo
de tarjetas satelitales a su cliente A. Correa, quien obtenía una
ganancia de 5 CUC por cada operación de venta o recarga.
Una de las tarjetas fue a parar a manos de R.Talles. Ni corto ni
perezoso, y viendo la posibilidad de "abultar su bolsillo" con el
menor esfuerzo, aprovechó que poseía en su domicilio un receptor
satelital para captar señales y, sin estar autorizado, extendió
cables coaxiales hacia inmuebles vecinos. De este modo les
facilitaba la recepción de señales televisivas extranjeras,
cobrándoles por el ilegal servicio 5 CUC al mes.
En registros policiales efectuados en las viviendas de estos
ciudadanos, fueron ocupados los medios utilizados para desarrollar
estas ilícitas actividades, entre ellos, equipos receptores de
señales satelitales, amplificadores, varios metros de cable coaxial
y libretas donde anotaban datos de sus clientes.
Los tres fueron sancionados por los tribunales populares a penas
de privación de libertad y trabajo correccional por el delito de
Actividades Económicas Ilícitas. Para este tipo de actuación, el
Código Penal establece condenas máximas de tres años de privación de
libertad o multas de hasta 1 000 cuotas, o ambas.
Como ocurre en casos similares, a los "clientes" —también
violadores de disposiciones legales— se les imponen medidas
administrativas consistentes en elevadas sanciones pecuniarias y el
decomiso de los bienes empleados para la recepción ilegal de las
señales de televisión.
Pero, ¿cómo llegan las tarjetas? ¿quiénes alimentan negocios de
esta índole, transgresores de políticas y legislaciones cubanas e
internacionales, y violatorios de nuestra soberanía?
A finales de febrero M. Orozco fue sancionado por el Tribunal
Municipal de San Miguel del Padrón a dos años de privación de
libertad, por cometer el delito de Actividades Económicas Ilícitas.
Él es ciudadano cubano residente en los Estados Unidos.
Entre los años 2004 y 2006, desde ese país Orozco envió a Cuba
más de 800 tarjetas satelitales.
Aprovechando que laboraba como instalador y reparador en la
compañía DIRECTV, y transgrediendo las regulaciones aduanales
establecidas, en el 2004 logró introducir en el país un
decodificador satelital y un grupo de tarjetas. Estos llegaron a
manos de un familiar cercano a través de diferentes personas que
viajaban hacia Cuba, quienes en pago recibían cinco dólares por cada
tarjeta satelital.
Estas eran comercializadas en el país por personas —ya
sancionadas—, que se dedicaban a su venta y recarga, y recibiendo a
cambio 5 CUC en cada operación.
Con igual proceder, Orozco satisfacía la demanda de diferentes
personas residentes en Cuba que le realizaban pedidos de tarjetas
satelitales por la vía del correo electrónico, dedicándose además a
la activación de las mismas desde el exterior. Por disposición suya,
el dinero era recogido por un familiar cercano y utilizado en
remesas familiares.
De esta manera, los inescrupulosos involucrados armaron un
negocio de señales y tarjetas satelitales Made in USA, finalmente
desmantelado por las autoridades cubanas y juzgado por los
tribunales, conforme a la Ley y en defensa de nuestra soberanía.