La desatención que durante la colonia y pseudorrepública sufrió
Baracoa, ciudad primigenia de Cuba, se refleja en su estilo
constructivo austero, ajeno a las complejidades europeas y
occidentalistas propias de la época.
A punto de llegar el próximo día 15 a su aniversario 499, esta
urbe cabecera del municipio de igual nombre, posee la arquitectura
más humilde de las siete primeras villas fundadas en la Isla,
reporta la AIN.
Esa conclusión se revela en un ensayo de la historiadora habanera
Ivette García González, denominado Vivir en la frontera imperial:
Baracoa, la Primada de Cuba.
No obstante su humildad, en el centro histórico urbano más
antiguo de la Isla predominan las casas de tejados rojizos, con
trasfondo al que es imposible pedirle más originalidad y que
conforman el mar, las corrientes fluviales y la exuberante
vegetación que conquistó a los conquistadores.
Según el licenciado Alejandro Hartmann, Historiador de la primera
de las villas y ciudades de la Isla, el estudio de García González
es el más completo sobre el tema y describe el proceso por el cual
Baracoa deviene una de las poblaciones más atípicas del Oriente
cubano, e incluso de la nación.
El asiento poblacional fundado por Diego Velázquez
presumiblemente el 15 de agosto de 1511, posee aristas interesantes
para la antropología y otras ciencias, entre las que figuran su
economía sui generis, el componente indígena, la especificidad única
de la lengua y compleja topografía.
Otra característica de esa zona nororiental es la movilidad de
sus fronteras históricas, fijadas por las divisiones
político-administrativas que han tenido lugar en el país.
Baracoa llegó a abarcar territorios de los municipios de Sagua de
Tánamo y Moa (pertenecientes hoy a la provincia de Holguín) y de los
guantanameros de Yateras, San Antonio del Sur e Imías, pero
actualmente apenas comprende porciones de estos tres.
Con el triunfo revolucionario de 1959, por primera vez en Cuba se
inicia un proceso dirigido a disminuir desproporciones regionales,
desconcentrar el desarrollo, y a eliminar las injusticias sociales y
diferencias entre el campo y la ciudad.
En La Primada ese programa se inaugura con un plan integral de
desarrollo, la carretera que la une con el nordeste holguinero, y la
construcción del viaducto La Farola, colosal obra de ingeniería que
la salvó del aislamiento con el resto de la ínsula.