Vanessa
Davies.— Saludamos al pueblo de Venezuela, al pueblo de Cuba y
al pueblo de América Latina que nos va a acompañar a partir de este
momento.
El Comandante Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana y líder
continental ha hecho algunas reflexiones y algunas advertencias
sobre la posibilidad de un holocausto nuclear. Hoy tendremos la
oportunidad de compartir sus planteamientos y sus propuestas.
Esta va a ser una conversación a varias manos, porque también
estarán presentes, estarán participando: Andrés Izarra, presidente
de Telesur; Walter Martínez, productor, moderador, conductor del
programa Dossier, trasmitido por Telesur y por Venezolana de
Televisión, y Mario Silva, también productor, moderador, conductor
del programa La Hojilla, trasmitido por Venezolana de
Televisión.
Comandante, muchísimas gracias por la invitación y por esta
oportunidad.
Comandante, usted ayer planteaba en la sesión especial del
Parlamento cubano que usted quería persuadir al presidente de
Estados Unidos, Barack Obama, para que no diera la orden que daría
el inicio, daría el pie a una guerra nuclear. ¿Por qué usted piensa
que Barack Obama escucharía la voz de un líder latinoamericano para
evitar un conflicto mundial?
Fidel Castro.—Yo no hablé como un líder latinoamericano,
hablé como un representante de nuestro país que ha estado
insistiendo en ese problema, y, sobre todo, que ha estado meditando
mucho, mucho, mucho sobre ese problema, algo que quizás mi situación
de persona que ha estado luchando por la salud ha tenido oportunidad
de hacer, pues es muy difícil que alguien, un presidente en
funciones, un líder de cualquier país en funciones, que debe atender
tantas cosas, pueda dedicar el tiempo que yo he dedicado a pensar en
este problema. En muchos problemas he pensado, desde luego, pero
este es el problema que tiene la máxima prioridad.
Como
expliqué en el mensaje a la Asamblea, esto surgió hace un mes y un
día o dos, la gran preocupación; pero inicialmente era un poco más
pesimista. A pesar de todo, pensaba que debía hacerse un esfuerzo si
existía alguna posibilidad de supervivencia, y yo creía que la
habría, especialmente en América Latina y el Caribe, que no amenazan
a nadie, no poseen armas nucleares ni se supone que haya proyectiles
apuntando hacia Rusia o hacia China. Tiene algunas bases, bueno,
allí está una base cerca de Venezuela, la de los holandeses, ¿no? La
de Colombia tiene aviones, no tiene armas nucleares, no hay un
portaaviones parqueado allí, cuando vaya a Cartagena un
portaaviones, puede correr un riesgo; pero creo que tiene que ser
una casualidad, en primer lugar, y siempre habrá otros objetivos
prioritarios, en el caso hipotético, que yo veo muy real, desde
luego, de guerra nuclear.
No creo que haya otra zona del mundo con las mismas condiciones
de poca peligrosidad como potencial agresor que esta región del
mundo.
Vanessa Davies.—Usted plantea que era menos optimista hace
una semana y que ahora es más optimista ante la posibilidad de que
Obama no dé la orden, ¿por qué?
Fidel Castro.—Sí, correcto, y yo te agradezco mucho que me
interrumpas cada vez que quieras.
Vanessa Davies.—Gracias.
Fidel Castro.—Sí, era más pesimista. Después seguí pensando y
llegué a una conclusión que, a mi juicio, es muy buena, es todo lo
contrario: vi la posibilidad de que se salvara la paz, que se
evitara la guerra nuclear, además, que es lo más importante, tú
puedes ayudar a salvar la paz hoy, aunque dentro de un mes vuelva el
peligro de guerra.
Yo dije, ¿cuáles son los mecanismos mediante los cuales se desata
esta guerra nuclear? Entonces es cuando comprendí que tiene que
pasar por la decisión de un hombre, cuyo poder es muy relativo por
muchas razones.
Hay un enorme aparato militar sin el cual no puede existir el
imperio, ese aparato militar ha ido cambiando, allí y en Rusia; en
un momento dado, hace decenas de años y durante bastante tiempo,
existía ya ese famoso maletín nuclear. Uno tiene derecho a
preguntarse, bueno, ¿y para qué sirve ahora ese maletín? Se supone
que el hombre razona bien, es perfecto, es brillante, es
inteligente, no enloqueció, no bebió, es un hombre austero,
consagrado por entero, que anda con su maletín listo para lanzar una
bombita, otra, una respuesta aquí y así.
Eso
fue en un tiempo, y realmente no fue bien aprovechado, por poco se
equivoca en los días de la Crisis de Octubre sobre todo, porque hay,
desde luego, en las circunstancias de Cuba una experiencia. No es un
grupo de aficionados que empiezan a hablar de problemas nucleares,
sino hablamos desde un país que estuvo a punto de ser blanco de no
se sabe cuántas armas nucleares, y estuvimos resignados, sin que por
ello pretendiéramos ser más valientes que otros. Sencillamente era
un sentimiento patriótico, un sentimiento de dignidad nacional,
fortalecido por una idea revolucionaria, por una lucha dura, en la
cual habíamos puesto todas nuestras energías, en una situación de la
que fue muy consciente, no queríamos tales proyectiles aquí, nunca
lo habríamos deseado, porque preferíamos mantener nuestra imagen de
país que no era base militar de nadie, y porque estimábamos que no
hacía falta para que se nos ofreciera una garantía, y suscribimos
aquel acuerdo únicamente por espíritu internacionalista.
No desearía tener que repetir la historia de cómo se llegó a
aquella situación; pero por aquellos días tampoco Israel era
potencia nuclear, eran potencias nucleares Gran Bretaña y Francia,
aliadas de Estados Unidos, y la URSS —la República Popular China ni
siquiera estaba reconocida en Naciones Unidas—, y entre aquellas
potencias había una rivalidad muy grande, nacida de las dos bombas
que en días infaustos, que se corresponden con fechas muy recientes,
el día 6 nada menos, lanzaron la primera bomba nuclear sobre
Hiroshima, y había una terrible competencia aérea, un área en la que
tenía completa superioridad Estados Unidos; coheterilmente ocupaba
un segundo lugar, en ella tenían superioridad los rusos; el arma
nuclear se volvió arma termonuclear, que multiplicó su potencial
destructivo.
Cuando ingleses y franceses apoyando a Israel atacaron a Egipto,
bajo la dirección de Nasser que nacionalizó Suez, los británicos y
los franceses que habían sido los dueños de todo aquel territorio en
la época colonial, no admitían eso. Francia había tenido nada más
que el Líbano; Reino Unido, o Gran Bretaña, como quieran llamarla,
tenía todo lo demás, incluido Iraq. Ustedes saben, bueno, la
historia se conoce, cómo los romanos expulsaron a los judíos, como
les llamaban, y estuvieron 2 000 años, como consecuencia de las
propias demandas, entre ellas de Rusia, y una serie de factores
históricos, estaban buscando un hogar; pero en 2 000 años allí se
había establecido otra población, que incluso estaba desde antes.
Bueno, la población que hay en nuestro país, desgraciadamente, no
es la indígena, es la española, que se estableció hace 500 años.
Vanessa Davies.—Comandante, pero no nos ha dicho por qué es
optimista ahora con respecto a Estados Unidos, a la posibilidad de
que no se dé la orden para una bomba nuclear.
Fidel Castro.—Ah, muy bien, tienes razón, Vanessa, me alegro
mucho que me interrumpas.
Fíjate, soy optimista por el mecanismo que te expliqué, trataba
de explicarte que finalmente un hombre tiene que tomar la decisión,
y ese hombre no es un Nixon, que era cínico; no es un ignorante
terrible, como era Reagan; no es un imbécil loco, como es el señor
Bush; no es un hipócrita consumado, como el padre de este caballero
—yo podría citarlos a casi todos. Tampoco era, desde luego, un
Roosevelt, ni era un Carter, dos hombres muy diferentes; pero en
este caso uno mejor que los dos, en un sentido, ¡en un sentido!, no
te voy a hablar de un sentido ético, sino vamos a llamarlo un caso
de excepción, un hombre negro que llega a la presidencia de Estados
Unidos, algo nunca visto ni previsto; siempre se consideró que tenía
que ser un blanco inteligente, los otros eran descendientes de
esclavos, eran africanos, además tenían otras religiones. Tenía que
ser blanco y cristiano, sin excepción; bueno, Obama es cristiano,
pero de origen africano, de padre musulmán, de un pueblo que es
musulmán.
Digo: Se han reunido una serie de características en este hombre:
es de origen negro y es de padres musulmanes, y ha llegado a la
presidencia de Estados Unidos como consecuencia de una crisis
económica colosal, de una guerra estúpida, en que no hacen más que
llevar cadáveres de Iraq, muchos. Ya se sabe cómo fue aquella
guerra, como se decidió, las mentiras, el hombre aquel en el
portaaviones hablando de "misión cumplida". Todo eso lo conoce el
mundo. En virtud de todos esos factores, incluida la tremenda crisis
económica, llega a la presidencia Obama. Si llega a estar otro, la
variante probable era la primera que yo concebí, pero al dar la
casualidad de que estuviera éste, dije: la variante más probable es
que sea la segunda.
Porque ahora yo pensaba —me refiero al maletín nuclear—: ¿Para
qué sirve el maletín nuclear? El maletín nuclear está de más, el
hombre puede tomar la primera decisión, nadie la podría tomar por
él, y es él el que la tiene que tomar; pero se trata de un hombre
que, indiscutiblemente, no es un asesino, no es un individuo que
esté deseándoles el mal a los demás; es político, estudió, tiene una
cultura, es un excelente orador, contó con mucha simpatía —la está
perdiendo ahora—, hoy ascendía a 44% el apoyo de la opinión pública,
está ahí y es el que tendría que apretar el gatillo.
Vanessa Davies.—¿Puede ese hombre imponerse a los intereses
del aparato industrial-militar, Comandante, que quiere que haya
guerra?
Fidel Castro.—Ahora me adelanto yo, Vanessa, no necesita
imponerse, tiene esa prerrogativa en la mano... Nadie puede apretar
el gatillo por su cuenta, y él es el que tiene el dedo en ese
gatillo, por una vez; entonces está obligado a pensar muy seriamente
qué hace, porque no es un asesino ni mucho menos. Y hay síntomas
evidentes que empiezan a percibirse por parte de sus asesores. Él
todavía no se ha dado cuenta de eso, pero uno lo conoce, yo leí el
libro Los sueños de mi padre, escrito por él, de cabo
a rabo, lo subrayé, volví a verlo, porque quería saber cómo era ese
hombre; no había entonces ninguno de estos problemas, pero era un
adversario y quería saber cómo era el adversario, lo estudié bien,
hasta donde uno puede estudiar a una persona, y no tenía ninguna de
esas características que lo convirtieran en un asesino, un tipo que
experimentara placer, una especie de Nerón.
Las actuales circunstancias obligan a un hombre como Obama a
convertirse en un Nerón, que le prende fuego a Roma, la pone a
arder; él tendría que poner al mundo a arder, tendría que decidir,
en primer lugar, la muerte de cientos de millones de personas; ¡son
más!, pero yo dije cientos para no parecer exagerado. Y, además, la
primera consecuencia de su orden es que mueren todos los tripulantes
de los portaaviones y hunden los barcos de Estados Unidos en la
zona, los submarinos los van a hundir pero no van a tener quien los
rescate, o los lleve o los recoja cuando salgan a la superficie.
Mario Silva.—Comandante, yo diría, ahora hacia América
Latina.
Usted decía ahora que a no ser que se estacione un portaaviones
en el área del Pacífico, supongo, o en el Caribe, cerca de Colombia,
para poder nutrir a las bases de mecanismos como para un ataque; sin
embargo, en Costa Rica tenemos a 7 000 marines estacionados, hay un
portaaviones y hay tropas allí, ¿no?
Fidel Castro.—Sí.
Mario Silva.—¿Podría ese conflicto girar hacia acá? ¿Podría
irse hacia América Latina, caso específico, todos aquellos países en
Latinoamérica, caso Venezuela, Ecuador, Bolivia, la misma Cuba?
Fidel Castro.—¿Volver qué?
Mario Silva.—O sea, ¿podría girar ese conflicto hacia acá, no
como guerra nuclear pero sí como ataque a los países que están
liberándose en América Latina?
Fidel Castro.—¿Ataque con qué armas?
Mario Silva.—Tienen 7 000 marines ahorita estacionados en
Costa Rica.
Fidel Castro.—¿Con qué armas?
Mario Silva.—No, no, armas convencionales, no nucleares.
Fidel Castro.—¡Ah!, no, no hay problema.
Mario Silva.—Okey.
Fidel Castro.—La guerra se acaba antes de que lleguen; la
guerra se acaba antes, los que van a contar son los proyectiles
nucleares que se lancen unos a otros. ¿Qué sentido tendría que
empezasen a hacer una guerra para ocupar Brasilia? Desaparece el
poder antes, desaparece el orden, desaparece todo.
Mario Silva.—Yo no le decía con armas nucleares hacia acá,
sino que giraran el conflicto hacia Latinoamérica con armas
convencionales.
Fidel Castro.—Pero eso lleva tiempo, ¿cuántos días lleva,
Mario? Si envían los transportadores de tropas, ¿cuántas horas
tardan por rápido que vayan? Desembarcar, tomar posición, ocupar la
ciudad, eso únicamente en la situación actual, sin guerra nuclear,
tendría algún sentido. ¿Te das cuenta? En Irán la guerra se vuelve
nuclear, desaparecen todas las causas que originan las
intervenciones que conocemos hasta ahora, Mario.
Vanessa Davies.—¿Irán cambiaría su actitud? Es decir, ¿Irán
bajaría la cabeza para aceptar las sanciones?
Fidel Castro.—Todo el mundo sabe que no.
Vanessa Davies.—¿Israel cambiaría de actitud?
Fidel Castro.—Israel es el único que no trataría de persuadir
a Obama de que aguantara la guerra, porque es demasiado soberbio,
muy prepotente, y entonces no le va a decir una palabra; lo más
probable que haga..., bueno, si tiene tiempo, porque no se sabe lo
que va a pasar allí; lo que hizo cuando Port Said, cuando junto a
los franceses y a los ingleses atacaron a Nasser, que había
nacionalizado el canal; entonces, a pesar de lo soberbios que son,
siempre lo fueron, además temerarios pudiera decir..., ya más de una
vez lo hicieron. Fue en la época de Cyrus, creo que en el año 70
antes de Cristo que puso cerco a Jerusalén y ordenó la expulsión de
los judíos, como les llamaban.
De modo que, sin embargo, cuando el incidente de Port Said,
Jruschov amenazó con los cohetes, no dijeron nada, ni protestaron,
simplemente se retiraron con los otros y habían destruido los
aviones egipcios de factura soviética alineados en la pista.
Nosotros aprendimos de aquella experiencia y nunca tuvimos los
aviones en hilera. Cuando atacaron nuestras bases en Girón, nuestros
aviones estaban desperdigados. No era cuestión de tenerlos en
hilera. En Egipto, cual si fueran castillos de naipes, los aviones
fueron barridos. Vanessa Davies.—Comandante, para darle la
palabra a nuestro compañero Andrés Izarra y a Walter Martínez,
quisiera preguntar algo más.
Usted plantea que potencias como Rusia y como China —lo dijo
ayer— están haciendo lo imposible para evitar la guerra nuclear, y
usted dijo que sabía que estaban haciendo gestiones concretas.
Quisiéramos que nos contara qué gestiones, qué se está haciendo
desde Rusia y desde China para evitar el conflicto nuclear.
Fidel Castro.—Si supiera mucho, no tendría derecho a decirlo.
Sé lo que pienso y sé por síntomas concretos qué les preocupa, qué
piensan. Es gente que desea la paz más que nadie, y están actuando.
Mira, yo te voy a citar un ejemplo. Cuando se dice ahora que
Rusia está sufriendo una catástrofe, nadie lo duda, porque es una
realidad que la está sufriendo, y están tomando un montón de
medidas. Aquí no solo por lo que dice este sitio web Kaosenlared,
sino por cosas que sabemos en concreto de la situación allí, que
tienen 50 grados de temperatura. Que Moscú está en una situación
seria, que el aire es irrespirable. La consigna es abandonar Moscú
todo el que pueda, o no salir a la calle nadie.
"Esta catástrofe me recuerda las consecuencias del cambio
climático que el autor del documental Home, Yann Arthus-Bertrand,
el más prestigioso especialista sobre el tema, mostró con el apoyo
de los mejores especialistas del mundo en ese documental."
Y nosotros sabemos, porque hemos ofrecido cooperación. ¿Qué
cooperación podemos brindar? Bueno, tenemos brigadas médicas. Si
piden 100 médicos, si piden 300, se los podemos enviar, porque
afortunadamente nuestro país cuenta con esa gente que se ha
preparado a lo largo de muchos años, y sabemos lo que desean.
Desean, en cuanto se pueda, ir enviando a los pilotos de aviones y
helicópteros y a los que están haciendo los mayores esfuerzos en la
crisis, para que tengan un descanso, y después irlos renovando. No
les interesa, con toda razón, ayuda médica ahora.
Nosotros sabemos todo lo que está pasando allí, y resulta lógico
lo que están haciendo.
No tenemos necesidad de registrar los archivos de los líderes de
esos países para saber lo que están haciendo, Vanessa. Es por eso
que digo de esa forma y respondo a tu pregunta.
Andrés Izarra.—Comandante, el rol de Rusia en todo este
asunto, Rusia ha sido por su propia influencia sobre Irán, un país
sobre el que muchas de las tensiones o la posibilidad de diferirla,
ha pivoteado en torno a la acción de Rusia; sin embargo,
públicamente ha manifestado, ha tenido posiciones en contra de Irán
y la posesión de armas atómicas por parte de Irán, incluso
anunciando sanciones. ¿Cómo ve usted esto y cómo ve que puede ser el
rol de Rusia ante esta posición un poco ambigua para disuadir un
conflicto atómico?
Fidel Castro.—Mira, nada es justo desde el momento en que un
grupo de países tiene el arma nuclear y le prohíbe a los demás y no
quieren que la tengan, invocan una cosa importante: que no quieren
que haya guerra nuclear, que no quieren que los demás posean armas
nucleares; pero mientras sostienen esa posición, fabrican todas las
que pueden, sin límites, al extremo de que ya tienen, entre las dos
grandes potencias, más de 18 000 armas nucleares; muchos miles sólo
en Estados Unidos, estoy dejando un margen para Francia, para Gran
Bretaña, para China, para Paquistán y para la India, asignándole por
supuesto —como se conoce muy bien, y lo saben aquellos que en
Noruega se dedican a esos temas— cientos de armas nucleares que
tiene Israel; Estados Unidos contento, aplaudiendo y
suministrándoles los aviones más modernos que existen, apoyándolos
diplomáticamente, abasteciéndolos con miles de millones de dólares
en armas, porque es el mercado que endulza la vida, hace felices al
complejo militar industrial que Eisenhower, inocentón, descubrió un
día, cuando estaba próximo ya a abandonar la presidencia de la
República. Muy inocente, pero preparó la invasioncita a Cuba en
Girón y pidió que no dijeran nada. "Jure todo el mundo que no van a
decir una palabra." Bueno, todos esos papeles después los
publicaron, porque no pueden controlar ni siquiera los secretos.
Ya están en esa situación... Otro elemento más demostrativo de
que no pueden controlar los secretos. Fíjate que un muchacho de la
Inteligencia ha suministrado 240 000 documentos al grupo, y ahora lo
quieren meter preso, que no pueden publicar eso, y de eso se ríen
los otros.
Hoy mismo había un cable. ¿Cómo se llama el grupo ese?
Mario Silva.—WikiLeaks.
Fidel Castro.—WikiLeaks, que sí, que sí, que lo van a
publicar, todo lo que saben lo van a publicar, y el Pentágono
gritando: "No es posible, porque van a hacer un gran daño." Ya no
pueden controlar ni los secretos.
Entonces, esa es la situación. Se le escapan del control todas
las cosas que están haciendo.
Andrés Izarra.—Mirando un poco a la región, y dentro de este
juego geopolítico, la situación entre Cuba y Estados Unidos. Usted
ha anunciado la próxima liberación de los Cinco. Quisiéramos saber
un poco, que abunde usted en esa dirección...
Fidel Castro.—¿El día, el día que los van a liberar?
Vanessa Davies.—¿Por qué lo dice?
Andrés Izarra.—...si puede usted ahondar en ese anuncio y
luego qué significaría...
Fidel Castro.—Podemos poner nerviosos a los compañeros, no te
digo... vaya, quizás con un error de 72 horas, es un margen; pero a
uno no le gusta decirlo, porque se preocupan si uno declara algo de
lo que va a pasar, porque pareciera que uno está haciendo el papel
de adivino o algo así, y no hay ninguna adivinanza en esto, y por
eso yo a la diputada le dije que una semana me parecía demasiado
poco tiempo, y diciembre me parecía mucho tiempo. Podíamos decirle
muchísimo tiempo, podríamos decirle: Bueno, pues casi tres veces o
alrededor del tiempo que se necesita. Ahora deduzcan ustedes lo que
prefieran de mis palabras.
Andrés Izarra.—¿Qué significaría eso para la relación
Cuba-Estados Unidos? ¿Podríamos entrar en una nueva etapa? ¿Pudiera
ser un primer paso para romper el bloqueo...?
Fidel Castro.—¿Nosotros? ¿Para qué? No me preocupo por eso,
yo estoy olvidado de eso. ¿Para qué? Únicamente, bueno si venden
algo, mientras valga algo... pero esa no es tarea mía. Lo mío es
decir las cosas y los acontecimientos para que cada cual decida.
Tú debes comprender que los compañeros no son gente que tú los
vas a llevar del dedo o de la mano a hacer las cosas, y lo que yo
quiero es que piensen, y creo que estamos avanzando muchísimo en
eso; pero no solo que piensen los compañeros nuestros, los de
ustedes también, es muy bueno que los de ustedes piensen, no solo
los compañeros venezolanos, sino que todos los que se reúnen allí
piensen. Los que forman parte del ALBA, del MERCOSUR y de todo que
piensen, no les pido nada, no critico a nadie, ni siquiera al nuevo
Presidente de Colombia, que tiene el mando ahora.
Ayer escuché su discurso muy devotamente, cada palabra que
pronunció, más o menos una hora y diez minutos, hasta la última
palabrita. Cada hijo, la señora, yo estaba contento viendo lo feliz
que estaba la señora diciendo que ahora sí. Pareciera que empieza la
historia; pero, bueno, lo escuché todo, y los escuché a todos.
Andrés Izarra.—Una última pregunta, Comandante, antes de
pasarle la palabra a Walter, ya que usted menciona el tema de
Colombia, y un poco atando lo que dice Mario.
Fidel Castro.—Incidentalmente, ¿sabe?
Andrés Izarra.—Sin llegar a los puntos de ebullición de dos
zonas geopolíticas a que usted ha hecho referencia, el asunto de las
Coreas y el asunto del Medio Oriente.
Recientemente en Suramérica hemos tenido unos niveles de tensión
importantes y se ha destacado en varias oportunidades el rol de
Colombia como el Israel de América. Esas tensiones que se vivieron y
que de alguna forma siguen, porque las relaciones entre Colombia y
Venezuela siguen rotas, ¿qué opinión le merece a usted esta
situación? ¿Qué análisis hace usted de este rol que está cumpliendo
Colombia y de estas tensiones que están surgiendo en Suramérica, a
raíz de ese rol de un gobierno militarista, guerrerista que tenemos
en la región?
Fidel Castro.—Yo opiné sobre todo eso, lo escribí en las
reflexiones.
Andrés Izarra.—Usted tiene un libro sobre eso, incluso.
Fidel Castro.—El libro "La paz en Colombia" fue muy
inicialmente, me costaba mucho más trabajo hacerlo todo, porque yo
salí de una situación de mucha gravedad, no creí que iba a
recuperarme. Bueno, entre otras cosas, para darte una idea, tenía el
accidente, para volver a escribir yo tuve casi que aprender a
escribir otra vez, y cuando escribía, volvía a arreglar. Una
dedicatoria casi no la podía hacer, ya no era solo el brazo, yo
estaba aprendiendo a escribir casi, sino que volvía a repetir,
porque queda el trauma, qué tiempo estuvo uno sin conocimiento; en
fin, pero tuve que hacer grandes esfuerzos, y por aquellos días
escribí y dije algunas cosas, hice un poco la historia de
Centroamérica, del movimiento revolucionario.
Me acordaba mucho de Tarek William Saab, de allá de Anzoátegui,
que venía, que estuvo en Paquistán, que visitó nuestra brigada, y
había leído con indignación cómo se quejaba de que los yankis le
habían enviado a Villalobos, que estudió en la Universidad de Oxford
nada menos, era el revolucionario. Todo eso se asocia con la muerte
de un poeta, un gran poeta allá, que cuando lo acusaban de eso a uno
le parecían calumnias, mentiras de las tantas que dicen.
Bueno, cuántas horas dediqué yo a ese problema de El Salvador y a
la lucha en El Salvador, y a cada uno de los combates aquellos; y en
las transferencias de tecnología de Viet Nam, cómo era entrenada la
gente que penetraba en grupitos de hombres, cómo es que un puñado de
combatientes liquidaron una brigada completa en Valparaíso, una
brigada completa, y a la hora en que hicieron todo eso. Es decir,
estaba familiarizado, y no era poco mi asombro cuando vi que le
estaban enviando a Venezuela, a la Revolución Venezolana, a un
gobernador de uno de los estados más ricos de Venezuela, un asesor
para que le dijera cómo había que gobernar. En esos días yo estaba
recuperándome, hice un esfuerzo. Nunca estuve de acuerdo con los
prisioneros que retenían meses y años, tenían que sufrir mucho
aquellos hombres cautivos.
Estaba de acuerdo totalmente con las aspiraciones de Marulanda,
que era un revolucionario verdadero, un hombre que quería cambiar
aquella situación, es una historia que se conoce muy bien. Está el
historiador Alape, un magnífico historiador, yo lo conocía muy bien,
sabía de eso, de todo; en fin, los personajes de aquella época yo
los conocía y conocía sus políticas, además, eran partidarios de la
paz y de la unidad; pero les mataron mucha gente.
Eran del partido comunista, se separaron los de Marulanda y se
separaron porque defendiendo la paz el partido comunista los llevó a
compromisos que la oligarquía no cumplió, le mataron miles de
cuadros. Entonces Marulanda reacciona y dice que nunca más
discutiría con esa oligarquía, que era tiempo perdido, y yo lo
defendí; pero no podía estar de acuerdo con los prisioneros aquellos
y que estuvieran pidiendo rescate por ellos, porque en el libro de
La victoria estratégica —eso salió publicado hace unos días—
se puede demostrar cuál fue nuestra política de guerra y nosotros
ganamos la guerra por nuestra política, no por nuestra fuerza.
Nuestra fuerza era insignificante, pero no se sabe lo que puede una
fuerza insignificante apoyada en la moral y en la razón.
¿Cuántas armas tenía Batista? Tenía 100 000. ¿Cuántos hombres?
Cien mil hombres, entre soldados, marinos, policías, etc. ¿Quién los
suministraba? Estados Unidos, armas modernas. ¿Qué teníamos
nosotros? Unos pocos fusiles que fuimos recogiendo y lo demás se lo
íbamos arrebatando al enemigo, y, al final, en menos de dos años, en
menos de dos años, en siete u ocho meses derrotamos al régimen y nos
apoderamos de las 100 000 armas totalmente, las 100 000 armas
aproximadamente, no solo por nuestra fuerza, sino por nuestra moral.
Entonces no podíamos estar de acuerdo, no se gana jamás la guerra
si los prisioneros..., quién va a querer caer prisionero. Cuando tú
matas a los prisioneros lo que ocurre es que te cuesta mucho más. Un
hombre con un fusil ametrallador, atrincherado detrás de la doble
rueda trasera de un camión, si cae en una emboscada, no se sabe
cuánta gente puede matar, y lo hace aun sabiendo que si cae
prisionero no lo matan, imagínate que esté convencido de que lo
matan, o va a soportar durísima retención durante años ¿qué soldado
quiere caer prisionero? Eso lo critiqué siempre.
Era partidario de la paz en Colombia, por eso se llama así el
libro La Paz en Colombia, es todo lo que pienso en torno a
eso. Ahí está plasmado el pensamiento con relación a Colombia y el
porqué de nuestras posiciones, que son inexpugnables, porque son
justas, porque son limpias.
Teníamos razón en desear la justicia y teníamos razón en promover
que hubiera la paz en ese país, y éramos partidarios de la lucha,
porque si usted no la puede obtener por otras vías entonces la tiene
que obtener por la vía de las armas, es como se han hecho todas las
revoluciones, hasta que llegó un momento en que ni los imperios ni
los revolucionarios pueden alcanzar sus objetivos por la vía de las
armas. Mira la conclusión: ni el imperio ni los revolucionarios.
Alguien dice: Bueno, ahora voy a buscar un fusil. ¿Qué armas va a
buscar? Un fusil. ¿Un fusil o una pequeña bomba nuclear, qué es lo
que va a buscar para...? ¿Y qué vas a hacer, matando lo vas a
conseguir? Esas son las ideas que yo digo, los conceptos. Si uno
piensa con los conceptos de antes, no saca esas conclusiones.
Andrés Izarra.—Comandante, ¿usted cree que haya alguna
posibilidad de que Colombia ataque a Venezuela?
Fidel Castro.—No hay ni la más remota posibilidad de que
Colombia ataque a Venezuela.
Vanessa Davies.—¿Por qué?
Fidel Castro.—Primero, porque no le interesa; segundo, porque
no puede; tercero, porque no quiere; cuarto, porque sabe que las
consecuencias serían desastrosas. Creo que ya son cuatro razones.
Walter Martínez.—Comandante, han estado flotando en este
diálogo temas muy importantes.
Hace pocos momentos usted hablaba de la crisis de Suez, que nos
trae varias lecciones que podemos extrapolar. Pero, ya que acaba de
hacer una referencia tan contundente, voy a remontarme al senador
Paul Coverdell, el ponente fundamental del primer Plan Colombia.
Paul Coverdell murió el 18 de julio del 2000, senador de la
derecha estadounidense, cuando convenció al Congreso para que diera
los fondos para el primer Plan Colombia, hizo una síntesis
truculenta, pero que vale todavía.
Habida cuenta de la importancia geopolítica, económica y
estratégica y el poderío desde el punto de vista energético que
representa Venezuela, Paul Coverdell hizo una síntesis ante el
Congreso de Estados Unidos y dijo: "Para controlar a Venezuela
necesitamos ocupar militarmente a Colombia." El Congreso le dio los
fondos para el primer Plan Colombia, pero a condición de que hubiera
en el terreno jueces militares que pudieran in situ, juzgar de
inmediato a cualquier militar colombiano que estuviera en
contubernio con los paramilitares, los que violaran los derechos
humanos y los que llevaran por delante las reglas éticas de la
confrontación. Pero el eje era: "Para controlar a Venezuela
necesitamos ocupar militarmente a Colombia."
Han evolucionado el tiempo y las circunstancias, Colombia ahora
tiene siete y más bases militares estadounidenses, ya nadie duda de
que la mayor riqueza energética está en Venezuela, ahora ya a escala
planetaria. Después que logramos controlar, sacar a las
trasnacionales aparecieron las verdaderas riquezas y lo que nos
tenían oculto. ¿Cómo juega esta frase y esta realidad, habida cuenta
de la presencia con inmunidad de las tropas estadounidenses y las
israelíes en territorio colombiano?
Fidel Castro.—Sí, ¿y qué más? ¿Qué hace falta para poder
llevar a cabo el plan de este...?
Walter Martínez.—Coverdell.
Fidel Castro.—Yo no me voy a tratar de aprender el nombre, ya
tú lo tienes...
Walter Martínez.—Es que además Coverdell era el vocero de una
política; no importa Coverdell que ya murió, la política sigue en
pleno desarrollo.
Fidel Castro.—Y ya por fin han logrado tener las bases, ya
tienen a Colombia, todas las bases que quieren. ¿Y qué más
necesitan?
Walter Martínez.—En principio voluntad política.
Fidel Castro.—No, vamos a suponer que tienen la voluntad de
atacarla. Tiempo, es una de las cosas que necesitan.
Walter Martínez.—La maniobra es espacio y tiempo; el espacio
lo tienen.
Fidel Castro.—Tiempo; pero no lo van a tener, no van a tener
tiempo de hacer eso, nada, ni un 5% del tiempo que necesitarían para
llevarlo a cabo. Aparte de que ellos aspiran antes...
Digamos una cosa: que la Revolución Bolivariana fracase, que es
uno de los objetivos que ellos buscan; ellos piensan en usar las
armas como último recurso. ¿Cuál es la hora de último recurso?
Después que hayan hecho todos los esfuerzos, como lo hicieron para
derrocar al gobierno revolucionario en el 2002, y agotarán todo ese
expediente, y cuando lo consigan serán felices y dirán: "Vean, qué
inteligentes somos, lo hemos resuelto todo con los medios de...,
hemos usado la otra artillería: la publicidad, la mentira y los
hemos puesto fuera de combate". Así que las posibilidades se reducen
mucho.
Así era todo, así invadieron Iraq, bueno, en otros tiempos en que
no existían esas armas, así ocuparon a Cuba y le impusieron la
Enmienda Platt, le impusieron esa base naval de Guantánamo; así han
impuesto los cientos de bases militares que tienen en todo el mundo,
en todos los continentes, unidas a las de sus predecesores los
ingleses y sus suministradores ideológicos, los franceses, porque
esta Francia, es el resultado de aquella revolución tan justa, que
es la Revolución burguesa, que evolucionó hasta ser hoy el imperio.
De modo que todo está muy claro, muy explicado, es muy lógico. Y
creo que las posiciones que nosotros sostenemos no se apartan en
absoluto de esa lógica, Walter.
Vanessa Davies.—Comandante, usted plantea y también con base
en la pregunta y el comentario que hacía Walter, ni el imperio ni la
revolución van a lograr el poder por la vía de las armas, de las
armas que conocemos, es decir, la revolución armada o lo que le
contestaba Walter ahora. ¿Cuáles son las armas ahora para hacer la
revolución y cuáles son las armas del imperio?
Fidel Castro.—Divulgar la realidad de lo que va a ocurrir y
te voy a decir por qué.
Vanessa Davies.—¿La comunicación es el arma?
Fidel Castro.—Bueno, yo creo que ustedes tienen el arma
nuclear en las manos, ideológica, y si ganan esa batalla habrán
derrocado al régimen, y no harán falta las revoluciones. ¿Qué te
parece?
Vanessa Davies.—Me parece increíble.
Fidel Castro.—Bueno, es así.
Vanessa Davies.—Solamente la batalla la vamos a agarrar,
tomando las palabras de Walter, en el terreno de la comunicación.
Fidel Castro.—Sí, ahí la tienen ustedes.
Bueno, de la trasmisión de una idea, porque ayudarán a que
nuestro hombre no se equivoque.
Walter Martínez.—Si usted me permite.
Hace tiempo que desarrollamos una teoría que era de que hay dos
teatros de operaciones: el teatro real, sea militar, crisis
política, crisis gerencial, y un teatro paralelo o alternativo que
es la versión de esto en los medios de comunicación. Y en un mundo
interconectado vía satélite, donde la información es parte de toda
estrategia uno puede estar perdiendo en el teatro de operaciones,
pero si logra convencer de que está ganando, al menos ganará tiempo,
y si está ganando, pero no lo sabe vender en el teatro de la
comunicación, es como si no ganara, ¿es por ahí que viene lo que
usted nos acaba de decir, del poder de la comunicación en un mundo
interconectado vía satélite y el tiempo real?
Fidel Castro.—El poder de la comunicación estuvo en manos del
imperio, usó y abusó de ese poder, y al fin y al cabo hoy todo lo
que ocurre en el mundo es producto de eso; por todos los medios han
fabricado el poder que tienen y pretendían conservarlo, pero no
pudieron, así que tienen que resignarse ahora.
Vanessa Davies.—¿Quién, el imperio o nosotros?
Fidel Castro.—¿Quién?
Vanessa Davies.—¿Quién debe resignarse?
Fidel Castro.—Tú sabes bien que es el imperio (Risas).
Vanessa Davies.—El imperio es el que debe resignarse.
Walter Martínez.—O sea, WikiLeaks se convierte en algo así
como una guerrilla de los años sesenta.
Fidel Castro.—Habrá que hacerle una estatua.
Vanessa Davies.—A WikiLeaks.
Fidel Castro.—Habrá que hacer unas cuantas estatuas.
Vanessa Davies.—¿A quién más le haría las estatuas en este
momento?
Fidel Castro.—Bueno, a ustedes, no pueden subestimar...,
fíjense, fíjense que ustedes han estado martillando todos los días;
además, ustedes han estado apoyando a la revolución, y esa es una
revolución que ha conmovido el hemisferio. Y para nosotros significó
mucho en los momentos más difíciles del período especial, de dónde
vino una ayuda que le ahorró enormes sacrificios a nuestro pueblo
que lleva casi 50 años luchando, cuando estos creían que lo tenían
todo, estaba el señor Bush ya a punto de nombrar, ya creo que tenía
a un gobernador para..., y ustedes han apuntalado todo eso, ¿no
merecen una estatua, díganme? ¿Y todos los medios de allí en manos
de quién estaban?, de la contrarrevolución, ¿y quiénes fueron los
que defendieron las ideas revolucionarias?, ustedes. Así que no
exagero, ni es un elogio que yo esté fabricando aquí para ustedes.
Vanessa Davies.—Usted habla de ideas nuevas, entender el
mundo de otra manera, no como lo hemos entendido las revolucionarias
y los revolucionarios hasta hoy. ¿En qué nos equivocamos cuando
analizamos el mundo con las viejas ideas? ¿Y cuáles son esas ideas
nuevas, esas nuevas herramientas para el análisis de las ideas?
Fidel Castro.—Yo creo que eran correctas las ideas. Las ideas
no eran incorrectas, hoy se quedaron como ideas de otra época.
Vanessa Davies.—¿Y cuáles son las ideas de esta época,
entonces?
Fidel Castro.—Bueno, la primera es evitar la guerra, y las
demás están por elaborar. Pero sí, las demás, cómo va a ser la
sociedad, cómo se van a administrar los bienes y los servicios, cómo
se van a obtener las fuentes renovables de energía¼
¡Caramba!, por aquí tengo algo.
Mario Silva.—El proyecto HAARP.
Fidel Castro.—Ustedes verán, ustedes verán.
Vanessa Davies.—Pero, Comandante, son esos temas sobre los
cuales hay que pensar: el ambiente, la ecología, nuevas formas de
política.
Mario Silva.—Nueva sociedad.
Vanessa Davies.—Estas son las nuevas ideas, que usted dice:
bueno, las ideas de antes eran correctas; pero hay que incorporar
otros elementos. La ecología es un elemento, es una preocupación
central que usted ha expresado.
Fidel Castro.—Sí, sí.
Vanessa Davies.—Las formas de relación económica, por
ejemplo, ¿cómo se las replantearía, al plantearse un modelo...?
Fidel Castro.—No pueden ser capitalistas, porque no vamos a
reconstruir otra vez lo mismo y ahora, con todos los conocimientos
de que se dispone, y digo que no podemos reconstruir lo mismo, yo no
podría decirte cómo lo van a hacer, entre todos tenemos que hacerlo;
pero esta es una humanidad que sabe leer y escribir y que el mundo
tiene no se sabe cuántos científicos, que no se destruya todo eso.
Si logramos que se preserve, es de esperar que logremos que se use,
que las inteligencias trabajen. Si han trabajado para provocar la
autodestrucción, la desgracia, la infelicidad...
Yo aquí mismo escribí: "En el documental 50 años después de
Hiroshima, se ven los cadáveres calcinados y casi transparentes
de los niños que perecieron en los vientres de las madres, son
imágenes horribles". ¿Vamos a reproducir eso?, es imposible que la
inteligencia del hombre se dedique a eso, no puede, no puede,
sencillamente.
Mario Silva.—Ya el capitalismo no es viable, simple y
llanamente. O sea, ni siquiera como arma de...
Fidel Castro.—Pertenece a la prehistoria.
Mario Silva.—Exacto.
Fidel Castro.—Resulta que Marx tenía toda la razón.
Vanessa Davies.—¿Pero el socialismo pertenece a la
prehistoria también?, como dicen sus adversarios.
Fidel Castro.—No, es lo único... ¿Qué es el socialismo?, es
una pregunta que tenemos que hacernos.
Vanessa Davies.—¿Qué es el socialismo para usted ahora, siglo
XXI?
Fidel Castro.—¿Para mí?, el comunismo, el que el propio Marx
definió como comunismo: de cada cual según sus posibilidades, a cada
cuál según sus necesidades. Claro que estarán por definir cuáles son
las necesidades, no las de un avión ni un barco para andar por el
mundo pescando y gastando todo el combustible. ¿Eso es de los
hombres inteligentes? ¿Te imaginas?, ¿de los hombres y las mujeres
inteligentes? —vamos a recordar aquello que dice Chávez, sin cambiar
el idioma. Sí, porque yo trato de ahorrar palabras, si en cada una
de las cosas tengo que decir los científicos y las científicas, el
otro y la otra, se me enreda más de lo que es ya de por sí enredado
el modo de explicar las cosas.
Andrés Izarra.—Comandante, yo quisiera virar un poco la
atención sobre Venezuela.
Fidel Castro.—Sí.
Andrés Izarra.—Venezuela va de nuevo a un proceso electoral
ahora en septiembre.
Fidel Castro.—Sí, tal vez (Risas).
Andrés Izarra.—Que lo hemos calificado como un proceso de
mucha importancia.
Fidel Castro.—En período de tránsito, sí.
Andrés Izarra.—Es de prever que la oposición regrese al
Parlamento con alguna representación y eso, ya de por sí, va a ser
un evento político que va a obligar a la Revolución a entrar en una
nueva etapa. Usted que ha sido tan estudioso de la Revolución
Bolivariana, que ha sido un faro para la Revolución Bolivariana en
muchas de las decisiones, y por el ejemplo que Cuba revolucionaria
representa para nosotros, ¿esta fase en que entra Venezuela en el
período electoral, cómo la ve usted, qué análisis hace usted, qué
recomendaciones hace usted a la dirigencia de la Revolución y al
pueblo venezolano sobre este proceso?
Fidel Castro.—Te voy a responder.
Lo que dije hace un minuto, un segundo, pudiera parecer una
crítica a lo que están haciendo en Venezuela, y realmente no lo es,
yo creo que lo que están haciendo es absolutamente correcto, las
verdades, la explicación que da Chávez de lo que es el socialismo y
lo que significa, lo que ha significado para millones de personas en
todos los sentidos, es lo que deben hacer, porque ustedes qué van a
hacer ahora, es lo que tienen que hacer y seguirlo haciendo hasta el
final.
Bien, si ocurren cosas mejores, no hay que ponerse triste por
eso. A mí me hizo gracia porque como estábamos hablando de fechas y
de cosas, yo dije: va y coincide con las elecciones que son..., ¿es
el 23?
Andrés Izarra.—Son el 26.
Mario Silva.—El 26 de septiembre.
Fidel Castro.—El 26, bueno, tres días más, está, según
cálculos míos, en un período de tránsito. Si viene algo mejor,
espero que ustedes se sientan sumamente felices de que haya ocurrido
algo mejor.
Vanessa Davies.—¿Algo mejor como qué, Comandante?
Fidel Castro.—A lo mejor que no haya ya ni siquiera
imperialismo. Fíjate, es duro, pero, bueno, ¡qué vamos a hacer!
(Risas.)
Vanessa Davies.—Comandante, pero es muy pronto.
Fidel Castro.—Bueno, me mandan a mí para un manicomio, saben
(Risas), búsquenme un lugarcito allí.
Vanessa Davies.—Es muy pronto, Comandante, para decir que el
imperialismo se va a caer en menos de un mes.
Fidel Castro.—Bueno, ¿y qué yo debo decir, que va a durar un
siglo, que va a durar 10 años, que no va a haber guerra? ¿Qué yo voy
a decir? Porque se supone que el plazo que estableció la Resolución
del Consejo de Seguridad vence el 7 de septiembre, como 19 días,
creo, que es antes de las elecciones que ustedes tienen anunciadas.
Para que haya elecciones, primero no tiene que haber guerra, y si no
hay guerra, ni cesa el imperialismo ¿qué pasa? Vanessa, no te eches
tú la culpa, échamela a mí, por favor. Es lo que afirmo, pero no es
un capricho, es un hilo de pensamiento.
Walter Martínez.—Comandante, usted nos planteaba con mucha
exactitud un escenario probable de esta situación que parece estar
en cuenta regresiva con respecto a un posible conflicto con Irán, y
con mucha precisión usted decía: En el momento en que intenten
detener un buque iraní para inspeccionarlo, Irán no va a permitir
eso, y ahí puede generarse el casus belli, y centenares de
misiles van a caer sobre la flota estadounidense.
Usted también dijo: Los iraníes, más cercanos que nosotros a la
idea de la muerte. Yo avalo eso por mi limitada experiencia cuando
cubrí un tiempo la guerra entre Iraq e Irán, y aquello llegó a un
momento de estancamiento, porque Saddam Hussein podía matar —voy a
ser groseramente hipotético— 10 000 iraníes y le mandaban 20 000; le
mandaban 20 000 y los mataba, y le mandaban 40 000, y creo que fue
usted mismo quien dijo que eran capaces de limpiar los campos de
minas caminando sobre las minas para que los otros pudieran venir a
combatir.
En ese escenario, parecería que es inevitable una confrontación
en esas latitudes, ¿cuál es su punto de vista?
Fidel Castro.—Tú estuviste allí, ¿eh?
Walter Martínez.—Estuve cuando la guerra entre Iraq e Irán,
recorrí desde Chat-el-Arab hasta la frontera turca, donde están los
kurdos.
Fidel Castro.—¿Y viste eso?
Walter Martínez.—Llegó un momento en que se estancó, porque
ya Saddam Hussein no tenía nada más que lanzarles y ellos no se
replegaban. La refinería de Abadán estaba ardiendo, en Chat-el-Arab;
se estancó, llegó a una posición de cierta quietud en el frente sur,
ya no había nada más que ofrecer para decidir la balanza desde el
punto de vista estratégico.
Fidel Castro.—¿Te acuerdas que todo el mundo competía por
venderle armas a Iraq, todo el mundo, los ingleses vendieron el
acero para un cañón de largo alcance, los soviéticos vendieron todos
los proyectiles aquellos cuyo alcance alargaron? En fin, el gran
negocio de las armas.
Yo discutí, no con los iranios, discutí con los sirios; estaba el
canciller aquí en una reunión, y yo decía: "No debieran cruzar la
frontera", y el sirio decía que sí, porque los soviéticos cuando
invadieron la URSS no se detuvieron en la frontera, siguieron hasta
Berlín. Le digo: "Yo no estoy discutiendo problemas legales, no
estoy discutiendo problemas morales, estoy discutiendo problemas
políticos. ¿Y por qué no llegan hasta El Cairo de una vez? ¿Por qué
no llegan hasta El Cairo? Les reiteré".
Le quitamos nosotros a Iraq el derecho a ser sede de la siguiente
Cumbre de Países No Alineados que le habíamos designado. Bueno, no
se sabía dónde iba a ser. Le escribí una carta a cada uno de los
miembros del Movimiento, porque no podíamos realizar la reunión
formal, y propuse me autorizaran a designar a la India; respondieron
que ellos estaban de acuerdo, y así se decidió, que el próximo país
de reunión de No Alineados sería la India. Saddam era muy amigo
nuestro, porque cuando no estaba en guerra con nadie, estaba
empleando bien los recursos; ya desde antes de ser presidente
nosotros lo atendíamos, le prestamos servicios importantes
relacionados con la salud, y era muy amigo de nuestro país que
siempre tuvo una situación apretada; entonces tuvimos que hacer
aquello.
Los iranios entraron en Iraq y llegaron a la ciudad aquella
próxima a la desembocadura del Eufrates y allí establecieron sus
fortificaciones y nidos de ametralladoras, estaban cercados por los
iraquíes y con ellos los asesores soviéticos, esos que sí sabían
cómo se demolían las defensas, porque a cada nido de ametralladoras
le disparaban con un cañón en tiro directo; destruyeron todos los
nidos de ametralladoras a los iranios y estos tuvieron que retirarse
de la ciudad aquella. ¿Por qué? Le dije al canciller: "Mire, no
convierta una guerra de agresión en una guerra patriótica por parte
de los iraquíes. Ese es el cálculo político que hago, no cometan ese
error". El canciller sirio ni respondió. Se metieron, los iranios no
llegaron a El Cairo, no llegaron a ninguna parte, no pudieron
retener la ciudad y en definitiva, tuvieron que retirarse. Tú eres
testigo de todo eso.
Y Ahmadineyad era el jefe de los Guardianes en la región
noroccidental, el jefe total era Khomeini, que más adelante le
escribió una carta a Gorbachov, y Gorbachov me envió copia de la
carta. Bueno, en la carta argumentaba, le hacía una fuerte crítica,
y Gorbachov casi...; bueno, envió copia y se reía: "Mire qué falta
de realismo, decía, escribiendo esta carta".
Yo le daba la razón, en el fondo, a Khomeini, porque tenía toda
la razón del mundo en la crítica que le hacía a Gorbachov. Fue por
aquellos días —creo recordar algo más, Walter— que Gorbachov me
escribe, manteníamos relaciones, él hizo una visita aquí; yo fui
duro, sin ofenderlo, y decía Gorbachov en una de las cartas que lo
había visitado Felipe González; bueno, me pintaba a Felipe como el
non plus ultra de los socialistas. Yo lo siento mucho, pero
yo no pienso así. Y decía: "Viene a asesorarnos sobre lo que debemos
hacer".
Walter Martínez.—¿Quién decía eso?
Fidel Castro.—Gorbachov.
Walter Martínez.—Gorbachov de Felipe González, ¿no?
Fidel Castro.—Sí.
"Viene para asesorarnos de lo que debemos hacer", me comunicaba
aquello.
Y, ¿quieres que te diga una cosa? Ahora tú me preguntas, ¿cómo
era Gorbachov? Y te digo que a Gorbachov yo lo conocí cuando era
como un látigo, haciendo críticas de la dirección del Partido,
críticas muy fuertes, y defendía cosas correctas, era opuesto a los
ingresos no provenientes del trabajo. Decía: "No estoy de acuerdo
con los ingresos no provenientes del trabajo". Sabía que el alcohol
ocasionaba un gran daño y lo combatió. El azúcar que nosotros les
suministrábamos ya no les alcanzaba, porque los rusos son expertos
en manejar los alambiques y te convierten el azúcar en un buen
Vodka; Gorbachov no prohibió, pero puso caro el Vodka, puso baratos
los juguetes, y tomó una serie de medidas que tú no puedes menos que
estar de acuerdo con ellas.
Pero, ¡asómbrate! Eltsin era el secretario del Partido de Moscú,
y Eltsin era casi modelo para nosotros, porque era un crítico feroz
de todos los errores que se cometían allí en la URSS, con las cosas
que hacían; haciendo críticas era formidable, tenía prestigio, aquí
lo leía todo el mundo, publicábamos sus declaraciones.
Por aquellos días creo que hace un viaje a Nicaragua, conversa
con nosotros, cuando yo iba a Moscú me ponían, precisamente, a
Eltsin para que me atendiera, me enseñaba toda la ciudad. Yo le
decía: "Eltsin, mira tal cosa, esta ciudad que la han convertido en
una bella ciudad moderna". Me llevó a un lugar del antiguo Moscú,
pero todo eso ha desaparecido, era muy hermoso y ya no hay nada
aquí. Entonces Eltsin, que estaba de acuerdo, me decía: "Yo creo que
es mejor poner gratis el metro y los ómnibus". Le respondo: "Eltsin,
no hagas eso, porque si pones gratis esos transportes, el número de
personas que se van a montar en esos metros y esos ómnibus se va a
duplicar y no va a alcanzar nada. No hagas eso". Y él entusiasmado
con todas esas ideas. Así que era un modelo de comunista, al extremo
que yo tenía que aconsejarle que no fuera tan extremista; a mí que
me han acusado tanto de extremismo tenía que estar aconsejándolo. Y
mira lo que hicieron toda esa gente, tanto Gorbachov, como Eltsin,
tomaron esas decisiones y sus conocidos caminos. Hemos vivido toda
esa historia.
Walter Martínez.—Permítame ser perseverante, Comandante.
¿Usted sigue pensando que el casus belli se va a dar
cuando la flota intente parar algún mercante o algún buque iraní
para ser inspeccionado?
Fidel Castro.—Sí, y esa fecha no pueden dilatarla, no pueden
dilatarla porque es ya virar la espalda en retirada. Ese es un punto
que llega, o que se cumple, o se va. Si se cumple es la guerra, si
se va es la derrota.
Walter Martínez.—Estamos muy cerca de esa circunstancia.
Fidel Castro.—Pero no sería ni la guerra ni la derrota si
está consciente de la decisión que va a tomar.
Mario Silva.—De lo que se va a provocar.
Fidel Castro.—Ese es el quid de lo que estoy planteando.
Vanessa Davies.—Pero le correspondería a la ONU dar marcha
atrás en su opinión.
Fidel Castro.—La ONU no cuenta nada, nada, para nada.
Vanessa Davies.—El Consejo de Seguridad de la ONU.
Fidel Castro.—Desaparecerá también.
Vanessa Davies.—El Consejo de Seguridad en una guerra nuclear
desaparece.
Fidel Castro.—Y sin una guerra también. Nada, nada de eso
seguirá existiendo; si no van a existir las armas para qué sirven
esos aparatos.
Vanessa Davies.—¿Le corresponderá al Consejo de Seguridad de
la ONU dar marcha atrás?
Fidel Castro.—Nadie sabe quién va a decir una palabra,
estarán los hombres en el mundo nuevo. Bueno, va a ser así, que es
de fantasía pero es así.
Vanessa Davies.—Pero usted se mueve entre el optimismo y el
pesimismo con respecto a este escenario que le plantea Walter.
Mario Silva.—¿Todo depende de Obama?
Fidel Castro.—De nosotros que lo persuadamos.
Vanessa Davies.—Con estos mensajes que usted está enviando y
muchas personas.
Fidel Castro.—Bueno, haciendo que el máximo de personas en el
mundo participen de este punto de vista y él se sienta fortalecido
de que va a hacer el bien y no una cosa horrible.
¿Ustedes se imaginan a Obama consciente decidiendo la muerte de
cientos de millones de personas, que los niños aparezcan calcinados
en los vientres de las madres? ¿Ustedes conciben que un hombre pueda
realmente con elemental sentido humano hacer eso?
Vanessa Davies.—Pero hay muchos sectores empujándolo en esa
dirección.
Fidel Castro.—¿Y qué son todos esos sectores al lado del
mundo? ¿Y si esos sectores tampoco quieren morir, ni quieren que
mueran sus familias, ni quieren que mueran sus hijos? Esa es la
realidad.
Mario Silva.—También esos sectores, en el caso de los
sectores económicos poderosos, no querrían perder su influencia en
el mundo económico.
Fidel Castro.—Sí, pero entre la bolsa o la vida, prefieren la
vida.
Mario Silva.—Prefieren la bolsa (Risas).
Walter Martínez.—Usted habló de la campaña de Suez y ahí fue
una patota entre británicos, franceses e israelitas, y Nasser
incluso les hundió los barcos sabiendo que era la yugular del
comercio internacional y trancó el canal de Suez; creo que era
Eisenhower quien estaba en la Casa Blanca, les dijo: "Se retiran de
ahí, paren esa aventura o les pongo el ejército estadounidense".
Tenía pantalones y tenía don de mando, venía de ser el ganador de la
Segunda Guerra en el teatro europeo.
Fidel Castro.—Sí, sí.
Walter Martínez.—Pero ahora no tenemos un personaje así en la
Casa Blanca. Ahora Israel hace lo que le da la gana, el lobby
israelí maneja la política, y Sharon, a quien también entrevisté,
dijo: "No se preocupen si hacemos cosas que les parece que no van a
tener consecuencias. La política exterior de Estados Unidos la
hacemos nosotros y ellos lo saben". Ante ese desparpajo, ¿qué queda
pensar con un Obama en la Casa Blanca?
Fidel Castro.—Bueno, todo eso que tú dices es verdad, que los
israelitas hacen lo que les da la gana. Bien.
Walter Martínez.—Y además tienen el armamento nuclear
facilitado por Estados Unidos, entre otros.
Fidel Castro.—Sí, lo tienen, pero están esperando que sea
Estados Unidos el que dé la orden. Ellos creen que lo tienen
conseguido, que lo tienen persuadido. Ellos han hecho todos sus
acuerdos con Arabia Saudita, con los Emiratos Árabes, a qué hora van
a volar, cómo van a volar, no les van a disparar.
Walter Martínez.—El puente aéreo sobre Arabia Saudita.
Fidel Castro.—Tienen todos los aviones, van a ser oleadas de
aviones, que se los han dado los yankis; pero están esperando que
sean los yankis, y saben los yankis que no pueden decir que no;
porque ellos dicen que no... Ahora están esperando que alguien
apriete el gatillo, y ese es Obama. ¿Y qué pasa si Obama no aprieta
el gatillo? Tú puedes decir: Pues lo aprietan ellos. Pero si Obama
no aprieta el gatillo porque hay una opinión mundial y todas las
potencias exigiendo que no haya guerra, ¡ah!, es cuando entonces
estos señores israelitas no se atreverán a disparar un cohete por su
cuenta.
Walter Martínez.—Ahí entra la palabra clave que usted utilizó
ante la Asamblea Extraordinaria, es decir, tenemos que persuadirlos.
Fidel Castro.—Sí, persuadirlos.
Walter Martínez.—¿Usted cree que en esta carrera en cuenta
regresiva, podremos, a través del poder de los medios, llegar a
crear una ola de opinión que lo persuada...?
Fidel Castro.—Sí, bueno, pregúntale a Izarra, porque por él
me enteré que todo lo que estamos hablando aquí lo están
trasmitiendo por Telesur, y entonces, bueno, pregúntale, que él dice
que está recibiendo muchos saludos y muchos mensajes. Él debe
saberlo, pregúntale a él que está al lado tuyo (Risas).
Walter Martínez.—Una pequeña acotación histórica. Ustedes no
tenían la exclusiva en la época caliente, porque durante la IV
República, un personaje de la entonces todavía Unión Soviética dijo:
"Quiero decirles que Venezuela ya no está entre los blancos de
nuestro potencial nuclear". "¿Cómo? ¿Y estábamos como blanco?". "Sí,
porque ustedes eran los suministradores estratégicos y seguros de
Estados Unidos, y si íbamos a la guerra contra Estados Unidos,
también le tocaba su bombita atómica a Venezuela para que no
pudieran usar esa fuente de recursos".
Fidel Castro.—Bueno, tienen tantas que pueden repartirlas.
Yo no sabía ese detalle, pero tiene lógica.
Walter Martínez.—Se filtró en la IV República. Lo dijeron con
cierto suspiro de alivio, algún político de la IV República.
Fidel Castro.—¿Cuándo lo dijeron?
Walter Martínez.—No sé exactamente quién y cuándo; pero fue
en la IV República, en una visita de alto nivel. Estábamos como
blanco...
Fidel Castro.—En la IV República ya.
Walter Martínez.—Sí, antes de la Revolución.
Vanessa Davies.—Antes de la Revolución Bolivariana.
Fidel Castro.—¿Aquella era la IV República?
Vanessa Davies.—Sí.
Walter Martínez.—Sí, estamos en la V (Risas), y no es la
francesa.
Vanessa Davies.—Comandante, estamos llegando al final de la
conversación. Nos quedaría una pregunta para cada uno. Yo voy a
consumir la mía con la siguiente interrogante.
A la luz de la experiencia de Cuba, en la guerra fría, de la
Revolución Cubana, ¿qué lecciones sacó Cuba, y qué piensa que
debemos sacar los latinoamericanos y las latinoamericanas ahora de
esas lecciones de Cuba durante la guerra fría?
Fidel Castro.—¿La lección de Cuba en la guerra fría?
Bueno, de la guerra fría nos tocó soportar el bloqueo y sufrir
todas las consecuencias; pero también se pudo demostrar que era
posible resistir, y los latinoamericanos deben pensar igual, que hay
un potencial enorme en las masas, que es posible alcanzar la
justicia, la liberación real, verdadera.
Eso es lo que pienso, después de derivarse de aquella experiencia
que vivimos.
Vanessa Davies.—Muchas gracias, Comandante.
Mario Silva.—Y en Venezuela, si es que llegamos al 23, ¿cómo
la ve?
Fidel Castro.—Yo veo muy bien todo, y no se olviden de una
cosa, que lo que más necesita el hombre para vivir, entre otras
cosas, son los alimentos, y que esta es el área del mundo que más
alimentos produce. Si Estados Unidos produce para 2 000 millones de
personas, la América Latina tiene un potencial para producir
alimentos para 8 000 millones, por lo menos, aunque, desde luego, el
futuro de la humanidad estará más controlado por el propio hombre,
porque la población se puede regular.
Yo un día me puse a sacar todas las cuentas del número de
personas, cuántos pueden llegar a ser, y dónde ya se para y hasta
incluso puede reducirse el número de personas. No debe haber más
habitantes en el planeta nacidos que los que puede sostener el
planeta. Eso tiene un límite.
Walter Martínez.—¿Malthusiano?
Fidel Castro.—¿Cómo? No, de ninguna manera. Malthus dijo que
el hombre no iba a poder sostenerse. Mi criterio no tiene nada que
ver con Malthus. Si coincido en algo es una casualidad, y no en un
mundo de propiedad privada, no en un mundo nacionalista, no en un
mundo de imperio, es un mundo totalmente diferente; es una verdad
que el planeta no puede tener más habitantes que los que pueda
sostener sin destruirlo.
Walter Martínez.—Es finito.
Mario Silva.—Tiene que ser un mundo de posibilidades.
Fidel Castro.—Esa es una verdad. Yo no sé quién pueda haberlo
dicho o no.
Walter Martínez.—El eje geopolítico se desplaza hacia el
Lejano Oriente. China, 1 300 millones de habitantes y creciendo; la
India, 1 160 millones de habitantes y creciendo.
Fidel Castro.—¿Y por qué tiene 1 300 China ahora y no tiene 3
000?
Walter Martínez.—Cuando estuve allá en 1985 y hablaban del
Larga Marcha 3 como un sueño —ahora están pensando poner un chino en
la luna—, dijeron un solo hijo por pareja.
Fidel Castro.—¡Ah!, bueno, por eso. ¿Y qué decía Mao? ¿En qué
creía? Que en la época nuclear las posibilidades de supervivencia
estaban en relación con el número de habitantes del país. Entonces,
si no establecen eso, hoy estarían aproximándose los chinos a 3 000
millones. ¿Cómo alimentarían a esa gente?
Walter Martínez.—Imposible.
Fidel Castro.—Y, sin embargo, Mao fue el factor fundamental
que hizo posible la Revolución en China, que ha llegado a los
niveles que tiene hoy de productividad.
Vanessa Davies.—Pero usted hacía la reflexión de los
alimentos con relación a Venezuela. ¿Por qué...?
Walter Martínez.—América Latina es el gran reservorio.
Vanessa Davies.—Pero también sobre Venezuela.
Fidel Castro.—Sí, Venezuela es un lugar ideal, y es lo que
está haciendo el gobierno, está tratando de producir, por ejemplo,
todos los vegetales. Allí no hay ciclones que vayan a echar por
tierra las casas de cultivo, a no ser que los yankis inventaran...
Aquí mismo, en esa página web, habla de que los yankis están
desarrollando una forma de influir.
Walter Martínez.—La guerra meteorológica.
Fidel Castro.—Y aquí hay nada más que una frase, una sola
cosa que debe...
Walter Martínez.—El campo de antenas que tienen en Alaska, el
proyecto HAARP.
Fidel Castro.—Tienen campo de antenas y están convencidos de
que podrán producir ciclones, lluvias, todo. En eso están.
Walter Martínez.—¿Usted considera eso una posibilidad real o
ciencia ficción?
Fidel Castro.—No, eso no es ciencia ficción, eso es ciencia
real.
Vanessa Davies.—Aunque hay personas que piensan que es
ciencia ficción, efectivamente.
Fidel Castro.—Ya incluso están usando eso. Tú sabes que en
este momento los chinos han dicho que no pueden exportar más arroz.
¿Qué precios van a adquirir los alimentos para un país que los
importa, como Cuba?
Walter Martínez.—Rusia acaba de prohibir la exportación de
granos.
Fidel Castro.—Rusia lo acaba de prohibir, y a nosotros nos
dijo que mantendrá los compromisos que tiene, ¿qué le parece?
Walter Martínez.—Solidario.
Fidel Castro.—Que mantiene con Cuba los compromisos que ha
suscrito de abastecimiento a pesar de todo eso y a pesar de la
catástrofe.
Mario Silva.—Lo que pasa es que el tema del proyecto HAARP
fue ridiculizado por los medios de comunicación norteamericanos para
que no se profundizara sobre eso, y sobre la información que se debe
tener sobre el proyecto HAARP.
Fidel Castro.—Aquí dice: "RIA Novosti en su reporte de los
hallazgos del Dr. Areshev, también señala que:
"Los Estados Unidos están, ciertamente, explorando las
posibilidades de controlar el clima en varias regiones del mundo. La
correspondiente tecnología está siendo desarrollada en el marco del
Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (HAARP),
teniendo como objetivo el construir un potencial para lanzar
sequías, huracanes, inundaciones y terremotos. Desde el punto de
vista militar, se supone que el HAARP creará un nuevo tipo de armas
de destrucción masiva y un instrumento de política expansionista que
puede usarse para desestabilizar selectivamente los sistemas del
medio-ambiente y agrícolas de países-objetivo."
Están desarrollando otra arma todavía peor.
Vanessa Davies.—Comandante, si no hay guerra nuclear, la
guerra climática...
Fidel Castro.—Bueno, u otras, van a seguir inventando;
también inventaron la guerra, no nuclear, de los proyectiles esos
que suben y caen a 25 000 kilómetros de velocidad arrasándolo todo.
Esto no lo publica Granma, lo publica Ria Novosti.
Esto lo tenía yo, lo llevé ayer a la Asamblea. Dice: "El autor
concluye su artículo diciendo: Estamos asistiendo a una guerra
climática encubierta, un preludio de lo que puede ser el escenario
de una futura guerra mundial que acabaría con un balance en pérdidas
humanas y medioambientales sin parangón en la Historia de la
Humanidad."
Entonces qué, por eso ya todos los inventos son tales que no
pueden usarse.
Yo escribo: "Informes fidedignos llegados de Rusia narran la
magnitud de la tragedia climática que sufrió ese hermano país."
"La situación objetiva es de una magnitud" —esto está escrito
también, no por el Ria Novosti, sino por el otro— "sin
precedentes, derivada de incendios naturales forestales y de turbas
vegetales, elevadas temperaturas en torno a 39 grados, que ha puesto
en alarma y febril actividad a todo el gobierno ruso todos estos
días, para tratar de que los incendios no destruyan ningún objetivo
energético ruso, entre ellos, algunos movidos por energía nuclear,
se nos informa."
Entonces aquí dice: "Esta catástrofe" —esto se lo añadí yo— "nos
muestra las consecuencias del cambio climático, que el autor del
documental Home, Yann Arthus-Bertrand, el más prestigioso
especialista sobre el tema, nos mostró con el apoyo de los mejores
especialistas del mundo en ese film.
"Si no se evita la guerra nuclear tampoco se podrían evitar otras
iguales o peores. He pensado también que si el hombre puede crear
catástrofes, puede promover igualmente energías renovables a partir
de fuentes diversas, entre ellas, algunas tan importantes como el
agua y el viento.
Mario Silva.—La eólica parece la alternativa.
Fidel Castro.—Bueno, entonces no hay que usar ni la nuclear.
Vanessa Davies.—Comandante, hemos abusado de su tiempo y le
damos la oportunidad a Andrés Izarra para que finalice.
Andrés Izarra.—Tengo aquí varias preguntas que llegan por el
twitter, Comandante, que, en honor a la gente que ha estado
siguiendo la entrevista y enviando sus mensajes, voy solamente a
poner dos, para no abusar de su tiempo.
La primera pregunta la hace Mariyán Diez. Ella pregunta que si no
teme usted que los halcones de Washington puedan atentar contra
Obama como en el pasado lo hicieron contra Kennedy. ¿Cómo ve la cosa
interna en Estados Unidos?
Fidel Castro.—Sí, por supuesto, el hecho de que no lo hayan
asesinado es casi cosa de azar, porque ya eso lo hicieron. ¿Ustedes
recuerdan el atentado a Reagan? Le pusieron una pistolita calibre 22
y le clavaron una bala en el pulmón.
Walter Martínez.—Y Obama tiene un vicepresidente que cada vez
levanta más el perfil y entra en el perfil waspish.
Fidel Castro.—Todo eso entra en las normas y en los hábitos.
Vanessa Davies.—¿Podrían asesinar a Obama, Comandante?
Fidel Castro.—Sí, pero no creo que lo vayan a hacer ahora. De
todas formas es mejor que se cuide, que no confíe, porque pueden
ocurrir cosas absurdas, irracionales.
No, él sabe cuidarse, él toma todas las medidas, se cuida, y la
gente que tienen seleccionada para cuidarlo son profesionales de
verdad, a esos no los soborna nadie, están ya hechos para eso, están
programados para eso.
Vanessa Davies.—¿Y usted cómo lo sabe? (Risas.)
Fidel Castro.—Bueno, como lo sabes tú también.
Walter Martínez.—El vicepresidente Biden está preparado al
bate.
Fidel Castro.—¡Oh!, a quien recuerdo es a Johnson.
Andrés Izarra.—Hay un twittero llamado Enriquecido que
pregunta que cuándo va usted a visitar Venezuela.
Fidel Castro.—¿Qué falta hago allí yo?
Andrés Izarra.—Y me piden que le diga que en este momento, en
el Aló Presidente, está el presidente Chávez leyendo de su
libro, del libro que usted le envió.
Fidel Castro.—Sí, se lo envié y le puse "muy fraternalmente",
eso fue el mismo día que se lo envié al embajador nuestro.
Walter Martínez.—Yo supongo que nos iremos de aquí cada uno
con un ejemplar bajo el brazo, ¿no? (Risas.)
Vanessa Davies.—Comandante, no respondió cuándo va para
Venezuela.
Fidel Castro.—Bueno, no es una tarea que me haya planteado ni
creo que sea imprescindible, es mejor que me dedique a oírlos a
ustedes desde aquí.
Vanessa Davies.—Sobre el libro, ¿cuándo viene la tercera
parte de la historia? Ya está la primera, está lista la segunda.
Fidel Castro.—¿Este? La segunda está hecha ya casi, como lo
expliqué ayer. Casi no tengo que tocar nada, he hecho ya los
enlaces, las explicaciones. Figúrate, un hombre dedicado a eso rinde
más, no tiene otras obligaciones, y entonces está muy adelantado.
Bueno, yo le prometí a la Asamblea que nos volveríamos a ver.
Hay tiempo para todo eso, hay mucho tiempo por delante, Izarra,
se lo puedes decir a tus lectores. Y el programa mío, mira, yo tengo
realmente que reunirme con algún físico para que me explique el
concepto del tiempo, porque es que yo no lo entiendo, tal como lo
dije ahí: ¿qué es el tiempo?
¡Uuuh!, miren, caramba, una cosa que subrayé sobre el tiempo.
Bueno, aquí hay uno en que hablo de la catástrofe; ese es otro
pedacito de lo de ayer en que digo: "La evolución comenzó en la
Tierra, con los primeros gérmenes de vida, eso es conocido por todos
y por los teólogos, eso no les quita a ellos espacio para tratar de
buscar interpretaciones; pero hasta la noción del tiempo desaparece,
qué es el tiempo". Y yo digo: "Porque el tiempo es una invención del
hombre, es el espacio que media entre sucesos diferentes, así se
inventó el tiempo; pero, ¿cuándo empezó el tiempo?, habría que
explicarse eso. Es todo muy complicado".
Y yo realmente quisiera conversar con un físico que me explique
qué es el tiempo, porque es que a mí se me ha ocurrido y tengo esas
grandes dudas, y espero que me ayuden, a ver si a ustedes los ayudan
también.
Walter Martínez.—Por lo menos le podemos decir que en
televisión el tiempo es realmente perentorio (Risas), y esto está
tocando a su fin. Con el permiso de la compañera.
Fidel Castro.—Bien; pero para dolor mío.
Vanessa Davies.—Comandante, muchísimas gracias, de verdad,
por esta oportunidad.
Nos sumamos, como venezolanos y venezolanas, a su llamado a la
paz y a esta persuasión al presidente de Estados Unidos, Barack
Obama.
Gracias, Comandante, muchísimas gracias (Aplausos).
Despedimos esta conversación con el Comandante, líder de la
Revolución Cubana, y sigue demostrando todos los días que es el
líder no solamente de América Latina, sino de todo el mundo.
Comandante, muchísimas gracias.
Nos despedimos Mario Silva, Andrés Izarra, Walter Martínez y
Vanessa Davies. Gracias a Telesur, gracias a la Televisión Cubana,
gracias también a Venezolana de Televisión.
Hasta una próxima oportunidad.