Cuando se le sigue el rastro a los impuestos en la Cuba
prerrevolucionaria salta a la vista el grado de dependencia
económica y política, primero a España y después a Estados Unidos.
Los impuestos son como espejo de la sociedad y en su evolución está
reflejada también la historia de Cuba.
Muchas leyes y regulaciones establecidas por la Metrópolis
tuvieron vigor hasta avanzado el siglo XIX y respondían a los
intereses de los comerciantes, el clero y a la Corona. En ese tiempo
prosperaron en Europa la compra y venta de mercancías para lo cual
el oro y la plata eran utilizados como monedas de cambio.
El comercio colonial estuvo sometido al control estricto en
puertos, rutas, y buques. En los protectorados se aplicaron
impuestos de un 5% a las mercancías importadas y exportadas; los
empleados civiles abonaban la mitad del sueldo cobrado en el primer
año de trabajo; toda transacción fue gravada; los misioneros
aportaban un 5% de la ganancia, e igualmente fueron gravados los
artículos de primera necesidad para construir y mantener la flota
naval española, así como el tabaco y el aguardiente. La iglesia
asignaba impuestos a frutas, vegetales y a las crías de ganado. La
presión fiscal creció con el empuje de la ganadería, el tabaco y el
azúcar.
En la etapa republicana la intrusión de los vecinos del norte
trajo consigo la renta de aduanas y la contribución industrial y
comercial. En 1908 se promulgó la ley de impuestos municipales y por
vez primera tuvieron capítulo aparte los procedimientos de recaudo y
aplicación de multas a los evasores del fisco. Entrada la década del
40 se instaura el impuesto sobre la renta y se gravan así sueldos,
salarios, retribuciones, pensiones, honorarios e ingresos personales
superiores a 1 000 pesos.
Con el pretexto de hacer avanzar obras públicas o para el pago de
ayudas financieras, proliferaron las disposiciones relacionadas con
las cargas tributarias, las cuales respondían a intereses del
congreso, de los gobiernos provinciales y municipales.
El tributo popular engrosaba los bolsillos de los gobernantes de
turno mientras se expandía por toda la geografía cubana el abandono,
la insalubridad, el analfabetismo, y se accedía a un bien público a
cambio del voto personal y de la familia en las fraudulentas
elecciones.
A partir de enero de 1959, las transformaciones económicas
barrieron con la dependencia, el latifundio burgués y fue
nacionalizado el gran capital extranjero. El Estado asumió el papel
protagónico en el desarrollo socio-económico, y con ello benefició a
la población de menos ingresos.
En el lapso de 1967 a la década del 80 se redujo sensiblemente la
acción fiscal en términos de impuestos dada la desaparición de las
relaciones monetarias mercantiles, ante el predominio de la
propiedad estatal y la transferencia de ganancias de las empresas al
presupuesto.
En ese periodo solo fueron emitidas disposiciones legales de
carácter específico sobre el tratamiento impositivo de determinados
sectores, entre ellas la aplicación de elevados gravámenes a las
utilidades transferidas al exterior y rebajas a los préstamos
recibidos.
Se aprobaron las Leyes 998 y la 1213, la primera dirigida a
eliminar el estímulo a la inversión privada, y la segunda simplificó
el sistema tributario para suprimir impuestos sobre las empresas
estatales, la población y de gran parte del sector privado.
En 1975, para asegurar mayor eficiencia, se estableció un
mecanismo de dirección y planificación de la economía, se
implantaron relaciones monetario-mercantiles, y se designó al
extinto Comité Estatal de Finanzas, para controlar y ejecutar la
política financiera del Estado.
Aparecieron entonces nuevos impuestos. En 1981 se emitió el
Decreto Ley No. 44, aplicable a las empresas estatales, a las
unidades presupuestadas y a las organizaciones políticas y de masas.
Además, por el Decreto Ley No. 50 sobre asociación económica entre
entidades cubanas y extranjeras, tal y como quedó modificado por la
Ley No. 77 de 1995, se estableció un régimen especial de impuestos
para la inversión extranjera en el país.
Las transformaciones financieras que se desarrollaron en Cuba en
la década de los 90 tuvieron entre sus matices, la reforma general
del sistema tributario, aprobándose en agosto de 1994, la Ley 73
sobre Sistema Tributario que se encuentra vigente en la actualidad.
Su aprobación estuvo precedida de una amplia discusión en los
colectivos de trabajadores, los Parlamentos Obreros.
El sistema tributario cubano que se establece en la Ley 73 está
conformado por 11 impuestos, 3 tasas y una contribución.
Esta Ley surge, entre otras cuestiones, para propiciar el
saneamiento financiero del país, contribuir a la recuperación
económica, favorecer los elementos indispensables de justicia
social, con mayor protección a las capas de más bajos ingresos.
Desde su promulgación ha tenido por objetivo actuar como instrumento
regulador y de control de la economía.
De modo que a través de los años, los impuestos han ido dejando
su huella en la historia económica, política y social cubana sin
perder interés o actualidad.