
Birán: Intimidad compartida
GERMÁN VELOZ PLACENCIA
Cuando se penetra en el ámbito familiar de la familia Castro Ruz
en Birán, llega el momento en que ante los ojos del visitante se
revela la connotación simbólica de una intimidad compartida.
En
el batey donde creció, el Comandante en Jefe Fidel Castro comparte
con familiares y amigos durante la presentación del libro Todo el
Tiempo de los Cedros, de Katiuska Blanco, el 23 de septiembre del
2003.
No extraña entonces que desde el 2 de noviembre del 2002, fecha
en que el lugar fue abierto al público como museo, hasta hoy esté
registrado el paso de casi un cuarto de millón de compatriotas y
cerca de 50 000 extranjeros.
Antonio López Herrera comenzó la labor de historiador del sitio
en enero de 1988. De tanto recorrer el área del actual Conjunto
Histórico acompañando a los visitantes, incluidos aquellos invitados
antes de que las instalaciones fueran consideradas un museo, calcula
que ha caminado tres veces la distancia entre los extremos oriental
y occidental de Cuba.
La
casona familiar, instalación emblemática del Conjunto Histórico.
"Desde que comencé a trabajar me pregunté por qué Fidel y Raúl
insistían en no promocionar el lugar. A medida que investigué,
conocí, por ejemplo, que la madre y el padre eran muy abiertos a la
hora de brindar ayuda a los necesitados, pero reclamaban privacidad
para los asuntos familiares.
"A mi juicio, los hijos crecieron con esa idea. Luego Fidel y
Raúl iniciaron la lucha por transformar el país, triunfaron
enfrentándose a todo tipo de obstáculos y hoy nos guían. Nunca han
reclamado gloria alguna porque sencillamente creen que han cumplido
con su deber de revolucionarios, lo que es un concepto básico para
entenderlos".
NATURALEZA PECULIAR
Según un artículo publicado con la firma de Antonio López y de la
periodista e investigadora María Julia Guerra, el nombre de Birán
está ligado con Opiyelguobirán, una deidad de las comunidades
araucas asentadas en Cuba antes de la llegada de los conquistadores
españoles.
Panteón
familiar donde descansan los restos de don Ángel y Lina. Al fondo la
Escuela Mixta no. 15 a la que Fidel asistió.
La naturaleza favoreció a la zona con bosques ricos en especies
maderables y frutales, tierras fértiles y varios ríos, entre ellos
el Nipe, Bitirí, Canapú, Bariguá, y Colorado, así como numerosos
arroyos.
Esas características fueron aprovechadas por las fuerzas
insurrectas cubanas en el transcurso de las contiendas libradas
contra el colonialismo español. En esta zona, en la Guerra Grande
(1868-1878), operó el general Antonio Maceo y se repuso de sus
heridas. En 1895, en una cueva de Sao Corona, instaló una imprenta
capturada al enemigo y reeditó el periódico El Cubano Libre.
Fue en 1915 que el tronco paterno de la familia, Ángel Castro
Argíz, un ex soldado español participante en los inútiles esfuerzos
bélicos de la metrópolis por frenar la independencia de Cuba,
adquirió la finca Manacas, atravesada por el Camino Real que corría
a la vera de la sierra de Nipe.
Aquel gallego emprendedor —procedía de Láncara, en la provincia
de Lugo— priorizó la caña de azúcar, a la vez que dedicó parte de
las tierras a la cría de ganado mayor y menor, así como a diversos
cultivos.
Con esfuerzos y sentido de la organización Birán prosperó
económicamente y se transformó. A ambos lados del Camino Real
aparecieron paulatinamente la casa familiar montada sobre pilotes,
la tienda, el hotel, el correo y el telégrafo, la carnicería, la
panadería, la lechería, la valla para las peleas de gallos, la
escuelita pública, la casa de la maestra, el taller de reparación de
aperos agrícolas y otros medios, la casa construida para el joven
Fidel, la casita de la abuela Dominga¼
Tras la muerte de Ángel, ocurrida en 1956, Lina pasó a ser la
propietaria de todo lo que allí había. Más allá de cualquier
requerimiento legislativo, lo merecía por trabajar incansablemente
junto al esposo. Quienes la conocieron dicen que era difícil
encontrarla descansando porque supervisaba todas las labores.
RECUPERACIÓN NECESARIA
Lina Ruz falleció el 6 de agosto de 1963. Había permanecido en
Birán aún cuando sus propiedades fueron afectadas por las leyes de
Reforma Agraria aprobadas por el gobierno encabezado por Fidel. Hoy
sus restos descansan cerca de la casa grande, en una sencilla tumba,
junto a los de sus padres y su esposo, porque don Ángel había pedido
que lo enterraran en la tierra donde permaneció más de la mitad de
su vida.
A la sensibilidad de Celia Sánchez Manduley se debe en gran parte
la existencia del complejo histórico, pues en 1966 se presentó en el
lugar, en ese momento a punto de desaparecer a causa de la
construcción de la presa Birán, proyectada como parte de los planes
de desarrollo agrícola de la zona.
Convenció a los inversionistas y constructores, de manera que
diseñaron un dique para evitar que las aguas dañaran al batey,
explica López Herrera, quien aclara que a partir de ese momento ella
tomó a Birán de la mano y lo incluyó en los sitios de interés
histórico atendidos por el Consejo de Estado.
"Celia —precisa— orientó reconstruir la casa natal, destruida por
un incendio en 1954. Cuando Fidel la visitó el 19 de julio de 1980,
Día de los Padres, hizo algunas acotaciones sobre cosas que no eran
como las recordaba, pero finalmente aceptó lo hecho, en
reconocimiento al desvelo de Celia".
Actualmente, además de las instalaciones y los más de 1 000
objetos de valor histórico atesorados en ellas, el lugar exhibe una
vegetación variada: evocadores cedros, viejos algarrobos, palmas,
cocoteros, caobas, guásimas, caimitos, guayaba, salvadera,
anacagüita...
"También recuperamos el naranjal que tanto querían don Ángel y
Lina. Igual que ellos no reparaban en facilitar los frutos a los
enfermos y otros necesitados, hoy, al comercializar con Acopio la
producción, insistimos en que se prioricen el hospital y el hogar de
ancianos de Cueto o cualquier otra institución social", recalca
López. |