La más nítida expresión de los principios éticos de la Revolución cubana

La manipulación mediática ha querido desnaturalizar la advertencia de Fidel para llamar a evitar la guerra.

OSCAR SÁNCHEZ SERRA

Qué  poco conocen a nuestro pueblo y a nuestra Asamblea Nacional del Poder Popular, quienes han pensado que los cubanos y cubanas necesitamos a Fidel en medio del Palacio de las Convenciones para homenajearlo o felicitarlo por su cumpleaños. El jamás ha estado ni estará ausente de ese Parlamento, que a la usanza de su Revolución, es un Parlamento del pueblo y para el pueblo. Por eso nunca nos faltaría.

Lo que tal vez pueda doler a algunos es que este, nuestro Parlamento, martiano hasta la medula, ha sido el primero en reunirse para tratar como único tema el peligro que se cierne sobre el planeta con las amenazas guerreristas de la mayor potencia militar que ha conocido la historia del mundo. Porque diputadas y diputados llevan muy adentro que "Patria es humanidad".

Fidel ha venido desde sus Reflexiones alertando del objetivo imperial, de las consecuencias que una catástrofe nuclear causaría. Y ahora nos explica cómo evitar ese holocausto y porque el ejercicio público de la Asamblea Nacional, transmitido por la televisión nacional e internacional, delante del cuerpo diplomático acreditado en Cuba, de los periodistas de casa y los extranjeros con oficinas en el país.

Obama no dará la orden para un ataque nuclear a Irán si lo persuadimos, expresó. "Eso es lo que estamos haciendo aquí. Estamos haciendo una contribución a ese esfuerzo disuasivo", enfatizó.

Esa es la esencia que en nombre de todo nuestro pueblo ha guiado el pensamiento del Comandante en Jefe, salvar a la humanidad. 

¿POR QUÉ?

Está en la génesis misma de la obra construida, está en ese acabado y abarcador legado ideológico, cuyos conceptos escuchamos el 1 de mayo del 2000. Es la continuidad de un principio, de una idea,  pues lo que sucedió en el Palacio de las Convenciones de la capital cubana el pasado sábado fue la más nítida expresión de los valores éticos de la Revolución cubana.

Qué es luchar con audacia, inteligencia y realismo, sino lo que estamos haciendo bajo la conducción del Comandante en Jefe, quien, como dijera Ricardo Alarcón, presidente del Parlamento en breve frase, pero sobrada de verdad en cada palabra, "nadie (como él) en este planeta está haciendo tanto por la paz, por la humanidad…"

Por eso, ante el peligro de regresar a la prehistoria ante un bombardeo nuclear, la concepción de "seamos realistas frente al problema y no tratemos de enfocarlo con viejas ideas. Tratemos de ver los peligros reales, y pensar en enfoques nuevos del problema."

Uno de los porque, tal vez el más contundente, de la sesión extraordinaria del sábado pasado, pasa igualmente por aquel 1 de mayo, cuando le oímos decir que  Revolución es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.

Tocó a nuestro país ser uno de los baluartes de ese socialismo, cuando lo alertado el 26 de julio de 1989 ocurrió poco más de un año después. Hoy con la pupila aguda del que sigue avizorando, el pueblo vuelve a erigirse en defensa de los más pobres de la humanidad, que serían por dura lógica los que más sufrirían las consecuencias de una conflagración nuclear.

Y no se persiguen glorias con tal misión, lo dijo el propio Fidel, "consideró que no es un mérito hacerlo, lo importante es no quedarse callados frente a la posibilidad de que caigan esas bombas: tenemos que actuar, y es lo que estamos haciendo".

Justamente de esa firmeza y modestia de nuestro pueblo también se habló en la sesión extraordinaria, cuando diputados y diputadas, Fidel y Alarcón, se refirieron a los Cinco Héroes luchadores antiterroristas que llevan ya 12 años sufriendo injusta y cruel prisión.

Con esa fe en la victoria de la que también nos habló Raúl en la pasada sesión ordinaria, Fidel dijo que "pensar en que van a salir en una semana es demasiado poco tiempo; pero (pensar que será en), diciembre, es demasiado tiempo", sentenció con esa convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas.

 

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